A la mañana siguiente, Tom descubre que Becky y su familia han regresado a la ciudad. Él está muy emocionado y se olvida de la caza del tesoro, pasando el día jugando con ella y sus compañeros de clase. A pedido de Becky, su madre decide que tendrán la tan esperada merienda campestre al día siguiente, sábado, y todos los niños están entusiasmados. Esa noche, Tom espera escuchar a Huck en su ventana, pero él nunca viene y Tom se va a dormir. En la mañana, todos los chicos de la escuela se reúnen en la casa del juez Thatcher. Todos caminan hasta el ferry. La madre de Becky le dice que se quede a pasar la noche en la casa de los Harper, ya que ellos viven más cerca del embarcadero. Sin embargo, Tom le sugiere a Becky que se queden en la casa de la viuda Douglas, porque ella siempre tiene helado. Le dice a Becky que no se lo diga a su madre, y ella acepta el plan. No se lo dicen a nadie.
Tom piensa en Huck y se pregunta si él va a venir esa noche. Prevale en él el atractivo de la casa de la viuda Douglas. Toman el ferry a pocos kilómetros aguas abajo y luego bajan al llegar. Los niños corren en el valle arbolado y juegan hasta sentir hambre. Todos comen bien, y entonces alguien sugiere que alguien debería ir a la cueva de McDougal que está cerca, para explorar. Toman varias velas y todo el mundo sube a la colina hasta la gran puerta de madera de la cueva.
La cueva es grande y llena de muchos pasajes y habitaciones. Los niños entran en la primera cámara, miran alrededor curiosos y comienzan a jugar. Pronto, empiezan a calmarse y caminar por la galería principal. Hay muchos pequeños pasajes, pero ellos conducen a un interminable laberinto. Nadie los conoce todos. Los niños empiezan a penetrar a hurtadillas en los pasajes que conocen y asustarse mutuamente. Juegan durante muchas horas, hasta que es casi de noche. Corren de regreso al ferry.
En el momento en que el barco vuelve a St. Petersburgo, Huck está vigilando la habitación Número Dos en la taberna. No tiene ni idea de para que era el barco, pero se olvida de ello y regresa a su obligación. La ciudad se puso silenciosa conforme avanza la hora. Ya eran más de las once cuando Huck ve a dos hombres salir de la habitación Número Dos con una caja, Huck piensa que allí se encuentra el tesoro. No hay tiempo para ir a buscar a Tom, por lo que sigue a los hombres a través de la ciudad y llegar hasta la cantera. Él está tan concentrado en permanecer silencioso que pierde a los hombres por un minuto. Mira alrededor y se da cuenta de que está en el límite de las tierras de la viuda Douglas. Oye hablar al indio Joe. "'¡Maldita mujer! Quizás tenga visitas... Hay luces, tan tarde como es'". Capítulo 29, pág. 168 Huck se da cuenta de que sea lo que sea la venganza de que hablaban el indio Joe y el misterioso hombre era contra la viuda Douglas. Oye decir al indio Joe que el marido de la viuda lo había hecho azotar una vez. Douglas está muerto, pero él planea vengarse de la viuda Douglas cobrándose toda esa humillación. El desconocido está conmocionado y objeta, pero el indio Joe amenaza con matarlo si le da la espalda.
Huck va a la casa más cercana, la del galés. El Sr. Jones le permite entrar, a pesar de la mala reputación de Huck, y Huck le dice al hombre y sus hijos lo que van a hacer los dos hombres, sin decirles que uno de ellos es el indio Joe. Los hombres cogen armas y van a la casa de la viuda Douglas. Huck lo sigue, pero corre cuando escucha tiroteo.
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