Los gallinazos sin plumas

Los gallinazos sin plumas Ironía

Don Santos trata a sus nietos como animales y al cerdo como un humano (Ironía situacional)

Don Santos muestra una gran preocupación y afecto por el cerdo Pascual, que cría con la obsesión de venderlo al mejor precio. Al mismo tiempo, es despiadado y tiránico con sus nietos, a quienes obliga a trabajar arduamente para alimentar al animal. La ironía reside en esta inversión de afecto y cuidado: el abuelo trata con más “amor” y afecto a un animal destinado al matadero que a sus propios nietos, que sufren sus golpes, su maltrato y la obligación de trabajar, incluso mientras están enfermos.

Enrique se siente libre mientras realiza el trabajo forzado de recolectar restos de comida de los cubos de basura (Ironía situacional)

Cuando Enrique se ve obligado a ir solo al muladar mientras está débil por la gripe que contrajo, y porque su abuelo lo ha privado de alimento, experimenta una sensación de conexión con su entorno y cierto alivio al hallarse fuera del opresivo corralón. Se siente “etéreo”, “como un pájaro” y “feliz entre ellos, en su mundo de perros y fantasmas, tocado por la hora celeste” (16). La ironía radica en la contraposición entre la realidad de un niño enfermo, forzado a realizar un trabajo insalubre y degradante bajo la explotación de su abuelo, y la sensación de libertad y de felicidad que experimenta en este momento, lo que demuestra su capacidad para construir una realidad que le permita sobrellevar el sufrimiento, incluso en las peores circunstancias.

Don Santos se convierte en víctima del animal que ha motivado su crueldad victimaria (Ironía situacional)

Después de que Don Santos mata al perro de sus nietos para dárselo de comer a Pascual, realizando así un nuevo acto de inhumana crueldad, Enrique se venga dándole un golpe que lo deja atrapado dentro del chiquero. Mientras Efraín y Enrique escapan del corralón, oyen que del chiquero proviene el “rumor de una batalla” (18), lo que da a entender que Don Santos se ha convertido en presa del insaciable cerdo. Es irónico que Don Santos termine siendo vulnerable a aquello en lo que basó su poder y su crueldad: la alimentación del cerdo. Además, la huida de los niños ocurre precisamente a través de este evento desafortunado para el abuelo, invirtiendo la dinámica de poder establecida a lo largo del relato.