El hombre que fue jueves

El hombre que fue jueves Símbolos, Alegoría y Motivos

La linterna eclesiástica (Alegoría)

La linterna que el coronel Ducroix toma de la casa de su amigo el doctor Renard -“la linterna eclesiástica” (p. 145)- sirve a los detectives para alumbrar el camino mientras tratan de huir en automóvil de la fuerza anarquista. Se trata de un objeto antiguo y pesado con una cruz católica en una de sus caras. Toda esa escena, en la que un objeto de antaño y con carácter religioso ayuda a avanzar a una invención moderna como es el auto, constituye una alegoría sobre los límites de la Modernidad y la necesidad de retornar ciertos valores y creencias más tradicionales asociados con la religión católica.

La mancha negra (Símbolo)

Durante la huida de los detectives, sus perseguidores están vestidos de negro y usan antifaces del mismo color. En ese momento, el narrador describe al grupo de anarquistas que los persigue como una “mancha negra” (p. 139). Esto puede leerse como un símbolo: por un lado, el color negro es asociado tradicionalmente con el movimiento anarquista; por el otro, la idea de que una mancha negra asedia a los hombres hace pensar en la anarquía como una enfermedad o una peste con extrema fuerza destructora.

Londres (Motivo)

La capital inglesa es el escenario principal de la novela. Además de enmarcar las acciones, se vuelve parte de la trama cuando Chesterton la nombra deliberadamente en la mayoría de los episodios de la novela, incluidas la primera y última línea. En este punto, la mención constante a los distintos espacios londinenses se vuelve un motivo reiterado a lo largo de toda la historia.

La importancia de Londres radica, sobre todo, en el valor histórico que tiene para la contextualización de una historia que se desarrolla en la transición del siglo XIX al siglo XX. La capital inglesa es protagonista a través de sus sitios referenciales, barrios y calles -el río Támesis, la zona portuaria, los salones, la estación Victoria, la catedral de San Pablo, Leicester Square, Baker Street y Sloan Square, por nombrar algunos-, y contribuye con el desarrollo de la trama a través de sus diferentes facetas y formas de mostrarse: de día, de noche, con distintos climas, a través de diferentes vistas y ambientes.

La nube negra de langostas (Símbolo y alegoría)

En otro momento de la persecución de los anarquistas con los detectives, la narración se detiene en una imagen que ve Syme mientras se alejan de la posada donde les dan unos caballos para poder huir: “Sobre la colina y detrás del posadero, vio aparecer un ejército de hombres vestidos de negro. Parecían suspendidos sobre la cabeza de aquel hombre honrado y sobre su casa como una nube negra de langostas” (p. 141).

Esta cita introduce un símil y una metáfora que funcionan también como símbolo y alegoría. Por un lado, en términos simbólicos, las langostas representan -al igual que el anarquismo para Syme- el mal y la destrucción, en el sentido de que se trata de insectos que consumen y destrozan los cultivos de los humanos, ocasionando pérdidas enormes.

A su vez, la cita permite pensar una composición alegórica del anarquismo como castigo divino. En el libro, los anarquistas son enviados por Domingo, que representa la figura de Dios, lo que puede considerarse una alegoría de una de las calamidades -la plaga de langostas- con las que, según el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana, Dios castigó al reino de Egipto por no dar la libertad a sus esclavos.

Además, el hecho de que la perspectiva de Syme coloque a esa “nube negra” sobre la cabeza del posadero, permite pensar en la metáfora de las ideas anarquistas como una plaga que viene a contaminar las mentes de los hombres.

La oscuridad y la luz (Símbolo y motivo)

Las descripciones de los espacios -y también de algunos personajes- oscilan entre la luz y la oscuridad, entre escenarios más o menos iluminados. De acuerdo al tipo de circunstancias que propician las acciones, los pasajes descriptivos conforman escenas diurnas, iluminadas y relajadas, o, en su defecto, ambientes más nocturnos, oscuros y opresivos. Lo mismo ocurre con las descripciones de algunos personajes.

La reiteración del recurso hace que la luz y la oscuridad puedan considerarse motivos en esta obra. Pero su uso trae aparejada otra lectura posible que los convierte también en símbolos: la luz y la oscuridad, y el modo en que caracterizan escenarios y personajes, representan las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, respectivamente. Los momentos de la trama cargados de luminosidad u oscuridad responden a una necesidad de asociarlos a situaciones más o menos agradables tanto para los personajes como para el lector.

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