Resumen
Capítulo 24: Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
Don Quijote le dice al Roto de la Mala Figura que su deseo es ayudarlo, y que si no puede hacerlo, quiere, al menos, llorar sus penas. Le pide que le diga su nombre y el motivo por el se encuentra en esas condiciones. El Caballero del Bosque (como también lo llama el narrador) le pide que primero le dé algo para comer. Después de comer con muchas ansias, lo conduce a él, a Sancho Panza y al cabrero a un prado donde se sientan a escuchar su historia. Antes de comenzar, solicita que nadie interrumpa su relato, porque entonces dejará de contarlo. Explica que su sufrimiento es muy grande y que extender el relato lo haría más penoso. Don Quijote recuerda el relato de Sancho, que también había quedada inconcluso después de la interrupción, y promete en nombre de todos que no lo interrumpirán.
El Roto se llama Cardenio y nació en Andalucía. Desde muy pequeño estaba enamorado de Luscinda, y su amor era correspondido. Sus linajes y riquezas eran semejantes por lo que sus padres sabían que terminarían casándose. El día que Cardenio va a pedirle a su padre que concierte el matrimonio, éste le muestra una carta del duque Ricardo, quien desea que Cardenio sea acompañante de su hijo mayor. Cardenio le avisa a Luscinda el motivo de su partida y le promete que regresará. Cardenio comienza a ser amigo del segundo hijo del duque, Fernando, un hombre joven y enamoradizo, quien le cuenta sobre su relación con una labradora. A ella le había dado su palabra de ser su esposo, para tener relaciones sexuales con ella. Una vez consumada la relación sexual, Fernando ya no la desea y le dice a Cardenio que quiere ir a su pueblo. Cardenio lo lleva a la casa de su padre, le habla sobre Luscinda, deja que él la vea, y le muestra las cartas que se envían mutuamente. Fernando comienza a demostrar un interés desmesurado en Luscinda. Un día ella, que era muy aficionada a leer, le pide a Cardenio el libro Amadís de Gaula.
En este punto del relato don Quijote interrumpe a Cardenio para decirle que ese dato le revela el grado de entendimiento de su amada. Le pide perdón por su interrupción, pero le dice que no puede dejar de hablar cuando alguien menciona temas relativos a la caballería andante. Le pide que continúe, pero Cardenio solo vuelve a hablar para decirle que “el maestro Elisabat estaba amancebado con la reina Madasima” (p. 167). Don Quijote se enfurece y lo insulta. Cardenio lo golpea con una piedra y lo hace caer al suelo.
Sancho quiere defender al hidalgo, pero Cardenio termina golpeándolo a él y al cabrero que a su vez quería socorrerlo. Luego Cardenio se va nuevamente al monte y Sancho, culpando al cabrero por el incidente, comienza a pelearse con él hasta que don Quijote los separa. Finalmente el hidalgo se queda con ganas de encontrar a Cardenio para que termine de contarle su historia.
Capítulo 25: Que trata de las estrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros
Don Quijote y Sancho Panza avanzan por la espesura del monte y el escudero se lamenta de no poder hablar aunque sea con los animales, porque el silencio lo abruma. Don Quijote lo autoriza a que le hable y él trata de explicarle que no era necesario defender a la reina “Magimasa”. El hidalgo defiende su postura, y le dice a Sancho que se calle y que tiene el propósito de hacer una hazaña que lo hará famoso.
Don Quijote explica que Homero representó a Ulises y Virgilio a Eneas, para dar ejemplos de prudencia y de piedad respectivamente, más que para mostrarlos tal cual eran, y que quienes quieren alcanzar esas virtudes deben imitarlos. Asimismo, el que quiere alcanzar la perfección en la caballería, debe imitar a Amadís, que fue el mejor caballero del mundo. Por eso, él quiere imitar una de las hazañas en donde el caballero mostró de la mejor manera sus cualidades. Esta fue su penitencia en la Peña Pobre, a donde se retiró a causa de los desdenes de su amada Oriana, y donde cambió su nombre por el de Beltenebros.
Sancho le dice que el caballero tuvo sus motivos para hacerlo, pero que él no los tiene. El hidalgo sostiene que hacerlo sin motivos es una prueba de cuánto más podría hacer si los tuviera. Le dice también que por medio de él le enviará una carta a Dulcinea, que estará loco hasta que vuelva con una respuesta, y que si la respuesta es favorable volverá a ser sensato o, de lo contrario, se volverá loco verdaderamente. También vuelve a mencionar el yelmo de Mambrino, que sabe que su escudero guardó, y explica que un sabio hace que solo él lo vea como realmente es.
Esa noche, Ginés de Pasamonte, que se había refugiado en la misma sierra, roba el asno de Sancho. A la mañana siguiente Sancho se da cuenta y se entristece tanto que su amo promete darle una cédula de cambio, con la cual su sobrina le dará tres de los cinco asnos que hay en su casa.
Don Quijote elige un lugar agradable cerca de un arroyo y allí comienza a fingir que está loco. Le dice a Sancho que espere tres días antes de partir, y que en ese tiempo verá las locuras que hace por Dulcinea. El escudero le responde que no hace falta más que ver unas pocas.
Don Quijote dice que escribirá la carta para Dulcinea en el cuaderno que hallaron y le pide a Sancho que luego la haga copiar en un papel por un maestro de escuela o por un sacristán. Respecto de la firma, dice que basta poner “Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura.” Dice que ella no sabe leer ni escribir y que es muy discreta, y menciona el nombre de los padres. Al oírlos, Sancho se sorprende mucho, pues conoce muy bien a su vecina Aldonza Lorenzo, a quien el hidalgo llama Dulcinea. Dice que tiene mucha fuerza, es valiente y nada melindrosa. Don Quijote explica que para los fines que él persigue basta con que la alabe como a una princesa, como el resto de poetas, y que tampoco las damas a los que ellos cantaron son reales. Don Quijote escribe la carta de amor y la cédula de cambio y se las lee. Le dice a Sancho que ponga unas ramas a modo de mojones para encontrar el camino a su regreso. Antes de irse, éste le pide que haga alguna locura para que él pueda jurar que las vio, y el hidalgo se desnuda de la mitad del cuerpo para abajo, salta golpeándose los pies con las manos y da unas vueltas apoyando sus manos en el suelo.
Capítulo 26: Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena
Don Quijote se queda solo y duda si imitar las locuras que hizo Roldán después de enterarse de los amores de Angélica con el moro Medoro, o entregarse a una penitencia como la de Amadís de Gaula, quien después de verse desdeñado por Oriana, se retira a Peña Pobre junto con un ermitaño, y se dedica a llorar y a encomendarse a Dios.
Decide imitar al segundo, porque no hay posibilidades de que Dulcinea haya conocido a un moro, y porque no le encuentra sentido a arrancar árboles y enturbiar las aguas de un río como hizo el primero. Luego se fabrica un rosario con tela de la camisa para rezar, y escribe algunos versos de los que se conservan algunos pocos.
Al día siguiente de su salida, Sancho Panza llega a la venta donde había sido manteado, y no quiere volver a entrar. El cura y el barbero de su pueblo justo están saliendo de allí y lo reconocen a él y al caballo del hidalgo. Entonces lo saludan y le preguntan por su amo. Éste da respuestas evasivas, pero los otros lo convencen de que hable, puesto que de lo contrario sospecharían que mató al hidalgo y se quedó con su caballo. Sancho les da más detalles y ellos le piden que les muestre la carta a Dulcinea. Cuando el labrador busca el cuaderno, se da cuenta de que no la tiene, y se desespera porque allí también estaba la cédula de cambio que tenía que mostrarle a la sobrina de don Quijote para que le diera los asnos. El cura lo consuela diciendo que cuando encuentren al hidalgo éste le hará otra cédula. Él les dice que se acuerda de la carta de memoria y cuando ellos le piden que les diga lo que dice, solo recuerda disparates y frases inconclusas.
Luego les cuenta los planes de don Quijote de hacerse emperador y casarlo a él con una doncella heredera de grandes tierras. El cura y el barbero se sorprenden de la locura del hidalgo y de que el labrador se haya dejado llevar por ella, pero lo dejan seguir con sus creencias por considerar que no le hacen daño. Le dicen incluso que es factible que con el tiempo el hidalgo se convierta en emperador, o al menos en arzobispo. Esta última idea no le gusta a Sancho, porque el cura le dice que un arzobispo podría darle una sacristía, y él sabe que no tiene las condiciones para ese cargo.
El cura y el barbero van a comer, y él les pide que le traigan algo de comida caliente, ocultándoles el motivo por el que no quiere entrar. Ellos así lo hacen. Finalmente al cura se le ocurre una idea para llevar al hidalgo de regreso a su casa y se la dice al barbero. La idea es disfrazarse de doncella andante y que el barbero se disfrace de escudero. La doncella le pedirá al hidalgo que la acompañe a vengar un agravio que le hicieron y asimismo le rogará quedarse con su antifaz hasta que esté cumplida la misión.
Capítulo 27: De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia
El barbero está de acuerdo con la idea del cura y ambos le piden a la ventera ropa para el disfraz. El barbero además se fabrica una gran barba con el pelo de una cola de buey que el ventero usa para colgar un peine. El cura le cuenta a los venteros el motivo por el cual se disfrazan, y ellos se dan cuenta de que el loco al que van a buscar es el huésped que se había alojado hace poco. entonces le cuentan todo lo que les sucedió en la venta a él y a su escudero.
La ventera ayuda al cura a disfrazarse de doncella, pero cuando éste sale de la venta, le dice al barbero que es mejor que cambian los disfraces, porque el suyo es indecente para un cura. El barbero está de acuerdo, pero dice que se disfrazará luego. Sancho los ve y se ríe de sus vestimentas. Ellos le explican el plan que tienen. Sancho los conduce a la sierra y les cuenta todo lo que les sucedió con el joven loco.
Al día siguiente llegan a la parte del camino donde Sancho había dejado las ramas para orientarse, y va él solo a buscar a su amo y a decirle, tal como los otros le habían indicado, que le dio la carta a Dulcinea y que ella no la leyó, pues no sabe leer, pero que le pidió que vaya a verla enseguida.
El cura y el barbero se quedan esperando a Sancho y a don Quijote en un sitio agradable junto a un arroyo y allí comienzan a escuchar una voz dulce que canta versos sobre el desengaño amoroso. Cuando termina, ellos se quedan admirados de la destreza del cantor y quieren ir a buscarlo, pero se detienen porque empieza a recitar un soneto. Luego descubren que es el joven de quien Sancho les habló y el cura intento persuadirlo de que deje esa vida miserable que está llevando. Cardenio les pide que escuchen su historia para que entiendan por qué está en esas condiciones.
Cardenio cuenta el relato tal como lo relató anteriormente, y luego prosigue con la historia más allá del punto donde se había detenido. Les cuenta que Luscinda le devuelve el libro Amadís de Gaula con una carta para él en la que lo incita a que se casen. Cardenio le dice a Fernando que teme que su padre no acceda a convenir el matrimonio hasta que no sepa los propósitos del duque Ricardo. Fernando responde que él hablará con su padre para que acuerde el matrimonio, pero le pide que vaya a pedirle dinero a su hermano mayor. Cardenio se despide de Luscinda antes de emprender el viaje, y ella se muestra muy triste. El hermano de Fernando quiere retenerlo allí unos días, pero llega un mensajero con una carta para Cardenio en la que Luscinda le cuenta que Fernando le ha pedido su mano a su padre, y que se casarán en poco tiempo. Luscinda le pide que regrese y éste lo hace inmediatamente. Llega a la casa de ella el día de la boda. Ella le pide que presencie la boda y vea lo que se propone hacer. Él responde que tiene una espada para defenderla o para suicidarse si no puede hacerlo, pero ella no alcanza a escucharlo porque alguien la llama y se va apresuradamente. Cardenio consigue entrar a la sala donde se celebra la boda, y escucha que cuando el cura le pregunta a Luscinda si quiere a Fernando por esposo, ella responde con voz débil que sí. Fernando también lo afirma, y después de que el matrimonio queda establecido, Luscinda se desmaya. Le abren el vestido por la parte del pecho, para que pueda respirar mejor, y ven que allí tiene una carta. Fernando la toma, se aparta para leerla, y luego se queda pensativo. Cardenio se va sin vengarse de los recién casados, cabalga tres días, y se va al lugar más cerrado de la sierra. Allí se muere su mula. Un día se despierta tendido en el suelo y unos cabreros le cuentan los disparates que había dicho. Desde entonces sabe que en ocasiones pierde el juicio. Cardenio termina su relato e insiste en que es inútil que intenten convencerlo de que mejore su forma de vida. El cura quiere consolarlo, pero en ese momento escuchan una voz que se lamenta diciendo lo que se narrará a continuación, en la cuarta parte de la historia de Cide Hamete Benengeli.
Análisis
En estos capítulos se presenta la historia de Cardenio, narrada por él mismo. Su relato inicia en el capítulo 24, con don Quijote, Sancho Panza y un cabrero como audiencia. Luego de la interrupción de don Quijote, el relato queda incluso hasta el capítulo 27, donde el mismo narrador cuenta el final de la historia, pero, esta vez, para otros receptores: el cura y el barbero.
En el capítulo 24 Cardenio advierte que no debe ser interrumpido, y esto le recuerda a don Quijote el cuento que Sancho le había contado poco antes sobre la pastora Torralba (cap. 20), el cual quedó inconcluso después de su interrupción.
A pesar de que el hidalgo promete no interrumpirlo, no puede contener sus palabras cuando Cardenio menciona el libro Amadís de Gaula, el libro que antes había señalado como el padre de todas las novelas de caballería (cap. 13), y de cuyo protagonista dirá más adelante que es el ejemplo perfecto que todo caballero debe imitar: “Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos.” (p. 170).
Luego de la interrupción, Cardenio no retoma su relato, sino que dice que “sería un majadero el que lo contrario entendiese o creyese, sino que aquel bellaconazo del maestro Elisabat estaba amancebado con la reina Madasima” (p. 167). Don Quijote entiende esto como un insulto a Madasima, ya que Cardenio le atribuye una relación amorosa ilícita con una persona de rango inferior. Esto explica la reacción del hidalgo, que lo insulta y lo desafía a un duelo.
En el capítulo 25 don Quijote demuestra una gran lucidez para distinguir entre la literatura y la vida. En primer lugar, le explica a Sancho que los grandes poetas representaron a sus héroes no como ellos fueron, "sino como habían de ser, para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes” (p. 170). En segundo lugar, muestra la distancia entre la ficción y la realidad cuando explica que los poetas representan a las damas de un modo literario y que, a veces, esas damas ni siquiera existen:
Sí, que no todos los poetas que alaban damas debajo de un nombre que ellos a su albedrío les ponen, es verdad que las tienen. ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Galateas, las Fílidas y otras tales de que los libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las fingen por dar subjeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo. (p. 176)
De la misma manera, el hidalgo puede ver la distancia que separa a la imaginaria Dulcinea de Aldonza Lorenzo, la mujer en quien se inspira, aunque eso no significa mucho para él:
Así que, Sancho, por lo que yo quiero a Dulcinea del Toboso, tanto vale como la más alta princesa de la tierra. (…) Y, así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa poco, que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. (p. 176)
El personaje de Aldonza Lorenzo nunca aparece en la novela, y solo sabemos lo que dicen de ella el hidalgo y Sancho Panza. Acá se revela la perspectiva de Sancho sobre ella. Él la conoce muy bien, pues vive en su misma aldea, y no puede salir del asombro cuando se da cuenta de que es a ella a quien don Quijote llama “Dulcinea”. La descripción del labrador contrasta fuertemente con la idealización del hidalgo:
Bien la conozco -dijo Sancho-, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario de la aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire. (p. 175)
Sancho la describe como fuerte, valiente (“de pelo en pecho”), robusta (“que rejo que tiene”), con una voz muy potente, y nada melindrosa. Además “cortesana” puede interpretarse como “mujer cortés”, pero también “prostituta”, y “burlarse” puede entenderse como “tener relaciones amorosas con alguien”, tal como vimos anteriormente (ver análisis de los capítulos 21-23). Todas estas características alejan completamente a Aldonza Lorenzo de la idealización de la mujer propia del amor cortés y de la literatura caballeresca.
Respecto de la penitencia amorosa, el hidalgo sigue principalmente el modelo de su héroe Amadís, por ser el más destacado de los caballeros andantes y porque, como dijo más arriba, “cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe, y esta mesma regla corre por todos los más oficios o ejercicios de cuenta que sirven para adorno de las repúblicas” (p. 170). Así, dice:
Desta mesma suerte, Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto ansí, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare estará más cerca de alcanzar la perfeción de la caballería. Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue cuando se retiró, desdeñado de la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre (…) (p.170)
Además, en su penitencia, el hidalgo combina las acciones de Amadís, con las de otro modelo literario, el famoso caballero Orlando, héroe del poema épico italiano Orlando furioso, a quien él llama “Roldán” por ser su nombre traducido al Castellano. Este caballero cometió muchas locuras después de enterarse de los amores de su amada Angélica con Medoro, sin embargo Don Quijote solo quiere hacer un “bosquejo” en donde se representen las esenciales:
¿Ya no te he dicho -respondió don Quijote- que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán, cuando halló en una fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas y hizo otras cien mil insolencias dignas de eterno nombre y escritura? Y, puesto que yo no pienso imitar a Roldán, o Orlando, o Rotolando (que todos estos tres nombres tenía), parte por parte, en todas las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el bosquejo como mejor pudiere en las que me pareciere ser más esenciales. (pp. 170-171)
Estas locuras quedan ridiculizadas en manos del hidalgo, cuando al final del capítulo se limita a dar vueltas en el aire con medio cuerpo desnudo: "(…) dio dos zapatetas en el aire y dos tumbas la cabeza abajo y los pies en alto, descubriendo cosas que, por no verlas otra vez, volvió Sancho la rienda a Rocinante y se dio por contento y satisfecho de que podía jurar que su amo quedaba loco.” (p. 179).
Más adelante, en el capítulo 26, el hidalgo no sabe si “imitar a Roldán en las locuras desaforadas que hizo, o a Amadís en las melancólicas” (p. 180). Finalmente se decide por seguir el modelo del segundo, pues las acciones de Orlando no le parecen convenientes: “para qué quiero yo tomar trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a estos árboles, que no me han hecho mal alguno? Ni tengo para qué enturbiar el agua clara destos arroyos, los cuales me han de dar de beber cuando tenga gana” (pp. 180-181).
En este capítulo y en el siguiente, el cura y el barbero, después de enterarse de la situación del hidalgo, pertrechan un plan para rescatarlo. En el claro del bosque, mientras esperan que Sancho vuelva con el hidalgo del lugar donde éste se había quedado haciendo la penitencia, el cura y el barbero se encuentran con Cardenio. Aquí se retoma el relato autobiográfico del personaje, que había quedado inconcluso en el capítulo 24.
Cardenio les cuenta que Luscinda, la mujer que amaba desde joven y con quien estaba a punto de casarse, se casa con el traidor Fernando. El padre de Luscinda aprueba este matrimonio seguramente por su conveniencia, ya que Fernando pertenece a un rango social superior. Cuando está consumado el matrimonio, Luscinda se desmaya y quienes la asisten le encuentran escondido un papel con un escrito. Fernando lo lee, pero Cardenio, como el lector, ignora lo que dice. Cardenio, desesperado y sin saber qué hacer, se marcha hacia la sierra, sin saber lo que ocurre con Fernando y Luscinda.
Esta historia será narrada desde otra perspectiva en el capítulo siguiente, por otro de los personajes involucrados, y con eso se completará la información que este personaje desconoce.