Resumen
Erixímaco amplía la definición de Pausanias respecto de las dos clases de Eros, y sostiene que el amor no solo se presenta en los humanos, sino que lo hace en todas las partes del universo, incluido el reino animal y el mundo de las plantas. Esta lección la aprendió gracias a la medicina, su campo de acción, por lo que todo su discurso se sostiene en relación a sus conocimientos en el tema.
Erixímaco considera que dos formas de amor distintas prevalecen en los cuerpos: una presente en los cuerpos sanos —un amor bueno— y otra en los enfermos —un amor malo—. Como el objeto de la medicina es favorecer los elementos sanos, es necesario reconocer las operaciones amorosas que se producen dentro del cuerpo. De esta manera, el médico más experto es “el que distingue en ellas el amor bello y el vergonzoso” (716. Línea 186d) y consigue que el amor sano —bello y bueno— prevalezca sobre el enfermo —feo y malo—. Guiado por Eros, el médico tiene que estimular las relaciones amorosas entre los elementos más enemistados del cuerpo para que haya armonía entre ellos, haciendo afines “Lo frío de lo caliente, lo amargo de lo dulce, lo seco de lo húmedo y todas las cosas análogas” (717. Línea 186c).
Tal como sucede con la medicina, la gimnástica, la agricultura y la música también se encuentran gobernadas por Eros. La música, por ejemplo, también busca la armonía entre elementos discordantes, como los agudos y los graves, y requiere de “un conocimiento de las operaciones amorosas en relación con la armonía y el ritmo” (717. Línea 187c). El amor afecta toda la naturaleza, e incluso las interacciones entre humanos y dioses. Regula la adivinación, mediando en la comunicación entre los dioses y los hombres, y se encuentra también en las estaciones, ya que, cuando existe un desorden en sus relaciones amorosas, suceden las plagas y los terribles acontecimientos climáticos. El poder de Eros, en suma, es absoluto.
Al final de su discurso, Erixímaco le da la palabra a Aristófanes, cuyo hipo ha cesado gracias al consejo de que intente estornudar. Aristófanes retoma en broma el discurso de Erixímaco, preguntándose si la parte ordenada de su cuerpo necesitaba de “semejantes ruidos y cosquilleos” (719. Línea 189a) para estornudar y curarse el hipo. Erixímaco le advierte que está a punto de comenzar su propio discurso, y que eso también lo hace vulnerable a las bromas de los demás. Sintiéndose amenazado, Aristófanes ríe y pide que olvide su broma.
Análisis
El discurso de Erixímaco debe interpretarse en relación con su ejercicio como médico, ya que él atribuye la medicina al dominio de Eros en general: “Y comenzaré a hablar partiendo de la medicina, para honrar así mi arte” (716. Línea 186b), afirma. Para él, Eros es una potencia universal que regula todos los aspectos del cosmos mediante su capacidad para armonizar las cosas, es decir, para unir y producir un equilibrio entre cosas y fuerzas antagónicas.
Cabe destacar que su definición de la medicina como una ciencia que busca la armonía entre los elementos corporales se encontraba bastante generalizada en la antigua Grecia. De hecho, es uno de los fundamentos principales de la doctrina practicada y difundida por Hipócrates, famoso médico griego del siglo V a.C., que es conocido por muchos como el padre de la medicina occidental. Él es el fundador de la escuela hipocrática, que sostiene que toda enfermedad se produce por un desequilibrio entre los cuatro humores, fluidos corporales que regulan la salud y el estado anímico de las personas. Su práctica médica, entonces, consistía en favorecer la armonía entre estos elementos. Seguramente, la concepción médica de Erixímaco se encuentre influenciada por dicha teoría, al igual que por otras ampliamente difundidas en la época.
La crítica tiende a coincidir en que Platón realiza una sátira sobre el discurso de Erixímaco, debido a que este se autoadjudica una gran importancia personal y tiene una alta opinión de sí mismo. En parte, esto se produce debido a su ejercicio como médico, profesión de gran consideración en la época. La opinión de la crítica apela a que el tono de su discurso es pedante y aprovecha todas las oportunidades posibles para exponer sus conocimientos de medicina.
Sobre ello, debemos recordar que el método socrático exige cierta humildad por parte del iniciado en cualquier estudio, humildad que implica un reconocimiento de la ignorancia constitutiva que todas las personas tenemos respecto a las grandes preguntas existenciales. En la filosofía socrática existe la creencia de que las personas nos arraigamos a ciertas ideas preconcebidas acerca de las cosas para no someternos a la incertidumbre de la ignorancia. De esta manera, la seguridad que manifiesta Erixímaco en su discurso adquiere en esta obra una connotación negativa, puesto que, al aferrarse a sus conocimientos, no se abre a la posibilidad de un estudio profundo que le permita arribar a la verdad de las cosas.
Cabe destacar el carácter desapegado con el que Erixímaco trata el tema del amor. Lejos de abordar la cuestión del modo más esperado, es decir, como las relaciones interpersonales entre los enamorados, la plantea objetivamente y presenta el amor en su carácter más universal y científico. Con ello, su discurso se separa significativamente de los que lo precedieron, Fedro y Pausanias, quienes abordaron la existencia de Eros en relación con la virtud y las buenas costumbres de las personas, así también como con las relaciones entre amantes y amados.
En este mismo sentido, las palabras de Erixímaco anticipan lo que será uno de los peldaños de la escalera del amor tal cual la presenta Diotima. En el diálogo que Sócrates recrea con esta mujer, se explica que todo iniciado en los ritos eróticos puede ascender en sus conocimientos sobre el amor, llegando al punto en que dejará de apreciar la belleza de los cuerpos para empezar a encontrarla en las ciencias y las artes. Este es el último peldaño antes de poder contemplar la Forma o Idea de belleza, la esencia misma de esta.
Cuando Erixímaco termina su discurso, le toca a Aristófanes tomar la palabra, ya que había cedido su lugar porque un ataque de hipo no lo dejaba hablar. En ese momento, Aristófanes se burla de Erixímaco aludiendo a su discurso: “Me pregunto con admiración si la parte ordenada de mi cuerpo desea semejantes ruidos y cosquilleos como el estornudo” (719. Línea 189a). El comentario de Aristófanes es claramente irónico, ya que la admiración que dice sentir está lejos de ser sincera. Sobre este episodio, la crítica tiende a enfatizar el hecho de que Aristófanes es un poeta cómico, y que su modo de satirizar aquello que considera falto de sustento se produce a través de la ironía.