El Quijote apareció a comienzos del siglo XVII, durante el reinando Felipe III, pero las circunstancias en que transcurre su historia corresponden a la España de Felipe II (que reinó entre 1556 hasta 1598). España había intentado consolidarse como un imperio poderoso apoyándose en la conquista y expansión en América. Sin embargo, las crisis sucesivas la condujeron a un proceso de decadencia. Las costosas empresas militares, tanto en América como en Europa, provocaron una crisis financiera que debilitó su hegemonía.
En este periodo se produjeron importantes cambios sociales. Aunque la sociedad seguía manteniendo la división medieval de nobleza, clero y estado llano, a nivel económico estaba surgiendo una nueva clase en ascenso social, la de los comerciantes enriquecidos. A su vez, había muchos hidalgos (pertenecientes a la nobleza) que se habían empobrecido, como el mismo protagonista de la novela, don Quijote. Además, la expropiación de tierras a los grandes feudos afectó al campesinado. Una gran parte de este sector quedó excluido del trabajo manufacturero y se convirtió en un grupo marginal.
La crisis y la ruptura del modelo medieval provocaron un profundo sentimiento de desengaño en la sociedad, y a nivel artístico se vio reflejado en la estética del barroco, que muestra una visión desencantada del mundo.
Por otro lado, en España declinaba la profesión militar. España había sido una sociedad muy militarizada, a causa de las incesantes guerras, pero después de la pacificación interna operada por los Reyes Católicos la situación cambió de modo radical. Así podemos verlo en la descripción de Antonio Domínguez Ortiz:
“Todavía en la época de Carlos V, los tutores de sus hermanas Juana y María cuidaban de elegir como residencia lugares bien fortificados, pero con Felipe II tales precauciones estaban de más: en Castilla no se movía una mosca; los señores abandonaban sus castillos o los mantenían solo como lugares residenciales.” (párr. 23).
Así, fueron desapareciendo paulatinamente las milicias privadas de los señores. El oficio militar era un medio de ganarse la vida y ocasionalmente podía dar grandes ganancias. También daba la oportunidad de recorrer el mundo. Como explica Domínguez Ortiz: “los caballeros aventureros, con frecuencia segundones de casas hidalgas que se enrolaban voluntariamente, fueron numerosos en el siglo XVI; algunos iban movidos por nobles ideales, respondiendo al tipo del «caballero andante»” (párr. 24). Pero a fines del siglo XVI este mudo estaba en crisis. Además el oficio militar no era tan redituable como el de las letras (es decir, los estudios superiores de Derecho, no la literatura). El tema de la contienda entre las armas y las letras era clásico y también don Quijote se refiere a él (capítulo 38).