Resumen
Capítulo 13: Hester bajo otra luz
Durante los siete años que transcurren desde que Hester tiene a Pearl, su reputación cambia en la comunidad de Boston. Su devoción por servir a los enfermos y los necesitados le da acceso a casi todos los hogares. La gente por momentos llega a interpretar la "A" inscrita en su pecho como “apta” en lugar de “adúltera”. A veces, incluso, en sus caminatas por la ciudad, las personas reaccionan ante la letra escarlata como ante la cruz en el pecho de una monja.
También la apariencia de Hester cambia a lo largo de este tiempo. Su atractivo juvenil ha dado lugar a un aspecto sobrio. El cabello, que en otro momento fue de un negro exhuberante, ahora es corto y se oculta casi por completo bajo una cofia.
En lugar de dedicarse a vivir sumida en la pasión de antaño, Hester pasa la mayor parte de su tiempo sumida en reflexiones. De no haber existido la pequeña Pearl, probablemente podría haber sido la fundadora de una secta religiosa. Pero dedica todo su esmero intelectual a la educación de su hija.
Hester se ha vuelto una mujer fuerte y determinada, a pesar de vivir en la extrema penitencia. Decide ayudar a Dimmesdale por una obligación instintiva que le da el pecado compartido. Sabe que debe rescatarlo de Chillingworth; se ha vuelto lo suficientemente fuerte como para darse cuenta de que su pacto con el médico fue una decisión equivocada. Decide reunirse con él y, como por designio divino, lo encuentra recolectando hierbas en el bosque.
Capítulo 14: Hester y el médico
Por un momento, Hester deja a la pequeña Pearl jugando en el bosque y se acerca a Chillingworth. Él le comenta, antes de que ella pueda plantearle su decisión, que el consejo está considerando quitarle la letra escarlata del pecho y liberarla de la penitencia. Ella le responde que ningún poder terrenal puede tomar tal decisión.
Hester percibe los cambios que se produjeron en quien fue su marido durante los últimos siete años. De ser un erudito, el médico ha pasado a ser un hombre feroz, casi diabólico. Es una evidencia de aquello en lo que el hombre puede convertirse: un demonio.
La joven le dice al médico que piensa revelarle su identidad a Dimmesdale. Chillingworth no se conmueve en absoluto; le responde que nada de lo que ella haga puede alterar el curso de los acontecimientos. Hester le pide por favor a Chillingworth que perdone al reverendo por lo sucedido y abandone el camino de la venganza. Pero no hay caso. El médico está determinado a llevar a cabo su plan, y le responde que debe dejar que la flor negra florezca a gusto.
Capítulo 15: Hester y Pearl
Chillingworth se despide. Hester siente odio hacia él. Recuerda aquellos años juntos en el Viejo Mundo, asombrada de que alguna vez haya podido estar convencida de casarse. Se dice que él cometió una ofensa mucho mayor al haberla convencido de que ella era feliz a su lado, cuando en realidad ignoraba todo sobre el corazón.
Durante la conversación entre el médico y su madre, Pearl juega sola en la costa. Trota, hace barcos con la corteza de los árboles, junta estrellas de mar, pone una medusa a secar al sol, lanza espuma de mar al viento. Finalmente, arma una letra A con algas y plantas y se la coloca en el pecho. Hester le pregunta si sabe por qué su madre usa esa letra en el pecho y Pearl le responde que sí, que por el mismo motivo que el reverendo se lleva la mano al pecho. Hester se sorprende. Se pregunta si Pearl está preparada para saber poco a poco los motivos de la letra escarlata. Ahora es la niña quien le pregunta realmente por qué lleva la letra escarlata bordada en el vestido. Pero Hester, con cautela, le responde que le gusta el adorno en su vestido por los hilos de oro. Ante la insistencia de la pequeña, que considera insuficiente la respuesta, decide no decirle nada y responder con aspereza que esos no son asuntos para una niña.
Capítulo 16: Un paseo por el bosque
Durante varios días Hester busca en vano la oportunidad de hablar con Dimmesdale y revelarle la verdadera identidad del médico. Finalmente, escucha que el reverendo caminará por el sendero del bosque rumbo a la casa del apóstol Eliot.
Al entrar al bosque, los haces de luz escapan de la presencia de Hester. Pearl advierte esto y juega con su madre. Corre y atrapa un rayo de sol que desaparece apenas su madre intenta poner su mano en él.
Pearl le pide a su madre que le cuente la historia del Hombre Negro que ronda en el bosque. Ella misma repone que es un hombre que lleva un gran libro y una lapicera para que la gente lo firme con su sangre. El hombre, a su vez, deja su marca en las personas. Hester, cansada de las preguntas que Pearl, retoma el tema de la letra escarlata y le dice a la niña que es la marca que le ha dejado el Hombre Negro. Pearl le pregunta si el reverendo se lleva la mano al corazón porque también tiene una marca, y pregunta por qué él no usa su marca en el exterior de su ropa. Mientras tanto, Dimmesdale se acerca por el sendero, y Hester le pide a Pearl que se aleje y juegue en el bosque mientras ella conversa con él.
Análisis
“Había perdido un atributo esencial de su feminidad. Tal suele ser el cambio que sufre una mujer después de padecer una experiencia extrema” (p.144). Esta cita deja constancia de que en Hester se ha producido un cambio radical. Este cambio se da no solo en su apariencia (su exuberante pelo ahora cubierto con una cofia, su sobrio vestido gris, su actitud ante los demás), sino en su interior. Hester encuentra en este aislamiento la libertad de pensamiento que no tuvo antes. “¡Que los hombres tiemblen al obtener la mano de una mujer si no conquistan al mismo tiempo la pasión de su corazón!” (p.156) se dice Hester mientras recuerda las condiciones en que se dio su matrimonio con Chillingworth. Es importante que contextualicemos lo radical que puede ser esta reflexión en el contexto puritano del 1600.
La mujer en el sistema social puritano del siglo XVII tenía un lugar subalterno. No participaba de ningún evento público, reunión o decisión tomada en la iglesia. Eran consideradas como “el sexo débil”. Las mujeres casadas no tenían derecho alguno a la propiedad ni podían ganar dinero por sí mismas, a no ser que fueran viudas, y debían siempre llevar atuendos que cubrieran sus cabezas y brazos. El rol primordial femenino era engendrar y cuidar a los niños, generalmente numerosos en las familias puritanas.
Recordemos entonces lo que se trató en el capítulo 5. El hecho de que Hester, por su condición de viuda “de hecho” (ya que nada se supo por dos años de Chillingworth) y luego de “exiliada” de la sociedad, tuvo el derecho de ganarse su propio pan mediante sus tareas de costura. Esta independencia marca una primera distancia con las mujeres de su época y su entorno social, y la emparenta con las mujeres feministas del siglo XIX, como la allegada de Nathaniel Hawthorne, Margaret Fuller, poeta trascendentalista y activista por los derechos de la mujer. Probablemente, muchas de las reflexiones de Hester tengan que ver con el hecho de que Hawthorne pasó un buen tiempo junto a Fuller y compartía con ella muchos de sus puntos de vista.
Como mencionamos, en el aislamiento, Hester reflexiona hondamente y sin barreras ideológicas respecto al rol de la mujer:
La tendencia a la especulación induce a la mujer al silencio, al igual que al hombre, pero también la entristece. Quizá la mujer entiende que afronta una tarea imposible. Ante todo, debe desmantelar y reconstruir todo el sistema de la sociedad. Luego, es preciso modificar esencialmente la naturaleza del sexo opuesto, o un prolongado hábito que se ha transformado en segunda naturaleza, antes de que la mujer pueda asumir una posición justa y adecuada. (p.146)
En otras palabras, Hester cuestiona la diferencia entre los dos géneros que tiene su basamento en los vaivenes de la historia y no en un orden natural. Las mujeres han aceptado su rol doméstico como esposas y madres reprimiendo sus pasiones y sus sentimientos, así como su deseo de independencia y de explorar el mundo exterior. Podemos asociar estas reflexiones con la presencia de Pearl y su gesto espontáneo de salir al descubrimiento del mundo a través de su vínculo con la naturaleza en primer lugar y de sus sinceras preguntas a su madre en segundo orden.
Sin embargo, a pesar de que Hester se opone en parte al sistema establecido en sus pensamientos, en ningún momento el texto da una síntesis con respecto a estas cavilaciones. Situada en el 1600, la novela solo plantea el problema y cierta punta del ovillo de reflexiones que tomarán forma con el correr del tiempo.
La identidad surge como un asunto importante en esta parte de la novela. Los modos en que una sociedad define a una persona entran frecuentemente en contradicción con lo que ese mismo individuo piensa de sí mismo. A medida que la comunidad reinterpreta el símbolo que Hester lleva en el pecho, al punto de compararlo con la cruz que lleva una monja, la protagonista vuelve a tener una identidad impuesta por la sociedad. Esto deja en claro la naturaleza simbólica de la letra roja: sirve a las necesidades de la comunidad y no significa ninguna verdad esencial en sí misma; viene a reforzar una opinión popular. La identidad, entonces, se encuentra completamente atravesada por la mirada del otro. Tanto la Hester adúltera y pecaminosa, como la que representa la misericordia y la “aptitud” son dos variantes del mismo movimiento, y ambas se contraponen con la imagen que Hester tiene de sí misma.
Por otro lado, también podemos ver es que, incluso cuando Hester es socialmente aceptada por la gente del pueblo, ellos nunca pueden perdonarla definitivamente; la visión estructurada y reduccionista puritana imposibilita esta acción. No existe una cantidad de buenas obras que pueda contrarrestar el pecado, por lo que el trabajo de Hester en la comunidad es inútil. El puritanismo privilegia el alma pura e inmaculada por sobre el ser humano activamente bueno: la búsqueda del cielo puede traer, al fin y al cabo, el infierno en la tierra. La comunidad cree que la letra escarlata “ha dado resultado” y, por ende, su sistema de creencias funciona correctamente. No obstante, sabemos, como lectores, que el símbolo en su pecho no la ha llevado a contemplar su pecado y su posible salvación, sino a especulaciones impías: reflexiones sobre la situación injusta de las mujeres y pensamientos suicidas. Hester se niega, sin embargo, a quitarse la letra escarlata; ya no tiene sentido. Su perdón y su identidad son un tema que se debatirá entre ella y Dios.
En el capítulo 14 Hester conversa con Chillingworth. Su actitud cuestiona una de las bases del puritanismo: el matrimonio. Ella siente que su alma está más comprometida con el reverendo Dimmesdale que con el médico, con quien, a pesar de que la une a este último el sagrado matrimonio, comparte el pecado, y actuará en función de este sentimiento de comunión con el ministro.
En los capítulos siguientes, la presencia de Pearl le devuelve al texto el romanticismo de la naturaleza sobrenatural y la inocencia de la infancia. Con espontaneidad, Pearl puede distinguir el gesto del reverendo de llevarse la mano al pecho como uno vinculado a la letra escarlata que lleva su madre. Esta conexión no la hizo nadie hasta ahora en toda la comunidad, porque el pueblo entero se encuentra cegado por sus propias creencias. Pearl, en contraste con esta visión reduccionista que venimos trabajando, es una ávida lectora de la verdad. Sin el andamio de los prejuicios, la pequeña lee rápidamente los signos que le resultan evidentes, como la mano en el pecho de Dimmesdale en relación a la letra de su madre. Además, comparte sus cavilaciones a viva voz. Volveremos sobre este punto hacia el final del texto, ya que la negación de los hechos concretos por parte de la sociedad es algo que se exacerba hasta el ridículo en la novela.
La pregunta por la naturaleza del mal se sugiere muchas veces a lo largo de la novela, pero nunca termina de definirse. Por un lado, Hester piensa que sus pecados son fruto de los pecados de otros. En su caso, el adulterio es una respuesta a la soledad a la que se vio sometida por la ausencia de su marido, a quien, además, no amaba como cree que debería. Califica de “crimen mayor al suyo” el hecho de que Chillingworth la haya engañado haciéndole creer que era feliz junto a él en Inglaterra.
La naturaleza, y el bosque en particular, es un espacio en el que se desarrolla, como vimos, todo aquello que en el ámbito de la ciudad de Boston está solapado. El bosque es un espacio que, como mencionamos, se aleja de los códigos creados por el hombre. Esta representación del bosque es un motivo de larga data en la literatura; ya en el Medioevo se oponía al ámbito del castillo y la ciudadela. En el bosque suceden tradicionalmente las aventuras y este es habitado por criaturas misteriosas, incluso de procedencia sobrenatural, que nada tienen que ver con los sistemas de creencias de la sociedad.
El bosque es un lugar que rodea pero simultáneamente se opone a la ciudad. Como dijimos, la privacidad es un derecho individual que el código puritano no reconoce. El bosque viene a simbolizar el espacio donde esa privacidad es posible. Allí tienen lugar las reflexiones más íntimas de Hester, los juegos en libertad de Pearl ("la niña duende"), las prácticas ocultistas de la señora Hibbins, los encuentros entre el reverendo y Hester. El bosque es salvaje y sobrenatural, pero es también un refugio de la condena y la represión de la ciudad.