El peligro de la historia única

El peligro de la historia única Resumen y Análisis Tercera parte

Resumen

Adichie cuenta que ha tenido una infancia feliz, llena de risas y amor, y con una familia unida. Sin embargo, también ha tenido experiencias muy negativas: sus abuelos murieron en campos de refugiados; Polle, uno de sus primos, falleció porque no recibió la atención médica necesaria; Okoloma, un amigo, perdió la vida en un accidente porque los bomberos nigerianos no tienen los recursos necesarios para apagar el fuego. También afirma que ha crecido bajo regímenes militares represivos que desprecian la educación. En ocasiones, durante la infancia de la autora, sus padres no recibían sus salarios y, por lo tanto, los alimentos se volvían más escasos en la casa.

De inmediato, afirma que todas esas historias forman parte de su vida, pero que contar únicamente las experiencias negativas simplificaría su existencia, porque también le han ocurrido muchas cosas positivas y enriquecedoras. Las historias únicas son peligrosas porque crean estereotipos, y estos son problemáticos, no por ser falsos, sino por estar incompletos. Los estereotipos convierten una historia en la única historia, y así limitan a las personas, las culturas y los pueblos.

La narradora asegura que para conocer un lugar o a una persona es necesario conocer todas sus historias. El relato único tiene una consecuencia grave: les quita dignidad a las personas y las convierte en seres muy diferentes a nosotros mismos. Así, nos cuesta ver qué tenemos en común. Adichie defiende la necesidad de que exista “un equilibro de relatos”, concepto que toma de Chinua Achebe.

Para contrarrestar la historia única sobre Nigeria como un país precario, la autora presenta varias historias de personas nigerianas admirables. El primero es su editor, Muhtar Bakare, que abandona su trabajo en un banco para montar una editorial y ofrecer libros accesibles para los lectores nigerianos. La segunda es su amiga Funmi Iyanda, que trabaja en un programa de televisión en Lagos y cuenta historias que los medios suelen invisibilizar. Luego, menciona a cirujanos, músicos, cineastas, a una abogada, y a su peluquera como ejemplos de talento y ambición. Adichie asegura que los nigerianos pueden prosperar gracias a su resiliencia, a pesar de que el gobierno es muy problemático.

Hacia el final del discurso, la narradora cuenta algunos de sus proyectos. En primer lugar, imparte talleres de escritura en Lagos todos los veranos. Muchas personas con ansias de contar historias se inscriben cada año. En segundo lugar, Adichie menciona la organización sin fines de lucro llamada Farafina Trust, que ha fundado junto a Muhtar Bakare. La fundación se encarga de construir bibliotecas, distribuir libros en las escuelas públicas nigerianas y organizar talleres de lectura y escritura.

Una vez más, antes de concluir, la oradora refuerza que las historias importan, y que deben ser múltiples y diversas. Las historias tienen poder y pueden privar a las personas y los pueblos de su dignidad, pero también pueden devolverles su humanidad.

La reflexión final de El peligro de la historia única retoma una cita de la escritora estadounidense Alice Walker, quien escribe sobre unos parientes que se mudan del sur de Estados Unidos al norte. Walker les muestra un libro, y ellos “Se sentaron alrededor a leer el libro, a escucharme leer el libro, y se recuperó una especie de paraíso” (Walker citada por Adichie, 29). Para Chimamanda Ngozi Adichie, cuando rechazamos las historias únicas y entendemos que todos los lugares y todas las personas tienen muchas historias, recuperamos una especie de paraíso.

Análisis

En este segmento final, Adichie integra la dimensión personal e individual con la dimensión cultural y global del peligro de la historia única. Comienza por enumerar una serie de episodios negativos de su vida personal: sus abuelos mueren en un campo de refugiados y otros seres queridos fallecen porque en Nigeria no están disponibles los recursos necesarios para salvarlos. A su vez, ella ha crecido bajo regímenes militares represivos. En ocasiones, durante su niñez, los padres no recibían el salario que les correspondía y, por eso, hasta los alimentos escaseaban en la casa de los Adichie, a pesar de que, como se ha mencionado, se trata de una familia de clase media. Es decir, las catástrofes forman parte de la realidad africana.

Pero a pesar de que todas esas historias negativas la han formado, la narradora asegura que concentrarse solo en ellas sería crear un relato único sobre su vida, cuando, en realidad, también ha vivido muchas experiencias positivas. Por ejemplo, ha tenido una infancia feliz, y su familia es unida y amorosa. En este punto, demuestra que la historia única es peligrosa porque crea estereotipos, y los estereotipos son problemáticos, no porque sean falsos, sino porque son incompletos, pues fijan una visión limitada de la realidad. Los estereotipos convierten una historia en la única historia disponible, y así imponen ideas injustas sobre las otras personas y las otras culturas. El peligro de la historia única, entonces, es que "priva a las personas de su dignidad. Nos dificulta reconocer nuestra común humanidad. Enfatiza en qué nos diferenciamos en lugar de en qué nos parecemos" (23). En otras palabras, la historia única divide a las personas y a los pueblos, y hace que algunos parezcan menos humanos.

A partir de esta teorización, Adichie se encarga de reparar la historia única sobre Nigeria. Para ello, vuelve a recurrir al personaje de la compañera de habitación como símbolo, y encadena una serie de preguntas para demostrar que, si conocemos historias múltiples y diversas, no tenemos una visión limitada de la realidad. La primera de estas preguntas es: "¿Y si mi compañera de habitación conociera a mi editor nigeriano, Muhtar Bakare, un hombre notable que dejó su empleo en un banco para perseguir su sueño y montar una editorial?" (24). Así se introduce a Bakare, personaje que será importante de nuevo en los últimos párrafos del discurso. Luego, menciona a una valiente presentadora de noticias televisivas en Lagos que cuenta historias de las que nadie más se hace cargo, a unos médicos que han practicado una cirugía cardiológica importante en la misma ciudad, a músicos y artistas talentosos, a una abogada que ha impedido la sanción de una ley machista y a una peluquera que ha montado un negocio de venta de extensiones capilares. Con estos ejemplos, Adichie busca demostrar que los nigerianos son ambiciosos, inteligentes y resilientes, y logran prosperar a pesar de sus malos gobiernos.

Antes de concluir, la narradora menciona que ha fundado una organización junto a su editor, Muhtar Bakare. En este punto, retoma uno de los temas claves de todo el discurso: la importancia de la lectura y la escritura. La fundación, llamada Farafina Trust, se dedica a construir bibliotecas, repartir libros entre las escuelas públicas y organizar talleres de lectura y escritura en Nigeria. Adichie, al igual que Bakare, está convencida de que los nigerianos quieren leer y quieren contar historias plurales, múltiples y diversas. Además, tiene la convicción de que la lectura y la escritura son modos de reconstruir la humanidad de los pueblos. Por eso, su acción al respecto no es solo teórica e intelectual, sino que activamente crea proyectos para estimular la circulación de más historias y la formación de más narradores.

Para finalizar, la autora cita a otra escritora, la estadounidense Alice Walker, quien ha sostenido que, al leer, recuperamos "una especie de paraíso" (29). Para Chimamanda Ngozi Adichie, el modo de recuperar este paraíso, metáfora de un espacio armónico, justo, luminoso y placentero donde todas las personas son reconocidas como iguales en su humanidad, es rechazar la historia única. Debemos comprender que "nunca existe una única historia sobre ningún lugar" (29).

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