El castillo de Otranto cuenta la historia del príncipe Manfred y su familia, formada por su esposa Hippolita y sus hijos Conrad y Matilda. La historia comienza el día de la boda de Conrad y la princesa Isabella. La boda no se celebra, ya que Conrad muere aplastado por un yelmo gigante, momentos antes del evento. Entre la multitud se encuentra un campesino joven y apuesto llamado Theodore, que piensa que el yelmo se parece al de la estatua del fundador de Otranto, Alfonso. Aunque no tiene motivos para sospechar quién causó la muerte de Conrad, Manfred monta un escándalo por la supuesta culpabilidad del campesino y lo encarcela, usando el yelmo como prisión.
La muerte de su hijo aterroriza a Manfred, que cree que empieza a cumplirse la profecía de que el castillo dejará de pertenecer a su familia. Manfred trama divorciarse de su esposa Hippolita, alegando que no le ha dado un heredero adecuado y afirmando que son parientes, para así poder casarse él mismo con Isabella y asegurar así un nuevo heredero. Aunque empiezan a suceder cosas extrañas en el castillo, Manfred no se deja disuadir de llevar a cabo su plan. Cuando Manfred le cuenta su propósito a Isabella, ella se horroriza y huye por un pasadizo subterráneo del castillo. Allí se encuentra con Theodore, que logró escapar del yelmo y la ayuda a escapar a un convento cercano.
Justo cuando Isabella logra escapar, Manfred llega y enfrenta a Theodore. El campesino le dice que no sabe nada de Isabella, pero el orgullo y la rabia de Manfred persisten, por lo que obliga a Theodore a permanecer en el castillo. Matilda, la hija de Manfred, escucha el canto lastimero de Theodore y habla brevemente con él, admirando su piedad y preguntándose si puede ayudarle.
El fraile Jerome llega al castillo y le asegura a Manfred que Isabella está a salvo, pero también advierte que el plan de Manfred de divorciarse de su esposa y casarse con la joven ofende al Cielo. Manfred sigue obstinado en su plan y ordena la ejecución de Theodore. Cuando el campesino se quita la camisa, Jerome reconoce la marca en su hombro y lo identifica como su propio hijo, perdido durante años. Theodore, pues, es el heredero de Jerome, que fue conde de Falconara antes de que su casa se arruinara y él se volviera religioso. Jerome suplica por la vida de su hijo y Manfred se ofrece a perdonarlo a cambio de la liberación de Isabella.
Un heraldo les interrumpe y anuncia que ha llegado un gran caballero para rescatar a Isabella. Manfred invita al misterioso caballero, cuyo rostro oculta bajo la armadura, a su castillo, para ponerlo a favor de sus propósitos. Jerome regresa para advertir que Isabella ha escapado del convento y se reanuda su búsqueda. Mientras tanto, Matilda libera a Theodore de su prisión y le ayuda a armarse y huir del castillo. Theodore encuentra a Isabella en el bosque y la esconde en una cueva, jurando protegerla. El gran caballero llega y reclama a la muchacha, pero Theodore, creyendo que es un aliado de Manfred, se enfrenta a él en combate. Herido de gravedad, el caballero revela que es Frederic, el padre de Isabella, dado por muerto en Tierra Santa. Isabella llora por él y Theodore la ayuda a llevarlo al castillo.
Una vez allí, descubren que las heridas de Frederic no son letales. Manfred trata de persuadir a Frederic de que se case con Matilda, a cambio de poder casarse él con Isabella. Su intención es mantener Otranto a su nombre, ya que sabe que la línea de Frederic también ha reclamado por el linaje de Alfonso. Frederic se muestra receloso al principio, pero se siente muy atraído por Matilda y por eso acepta. Isabella y Matilda se revelan mutuamente su amor por Theodore, pero Isabella admite que el joven ama a Matilda. Hippolita censura los sentimientos de las jóvenes e Isabella le revela las intenciones de Manfred para con ella. Como la esposa abnegada que es, Hippolita concede el divorcio, aunque solicita el consejo de Jerome. También le cuenta a Matilda sobre el plan de casarla con Frederic, a lo que Matilda no quiere acceder, enamorada como está de Theodore.
Manfred cree que Isabella se reunirá con Theodore en la iglesia, así que va hasta allí cargando un cuchillo. En realidad, es Matilda la que ha quedado con Theodore, pero Manfred no lo sabe y mata accidentalmente a su propia hija. La conmoción sacude a la familia y a todos los demás. Theodore se revela finalmente como el verdadero príncipe de Otranto. Manfred, afligido y arrepentido por la muerte de su hija, abdica al principado y se retira para llevar una vida religiosa junto a su esposa. Theodore toma el mando de Otranto y se casa con Isabella, pues ella es la única que puede comprender verdaderamente el dolor de haber perdido a Matilda.