Resumen
Adichie da comienzo a El peligro de la historia única presentándose como narradora o contadora de historias (en inglés, storyteller), y anticipando que relatará una serie de experiencias personales a lo largo de la conferencia. Lo primero que cuenta, entonces, es que desde muy pequeña se interesa por la lectura y la escritura. Sin embargo, toda la literatura infantil que lee en esa época cuenta historias británicas o estadounidenses, cuyos personajes son niños rubios de ojos celestes que juegan en la nieve, comen manzanas y beben cerveza de jengibre.
Esto resulta problemático porque Adichie crece en Nigeria y no se parece a los personajes de esas historias: su pelo es crespo, su piel es marrón, vive en un lugar caluroso y la fruta que suele comer es el mango. Como las historias que lee no se corresponden ni se parecen a su realidad, la autora internaliza la idea de que no puede haber personajes como ella en la ficción. De hecho, ella misma escribe historias desde los siete años, pero en sus primeros textos los personajes también son rubios, juegan en la nieve y comen manzanas.
Durante algún tiempo, entonces, Adichie está convencida de que los libros deben ser protagonizados por extranjeros y tratar sobre temas con los que ella misma no se siente identificada. Sin embargo, su percepción cambia cuando crece y comienza a leer novelas escritas por autores africanos. En este punto, la autora alude explícitamente a dos escritores: el nigeriano Chinua Achebe (1930-2013) y el guineano Camara Laye (1928-1980). Gracias a sus libros, la protagonista se da cuenta de que en la literatura también puede existir gente como ella, es decir, personas de piel oscura y cabello crespo. A partir de ese momento, comienza a escribir sobre temas con los que se siente identificada. En este punto, afirma que descubrir a los autores africanos la "salvó de conocer solo un relato de lo que son los libros" (10).
La narradora cuenta que pertenece a una familia nigeriana convencional de clase media. Sus padres han trabajado en la universidad; el padre, como profesor, y la madre, como administrativa. Las familias de esta clase social en Nigeria, de acuerdo con la propia autora, suelen tener empleados domésticos. Fide es un joven que trabaja como empleado en la casa de la autora. El muchacho pertenece a una familia de bajos recursos económicos que vive en una aldea rural de Nigeria. La madre de Adichie siempre repite que Fide es pobre y les dice a Chimamanda y sus hermanos que deben comer toda la comida porque hay personas que, como Fide, deben vivir con muy poco.
Un sábado, la joven Chimamanda visita la aldea de Fide y observa que su hermano es un artesano talentoso que crea hermosas canastas de rafia. Esto le resulta sorprendente, porque ella ha fijado una historia única que define a la familia de Fide como pobre y, por lo tanto, no los ha creído capaces de crear algo bello. Antes solo podía definirlos a partir de la pobreza, pero ahora su percepción ha cambiado.
Años más tarde, Adichie se muda a Estados Unidos para terminar su formación universitaria. Allí, comparte su habitación con una joven estadounidense que se sorprende porque Chimamanda habla muy bien en inglés: la chica no sabe que también es la lengua oficial de Nigeria. Esta joven solo ha escuchado y leído historias negativas sobre África y cree que son ciertas. Por ejemplo, piensa que la protagonista escucha "música tribal" (12) y que no sabe usar el horno en la cocina. La historia única que circula en occidente sobre el continente africano lo define como un lugar de paisajes y animales hermosos, pero pobre, lleno de enfermedades y guerras, y habitado por personas que son meras víctimas de diferentes catástrofes. La compañera de habitación, pues, no sabe que existen muchas cosas positivas sobre África porque no se suele hablar de ellas y está predeterminada para sentir lástima por cualquier persona africana.
En este punto, Adichie comenta que es a partir de su experiencia en Estados Unidos que comienza a identificarse conscientemente como africana, porque en ese país los demás la tratan como una representante de todos los asuntos relacionados con África, a pesar de que ella no conoce en profundidad las realidades de todos los países del continente. Ahora piensa en sí misma como una africana. De todos modos, le sigue molestando que, con frecuencia, la gente se refiera a África como si fuera un solo país.
Análisis
El peligro de la historia única es un discurso oral ofrecido por Chimamanda Ngozi Adichie en el marco del evento TedGlobal realizado en Vancouver en 2009. Es por eso que el registro original de este texto es un video donde podemos escuchar y ver a la autora. Además, en 2019, el discurso se publica como libro en español. Tanto en su formato oral como en el escrito, este texto puede pensarse como un ensayo. Si bien no presenta una estructura muy rígida, al comienzo introduce el concepto de "historia única" (7) y afirma que se trata de algo peligroso. A continuación, ofrece una larga serie de experiencias personales, narradas de manera atrapante, que funcionan como argumentos: cada una de estas anécdotas va demostrando que las historias únicas son, en efecto, peligrosas. Para terminar, Adichie defenderá la importancia de rechazar la historia única y de contar relatos múltiples y diversos.
Cabe destacar que desde la primera frase del discurso, la autora se define a sí misma como narradora o contadora de historias, posibles traducciones al español de la palabra inglesa storyteller. En muchas culturas africanas, y en particular en la cultura igbo, a la que pertenece Adichie, contar historias es una práctica fundamental. Las narraciones guardan la historia, las costumbres y los valores del pueblo igbo. La práctica ancestral es contar historias de manera oral, pero muchos autores nigerianos contemporáneos hoy en día aplican las técnicas del storytelling en sus narraciones escritas, tal como Chimamanda Adichie. Uno de los principios igbo para la construcción de narraciones es que no existe una única verdad, sino que las historias deben presentar realidades múltiples y diversas (Egbunike, 2017). El peligro de la historia única defiende precisamente ese mismo principio.
La primera anécdota relatada en este discurso es especialmente poderosa. La autora dice que ha sido una lectora y escritora precoz: comienza a leer alrededor de los cuatro años y a escribir a eso de los siete. Sin embargo, en ese período solo lee historias británicas y estadounidenses que no representan en absoluto a las personas ni a las realidades nigerianas. Por eso, internaliza la idea de que en la literatura no puede haber personas parecidas a ella, sino que los personajes de ficción siempre deben ser extranjeros. De hecho, cuando comienza a escribir, crea relatos sobre personajes blancos que beben cerveza de jengibre, a pesar de que ella misma no sabe qué es la cerveza de jengibre. La autora asegura que esto es problemático, porque está convencida de que somos muy "impresionables y vulnerables" (9) ante las historias, que estas forman nuestro pensamiento, y que todos necesitamos sentirnos identificados con las que nos rodean.
En ese sentido, Adichie destaca la importante interconexión que existe entre la lectura y la escritura, uno de los temas principales de este discurso. De niña solo conoce historias británicas y estadounidenses, y por eso escribe sobre personajes y realidades extranjeras, pero desde que comienza a leer escritores africanos, va desarrollando su propia voz literaria para "escribir sobre asuntos que reconocía" (10). Adichie comenta: "Así que el descubrimiento de los escritores africanos hizo esto por mí: me salvó de conocer solo un relato de lo que son los libros" (10). Aquello que leemos forma nuestra visión del mundo y, por lo tanto, nuestro pensamiento. Como autora, la protagonista reconoce que la lectura alimenta su capacidad de escribir.
Los ejemplos que se aportan a continuación también se desprenden de experiencias personales de la autora. La anécdota que retrata a Fide, el muchacho que trabaja como empleado doméstico para la familia Adichie, es una crítica aguda a la historia única que define a una persona únicamente a partir de una característica. En este caso, como la madre de la autora siempre repite que Fide es pobre, ella solo puede verlo determinado por la pobreza y, al principio, no puede imaginarlo capaz de ser inteligente o creativo. Por su parte, la referencia a la compañera de habitación estadounidense introduce la problemática de la historia única sobre África, cuestión que se ampliará hasta el final del discurso. La joven estadounidense tiene una visión limitada de África como un continente negativo, donde solo hay hambre, enfermedades y guerras, y cree que las personas africanas son puras víctimas. Así, está llena de prejuicios sobre las personas africanas, y cree que la protagonista ha vivido de manera totalmente precaria. En Estados Unidos, la idea general sobre África es muy reducida, y con frecuencia la gente piensa que es un lugar homogéneo y uniforme en vez de un enorme y diverso continente.