"Y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban algunas nubéculas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento amoroso" (Narrador, Capítulo II, p. 4) (Símil)
Esta cita pertenece a la primera descripción del paisaje que ofrece la novela. Efraín atraviesa el Valle del Cauca regresando a su hogar. En la comparación puede leerse el recurso romántico que conecta la descripción de la naturaleza con los sentimientos del protagonista. Se siente muy feliz por volver a su tierra natal, es una mañana hermosa de verano, el perfume es agradable y la temperatura también. Los colores azules y dorados pintan un cielo armónico y sereno. En la comparación, la textura y el movimiento de las nubes son como el tul de una bailarina, se mueven con belleza, delicadeza y sensualidad. Así, el paisaje ayuda a crear la atmósfera de amor y atracción que Efraín siente por María desde que la ve por primera vez.
"Si hubiese encontrado enrollada sobre la mesa una víbora, no hubiera yo sentido emoción igual a la que me ocasionó la ausencia de las flores" (Narrador, Capítulo X, p. 21) (Símil)
En esta comparación por la negativa, Efraín expresa su sorpresa al regresar de un breve viaje y no encontrar las flores que María suele dejar en la habitación. La ausencia de esas flores es tan peligrosa como una serpiente, como un veneno. Ella está celosa y por eso no coloca nuevas flores, pero él cree que no lo ama. Luego conversan y aclaran la situación. La intensidad de su emoción demuestra que las flores son el símbolo del amor entre ambos. Por otra parte, en la cita puede leerse la retórica hiperbólica, exagerada, que el narrador usa para narrar su historia de amor. Esta retórica es un rasgo típico del romanticismo y de las novelas sentimentales.
"Acababa de confesar mi amor a María; ella me había animado a confesárselo, humillándose como una esclava a recoger aquellas flores" (Narrador, Capítulo XI, p. 24) (Símil)
En este símil Efraín expresa su idea del amor. Se trata de un amor absoluto, que implica total entrega, que domina por completo las vidas de los protagonistas. Por eso, lo compara con la esclavitud. Él se atreve a confesar su amor porque ella, al levantar las flores, ha demostrado que también está dispuesta a esa entrega total. Esto evidencia que se trata de un amor puro, verdadero. De hecho, el narrador asegura que María solo puede vivir el amor de esa manera, con mucha intensidad. La escena se produce al comienzo de la novela y funciona también como un pacto. Ella promete llevar flores como esa a la habitación de su amado cada día. Como se ha visto, las flores son el gran símbolo del amor entre ambos a lo largo de toda la narración.
Este símil no solo describe la actitud de María hacia Efraín, sino que también sirve para ligar el tema amoroso con el de la esclavitud. En la sección "El racismo en María" se analiza en profundidad la concepción social de las razas que propone la novela y su visión sobre la esclavitud.
"Era tan bella como la creación del poeta, y yo la amaba con el amor que él imaginó" (Narrador, Capítulo XIII, p. 27) (Símil)
Efraín expresa la belleza de María a través de esta comparación. La "creación del poeta" es la novela Atala, de Chateaubriand, que están leyendo juntos. Ella se conmueve porque la protagonista ha muerto. María llora y eso parece hacerla más hermosa. En ese sentido, este pasaje destaca la importancia de las emociones y la sensibilidad de los protagonistas. A su vez, como se ha analizado, esta intertextualidad funciona como un indicio del final trágico que sufrirá María. En ambos casos, la trama principal es una historia de amor destinada a terminar mal. La escena final de despedida en el sepulcro de la amada es otro pasaje que potencia esta intertextualidad. A través de la cita, Isaacs describe la belleza de María y, al mismo tiempo, realiza un homenaje que incluye su escritura dentro del romanticismo literario.
"Estaba como dormida, pero dormida para siempre... ¡Muerta!" (Capítulo LII, p. 251) (Símil)
El recurso de describir a un personaje muerto como si estuviera dormido es un elemento recurrente en muchas corrientes literarias. En este caso, el símil potencia el impacto emocional que vive el protagonista al enterarse de que María está muerta. La comparación sirve para destacar lo que ese cuerpo ya no tiene: no puede moverse, no puede hablar, pierde sus colores vitales. Es importante señalar que esta comparación fúnebre aparece mucho antes en la novela, justo después del primer ataque de María. Efraín, muy nervioso, afirma: "Estaba como dormida: su rostro cubierto de palidez mortal, se veía medio oculto por la cabellera descompuesta..." (Capítulo XIV, p. 28). Sin embargo, en el símil final, la muerte es definitiva: el narrador se encarga de aclarar que ella está "dormida para siempre".