Haldudo afirma querer a Andrés cuando en realidad solo quiere castigarlo.
Don Quijote obliga al labrador Haldudo a jurar que pagará la deuda de sesenta y tres reales a su criado Andrés. Haldudo argumenta que la suma se reduce porque le ha dado a éste tres pares de zapatos y dos sangrías. El hidalgo responde que los zapatos y las sangrías quedan a cuenta por los azotes que su criado recibió injustamente, dado que "si él rompió el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos le habéis rompido el de su cuerpo, y si le sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado; ansí que por esta parte no os debe nada" (p. 42). Tras la partida de don Quijote, el labrador vuelve a azotar a Andrés y toma las palabras del hidalgo para escarnecer a su criado: "Por lo mucho que os quiero, quiero acrecentar la deuda, por acrecentar la paga." (p. 43). De esta manera "acrecentar la deuda" significa "romper su cuerpo y quitarle sanidad". Su comentario es irónico, puesto que es evidente que no actúa por aprecio hacia su criado.
El criado del padre de don Luis afirma que la vestimenta y el lugar donde duerme el caballero son adecuadas a su condición, cuando sabe que no lo son.
Uno de los criados del padre de don Luis encuentra a este en el corral de una venta. Viendo que el joven de condición noble está vestido como un mozo de mulas y que duerme en aquel sitio, lo reprende con palabras irónicas: "Por cierto, señor don Luis, que responde bien a quien vos sois el hábito que tenéis y que dice bien la cama en que os hallo al regalo con que vuestra madre os crio" (p. 330).
El barbero se refiere a don Quijote y a Sancho Panza llamándolos "gentiles" cuando pretende demostrar que son mentirosos.
Don Quijote afirma que ha ganado el yelmo de Mambrino en una guerra justa y exhibe el objeto ante los que están presentes en la venta para demostrarlo. El barbero, a quien le ha quitado lo que en realidad es una bacía, escandalizado, los trata irónicamente a él y a su escudero de "gentiles" para ridicularizarlos ante la audiencia: "¿Qué les parece a vuestras mercedes, señores -dijo el barbero-, de lo que afirman estos gentiles hombres, pues aún porfían que esta no es bacía, sino yelmo?" (p. 335).
El lector sabe que, en realidad, don Quijote lucha contra molinos de viento y no contra gigantes. (Ironía dramática)
Cuando don Quijote cree combatir contra gigantes (capítulo 8), el lector sabe lo el personaje ignora: estos son en realidad molinos de viento. Esto provoca una tensión en el relato, porque hace predecible para el espectador el resultado perjudicial que tendrá la acción para el protagonista.