“Es pérfido aquel amante vulgar que se enamora más del cuerpo que del alma (...), ya que tan pronto como se marchita la flor del cuerpo del que estaba enamorado, «desaparece volando»” (Pausanias, “El discurso de Pausanias”, p.712. Línea 183e) (Metáforas)
Pausanias distingue entre dos tipos de amor: uno celestial, vinculado al Eros Uranio y a la preferencia de la belleza del alma por sobre el cuerpo; y otro vulgar, asociado al Eros Pandemo y presente en las personas que priorizan la belleza exterior a la del alma. En este pasaje, Pausanias critica duramente a aquellos hombres que solo se interesan por la belleza corporal de los jóvenes, pero que se alejan de ellos ni bien comienzan a envejecer. Para ello caracteriza el cuerpo como una flor, que es bella en su juventud, pero con el tiempo envejece, se marchita y se vuelve fea. Además, la cita presenta otra metáfora, ya que al criticar a personas que solo se enamoran superficialmente, dice de ellos que “desaparecen volando” cuando su objeto amado pierde su juventud. En este punto, la metáfora subraya la velocidad con la que el amor superficial se desvanece, llevando a los amantes a huir con velocidad, como aves.
“Después de tirar la piedra —dijo Erixímaco— Aristófanes, crees que te vas a escapar” (Erixímaco, “El discurso de Erixímaco”, p.720. Línea 189b) (Metáfora)
Luego de que Erixímaco tome la palabra, Aristófanes se burla de él aludiendo a lo dicho en su discurso de alabanza a Eros. En ese momento, Erixímaco señala que ahora es el turno de Aristófanes y que, como represalia, le tocará a él estar atento a sus palabras para reírse de ellas. Frente a ello, Aristófanes le pide que se olvide de sus burlas, puesto que tiene miedo de decir “cosas ridículas” (720. Línea 189b). Como respuesta, Erixímaco responde con la metáfora aquí citada para criticar el intento de su interlocutor de querer salir ileso luego de haberlo injuriado. En esta metáfora, las burlas se presentan como una piedra lanzada contra alguien y el propio Aristófanes como quien, tras haberla arrojado, intenta escapar de la situación.
“(...) vuelto a ese mar de lo bello y contemplándolo, engendrará muchos bellos y magníficos discursos y pensamientos en ilimitado amor por la sabiduría” (Diotima, “El discurso de Diotima”, p.748. Línea 210d) (Metáfora)
La escalera del amor remite a los pasos a seguir que Diotima le enseña a Sócrates en su iniciación erótica, y que tienen como objetivo alcanzar la contemplación de la Idea de belleza. El iniciado en este aprendizaje comienza por acceder a la belleza a través de la dimensión sensible, es decir, enamorándose de un cuerpo bello y, tras él, de todos los cuerpos bellos en su conjunto. Luego, uno consigue percibir la belleza, no en los cuerpos, sino en una dimensión ético-política; es decir, en las leyes y en las normas de conducta. Tras atravesar esta etapa, el iniciado en los ritos del amor consigue apreciar la belleza en las ciencias y, en palabras de Diotima, ‘el mar de lo bello’ se abre ante sus ojos. Esta metáfora da cuenta de lo inconmensurable que es la belleza, no ya como algo situado en cuerpos o prácticas específicas, sino como un ideal, como una esencia infinita. En el discurso de Diotima, es luego de esta etapa que el iniciado consigue aprehender la Idea de belleza por fuera de todas sus manifestaciones materiales e imperfectas. Para más información visitar el tema “Idea de belleza”.
“Y afirmo, además, que se parece al sátiro Marsias” (Alcibíades, “El discurso de Alcibíades”, p.754. Línea 215c) (Símil)
En su discurso, Alcibíades caracteriza a Sócrates mediante esta comparación con el sátiro Marsias. Los sátiros son figuras mitológicas asociadas a Dionisio, dios del vino y la fertilidad. Para el momento histórico en el que se enmarca esta obra, los sátiros aún eran caracterizados en la cultura griega como criaturas barbudas y ancianas, por lo que la comparación con Sócrates tiende a presentarlo exteriormente en estos términos. A su vez, Marsias es un sátiro legendario y con grandes dotes para la música, que conseguía que los hombres alcanzaran estados de posesión y éxtasis divino con solo escuchar el sonido de su flauta. Tras presentar esta comparación, Alcibíades afirma que Sócrates tiene el mismo poder que el sátiro, pero en lugar de encantar a las personas con su música, lo hace con meras palabras: “Ya se trate de mujer, hombre o joven quien las escucha quedamos pasmados y posesos” (755. Línea 215d).
“(...) pretendes adquirir lo que verdaderamente es bello a cambio de lo que lo es sólo en apariencia, y de hecho te propones intercambiar «oro por bronce»” (Sócrates, “El discurso de Alcibíades”, p.758. Línea 218e) (Metáfora)
Sócrates utiliza esta metáfora al rechazar las insinuaciones amorosas de Alcibíades para expresar que él saldría perdiendo si se diera un intercambio erótico entre ellos. Cuando Alcibíades se le propone a Sócrates, no deja de enaltecer sus virtudes y raciocinio. Ante ello, Sócrates responde que, de ser verdad lo que dice, su propia belleza interior vale mucho más que la bella apariencia de Alcibíades, de modo que el vínculo entre ellos sería tan injusto como cambiar oro, de gran valor, por cobre, inferior a él. En realidad, la metáfora es una alusión a un pasaje de la Ilíada, en la que Glauco y Diomedes intercambian sus armaduras en reconocimiento de su amistad. En este intercambio, Glauco ofrece su armadura de oro y recibe en cambio la Diomedes, que es de bronce. En el texto se insinúa que el intercambio se produce bajo una mala iluminación y Glauco cometió una acción poco sensata, enfatizando con ello el carácter injusto del intercambio.