Genero
Novela.
Configuración y Contexto
El Valle del Cauca, Colombia, a mediados del siglo XIX.
Narrador y Punto de Vista
Narrador en primera persona. Es también el protagonista de la narración.
Tono y Estado de Ánimo
Nostálgico, triste, íntimo, apasionado.
Protagonista y Antagonista
El protagonista es Efraín, también narrador de la novela. Uno de los antagonismos es el que mantiene con su amigo Carlos, cuando este pretende casarse con María. No obstante, el principal antagonista a lo largo de la obra es la enfermedad de María.
Conflicto Principal
Efraín, protagonista y narrador de la novela, está enamorado de María, quien padece una grave enfermedad. No solo es delicado el estado de salud de la joven sino que además su enfermedad podría empeorar si se alteran sus nervios. Por eso, la pareja no puede casarse ni aproximarse demasiado.
Climax
El clímax de la novela es la muerte de María. Si bien este hecho se produce hacia el final de la narración, hay muchos indicios de que va a suceder. Podríamos decir que el punto de inflexión que decantará en esa muerte y que asegura definitivamente el final trágico es el primer ataque de la enfermedad. En ese momento empieza a desarrollarse el conflicto central.
Presagio
La narración anticipa la muerte de María en varias ocasiones. Este final trágico, tanto para la novela como para el amor entre Efraín y María, se materializa en las apariciones del ave negra. Además, el narrador relata muchas secuencias de presagios y malos presentimientos a lo largo de toda la obra.
Atenuación
La historia de vida de Nay/Feliciana puede parecer insignificante en una primera instancia, pero brinda una gran clave de lectura para toda la novela. Esta historia tiene muchísimos puntos en común con la de María y funciona como su espejo. En esa línea, la muerte de Feliciana anticipa la muerte de María.
Alusiones
Una alusión presente en la novela es el nombre de la protagonista, María, que remite a la Virgen María del cristianismo. A través de esa referencia, la narración reafirma la conversión de la joven al cristianismo, ya que su origen es judío. Al mismo tiempo, remite a su destino trágico, ya que María morirá muy joven, sin casarse y, por lo tanto, virgen. Finalmente, la alusión se completa con algunas comparaciones entre la chica y la imagen de la Virgen por la belleza de ambas.
Imágenes
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Paradoja
El viaje de Efraín a Europa, que supone una distancia entre el joven y María, parece una buena opción para evitar que ella sufra ataques nerviosos. Paradójicamente, el viaje es el desencadenante definitivo del final trágico. Por la ausencia del muchacho, la enfermedad de María se agudiza y ella muere.
Paralelismo
Como se ha analizado, la pareja protagónica encuentra paralelismos en otras parejas de la novela. Braulio y Tránsito, por un lado, son una pareja feliz y decente. Son primos entre sí y reciben la aceptación y el cariño de todos. Efraín y María son muy cercanos; de hecho, son padrino y madrina de su casamiento. Por otro lado, la historia de vida de Nay refleja en muchos aspectos la de María. En esa misma línea, el amor entre Nay y Sinar es un espejo del amor de María y Efraín por todos los sufrimientos y obstáculos que encuentran en el camino. Ambas historias de amor tienen finales trágicos.
Metonimia y Sinecdoque
En una de sus digresiones sufridas, Efraín elabora una sinécdoque en la que desgina sus sentimientos de amor mediante le expresión del término "corazón": "¡Corazón cobarde!, no fuiste capaz de dejarte consumir por aquel fuego que, mal escondido, podía agostarla... ¿Dónde está ella ahora que no palpitas, ahora que los días y los años pasan sobre mí sin que sepa yo que te poseo?" (p. 37). Al usar "corazón" como sujeto, se muestra como víctima de las desgracias, se quita responsabilidad.
Personificación
La novela recurre a la personificación de la muerte en varias instancias. Por ejemplo, en el capítulo LX el narrador utiliza ese recurso para expresar sus sentimientos tras el fallecimiento de María: "Algo como la hoja fina de un puñal penetró en mi cerebro: faltó a mis ojos luz y a mi pecho aire. Era la muerte que me hería... Ella, tan cruel, e implacable" (p. 247).