El peligro de la historia única

El peligro de la historia única Resumen y Análisis Segunda parte

Resumen

Adichie expone la existencia de una peligrosa historia única sobre África como un lugar de paisajes hermosos, animales magníficos y personas extrañas. De acuerdo con ese relato, es un continente tomado por las guerras, el hambre y las enfermedades. De inmediato, la autora sostiene que esa idea limitada de lo africano es un motivo de la literatura occidental, desarrollado durante varios siglos. En este punto, cita los escritos de un comerciante londinense llamado John Lok, que en 1561 navega a África occidental y escribe un relato de viaje. En él, Lok sostiene que las personas negras africanas son “bestias sin hogar” (Lok citado por Adichie, 15), y que algunos de ellos no tienen cabeza, sino que llevan la boca y los ojos en el pecho.

Con sarcasmo, Chimamanda asegura que esta idea le causa gracia, y que la imaginación de Lok es admirable. No obstante, se trata de algo peligroso: el relato de Lok da inicio a una tradición literaria occidental que permanentemente refuerza ideas negativas sobre África y los africanos. A continuación, se ofrecen como ejemplo de la continuidad de esta tradición unas palabras del escritor inglés Rudyard Kipling, quien ha afirmado que las personas africanas son "mitad demonio, mitad niño" (Kipling citado por Adichie, 16).

Enseguida, la narradora relata una anécdota de su vida como estudiante universitaria en Estados Unidos. Tras haber escrito una de sus primeras novelas, le pide a un profesor que la lea y le dé sus comentarios y opiniones. Al hacerlo, el hombre le dice que la novela no es “auténticamente africana” (16). Ella se sorprende y se siente confundida. Para el profesor, un relato genuino sobre África no puede estar protagonizado por personajes que se parezcan a él, que tengan una buena formación académica y conduzcan automóviles. En la cabeza de este profesor, una historia “auténticamente africana” (16) debe tener personajes que mueren de hambre.

De inmediato, Adichie amplía sus reflexiones con una autocrítica, ya que afirma que ella misma ha sido culpable de reproducir la historia única sobre otras personas. Al vivir en Estados Unidos, ella fija la caracterización que los medios de comunicación dominantes reproducen sobre las personas mexicanas como inmigrantes que cometen actos ilegales o inmorales. Así, cuando visita México por primera vez, se sorprende al ver que los mexicanos allí trabajan, van al mercado y ríen como cualquier otra persona en cualquier otro país, y se avergüenza porque percibe que ha internalizado una historia única.

La historia única muestra a las personas y a los pueblos como una única cosa y, al repetirse sistemáticamente, se naturaliza y pasa a funcionar como si fuera verdadera y completa. Adichie asegura que las historias únicas están directamente relacionadas con el poder. En este momento, explica un concepto igbo relacionado con la idea occidental de poder: nkali, que quiere decir “ser más grande que otro” (18). Tener en cuenta este principio nos lleva a considerar una serie de preguntas, como ¿quién cuenta las historias?, ¿cómo las cuenta?, ¿cuándo las cuenta?, ¿cuántas historias se cuentan? Aquellos que tienen más poder suelen contar historias sobre sí mismos y sobre los demás, y logran fijarlas como verdaderas.

Tener poder, en este caso, es tener la capacidad de contar las historias sobre los demás e, incluso, de convertirlas en una historia única. Aquí, Adichie cita a un poeta palestino llamado Mourid Barghouti, quien afirma que “si quieres desposeer a un pueblo, la forma más simple de conseguirlo es contar su historia y empezar por ‘en segundo lugar’” (Barghouti citado por Adichie, 19). Por ejemplo, una cosa es narrar la historia de Estados Unidos a partir de la llegada de los colonizadores británicos, y otra muy diferente es comenzar con las vidas de los indígenas de Norteamérica antes de la colonización.

Luego, Adichie narra una experiencia reciente. Hace poco, ha dado una charla en una universidad y un estudiante le ha dicho que le apena saber que los hombres nigerianos son todos violentos, tal como el protagonista de su última novela. La autora responde, irónicamente, que ha leído American Psycho y lamenta que todos los jóvenes estadounidenses sean asesinos seriales. En este punto, explica que ella misma no tiene una historia única respecto de Estados Unidos precisamente porque este es un país poderoso y circulan muchos relatos sobre sus muchas realidades.

Análisis

A medida que el discurso avanza, la autora se concentra cada vez más en África como tema, y explora diferentes modos de representar al continente. Asimismo, continúa refiriéndose a su compañera de habitación estadounidense en diferentes ocasiones. De esa manera, el personaje funciona como símbolo de todos aquellos que creen la historia única sobre África como un lugar negativo, determinado únicamente por la naturaleza salvaje y las catástrofes. Sin embargo, Adichie no critica a personas individuales, sino al sistema que estructuralmente sostiene la existencia de historias únicas. Así, reflexiona que si ella misma no se hubiese criado en Nigeria, "y lo único que supiese de África proviniese de las imágenes populares" (14), probablemente también tendría la misma percepción negativa de África y los africanos.

Esta actitud autocrítica, ya manifiesta al comienzo durante la narración de la anécdota protagonizada por Fide, se refuerza cuando Adichie se refiere a México y a los mexicanos. Para dar comienzo a este relato, ella misma afirma: "Debería apresurarme y añadir que, en lo tocante al relato único, soy igual de culpable" (17). Enseguida, explica que, al vivir en Estados Unidos, internaliza el discurso dominante de los medios de comunicación según el cual los mexicanos son todos inmigrantes que cometen delitos, se abusan del Estado y les quitan sus derechos a los estadounidenses. Por haber fijado esa historia única, cuando visita México por primera vez se sorprende al ver que las personas, allí, viven como cualquier ser humano en cualquier lugar del planeta. De inmediato se avergüenza por sentirse sorprendida, y se da cuenta de "que estaba tan inmersa en la cobertura mediática de los mexicanos que, en mi cabeza, se habían convertido en una sola cosa: el abyecto inmigrante" (18).

En este segmento del discurso, Adichie se concentra en ejemplos del peligro de la historia única que van más allá de lo individual, y menciona historias únicas sobre países, pueblos y culturas enteras. La primera a la que se refiere es la historia única de África como un lugar salvaje, donde predominan los animales y la naturaleza, y como un lugar precario, donde las personas son meras víctimas de todo tipo de catástrofes, enfermedades, hambre y guerras. La autora resalta, entonces, que esta concepción occidental sobre lo africano es producto de una tradición escrita, donde la caracterización negativa del continente y sus habitantes se ha convertido en un motivo literario. Al animalizar, demonizar e infantilizar a las personas africanas, la literatura occidental ha acompañado el proyecto europeo de colonización de su continente.

A partir de estas reflexiones, Adichie sostiene que las historias, como la economía y la política, están estrechamente vinculadas con el poder. Las personas y las culturas poderosas tienen la posibilidad de crear más historias y, sobre todo, de hacerlas circular e imponerlas como verdaderas, mientras que los pueblos menos poderosos con frecuencia son víctimas de relatos únicos creados no por sí mismos, sino por otros. Para explicar la relación entre la historia única y el poder, la autora remite a un término de la lengua igbo. Este recurso es importante, porque Chimamanda Adichie pertenece a la cultura igbo, y mencionar un concepto nativo africano en este contexto es un modo de resquebrajar la predominancia del pensamiento occidental. La palabra en cuestión es nkali, que quiere decir "ser más grande que otro" (18), o tener más poder que otro. El principio de nkali rig las historias porque todo depende de "la manera en que se cuentan, quién las cuenta, cuándo las cuenta, cuántas se cuentan... todo ello en realidad depende del poder" (18).

Por último, para ilustrar la desigualdad en la distribución del poder en cuanto a la creación y distribución de historias, Adichie hace uso de la ironía y compara dos modos de lectura. Primero, menciona que un lector estadounidense de una de sus novelas interpreta que todos los hombres nigerianos deben ser violentos porque uno de los personajes del libro es un hombre violento. De inmediato, para ridiculizar esta manera de pensar, Adichie dice que ha leído American Psycho y lamenta que todos los jóvenes estadounidenses sean asesinos seriales. Esto se debe a que el protagonista de American Psycho es, precisamente, un asesino serial. Pero ella no cree que un personaje ficcional representa la realidad de todas las personas de un país, y el lector estadounidense de su novela tampoco debería haberlo pensado. Sin embargo, esta desigualdad de lecturas tiene sentido pues existe una desigualdad de poder: existe una historia única sobre Nigeria como un lugar negativo, mientras que hay múltiples y diversas historias sobre Estados Unidos como un lugar con aspectos positivos y también negativos.

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