Resumen
Capítulo LIV
En este capítulo, la novela reproduce el texto de una carta que María le envía a Efraín. Él la recibe dos semanas después de haber llegado a Londres. Dentro del sobre hay una azucena, tal como ella ha prometido. Se trata de la primera flor que ha dado la mata que plantaron juntos.
Capítulo LV
Pasa un año y María continúa enviando cartas cada dos semanas. Efraín comienza a percibir mucha melancolía en las últimas cartas que ha recibido. Hacia fines de junio recibe una nueva carta con malas noticias: María está muy enferma. El joven debe apresurarse para volver al Cauca. Todos, incluso los médicos, consideran que, si vuelve pronto, la chica se recuperará.
Capítulo LVI
Un mes más tarde, el 25 de julio, Efraín está a bordo de un barco que lo lleva hacia Colombia desde Panamá. Desde la embarcación contempla el paisaje natural de montañas, selva y costa característico del Valle del Cauca, su tierra natal. Tiene en sus manos una carta de María que ha recibido durante el viaje. Ella le cuenta que la noticia de su regreso le ha dado fuerzas y su salud está mejor.
El barco en el que viaja Efraín está tripulado por un amigo de su padre, el administrador, quien también aloja al chico en su casa cuando llegan a tierra firme. Allí comparten un trago y el hombre intenta que Efraín descanse un poco. Cenan en su casa junto a Lorenzo, mayordomo de la casa del padre de Efraín que ha viajado para recibirlo en el puerto de Buenaventura. El administrador mantiene una actitud alegre, pero el joven se siente muy preocupado por María y no logra relajarse.
Capítulo LVII
En la madrugada siguiente, a la luz de la luna llena, Lorenzo y Efraín embarcan en una nave pequeña tripulada por dos bogas, llamados Cortico y Laureán. Son dos hombres negros que viajan vistiendo taparrabos. Cantan mientras hacen avanzar el barco, y Efraín comparte algunos tragos de una bebida alcohólica con ellos. Siente que las canciones de los bogas armonizan con la naturaleza y con su propio estado emocional: melancólico, profundo, lento y lleno de lamentos. Luego comienza a llover y Efraín se recuesta, muy triste. Le faltan cinco días de viaje para llegar a la casa. Mientras viaja, la reconstruye en su memoria con nostalgia.
En medio del viaje por el río Daugua hacen una parada en San Cipriano, en la casa de don Bibiano. Allí vive también Rufina, su hija, que es a su vez la novia de Laureán. Efraín pasa allí la noche, durmiendo en una hamaca.
Capítulo LVIII
Al día siguiente vuelven a embarcarse. Efraín asegura que en el río Dagua todo es posible, y se siente incluso más triste que antes. Durante el viaje deben protegerse de las picaduras de mosquitos y víboras. A medida que se acercan al destino, la vegetación se hace más abundante y se escucha el canto de los pajaritos. Dos días después llegan al final del río y Efraín es recibido por el señor D..., un antiguo empleado de su padre.
Capítulo LIX
Con ayuda del Sr. D..., Efraín y Lorenzo consiguen unas mulas para realizar los últimos dos días del recorrido. En un punto del camino, se encuentran con un perro negro que gruñe al verlos y se asustan un poco. Luego encuentran al caporal Justo, que los reconoce a ambos, los trata con cariño y les prepara una merienda.
Capítulo LX
Al día siguiente, llegan a Cali. Efraín espera encontrar a su familia allí, pero eso no sucede. Lorenzo le cuenta que Justo le ha dicho que María está muy enferma. El protagonista se siente muy nervioso. Consigue un caballo y monta muy apurado por llegar a la casa. Apenas llega lo reciben Emma, vestida de negro, y su madre. Le cuentan que María ha muerto. Efraín se siente perturbado, herido y lleno de dolor.
Capítulo LXI
Ante el impacto de la noticia, Efraín pasa algunos días enfermo. Sus hermanas y su madre lo cuidan. El doctor asegura que se recuperará pronto. Emma promete contarle todo sobre los últimos días de vida de María.
Capítulo LXII
Dos meses después de la muerte de María, Efraín todavía no puede visitar su tumba. Recién en ese momento, Emma le cuenta que unos días antes de morir, la joven visitó el rosal y la mata de azucenas que había plantado como emblema del amor de Efraín y se despidió de él. María sabía que iba a morir pronto. Justo antes de que eso sucediera, la chica recibió la bendición de un sacerdote cristiano.
Braulio, José y cuatro peones más llevaron el cuerpo al pueblo para el entierro. Más tarde, el padre de Efraín se lamenta por haberlo enviado a Europa, se siente responsable por la muerte de María y sufre por no haberla cuidado, tal como le había prometido a su primo Salomón.
Capítulo LXIII
El mismo día en que Emma le cuenta esto a su hermano, también le entrega algunos regalos especiales: algunas cartas y flores secas y el guardapelos donde María llevaba cabellos de su madre y del propio Efraín, así como el anillo que él le había dado. Además, ella le había pedido a Emma que cortara sus trenzas para regalárselas a Efraín. Es 10 de septiembre y Efraín debe emprender su regreso a Europa para continuar sus estudios. Antes de hacerlo, pasa por el huerto donde paseaba con María y por su habitación. Llora mucho al ver todos los objetos que le recuerdan a su enamorada.
Capítulo LXIV
La noche anterior a su partida, Efraín se duerme con las trenzas de María entre las manos. Sueña que María es su esposa y que leen juntos. Sin embargo, se despierta repentinamente, gritando de espanto.
Capítulo LXV
Efraín se despide de todos sus seres queridos, muy conmovidos. Parte hacia la ciudad, pero antes pasa por la tumba de María, ubicada en una especie de huerto, rodeada de vegetación. Lo acompaña Braulio. Deja allí una ofrenda de rosas y azucenas preparada por Lucía y Tránsito. Quiere darle un último adiós a María y su sepulcro. Cuando están por retirarse, aparece la terrible ave negra de mal augurio. Pasa sobre sus cabezas, da un graznido siniestro y se para sobre la cruz de la tumba de María. Efraín parte con su caballo por la pampa silenciosa sintiéndose espantado, mientras anochece.
Análisis
El centro de este segmento final es la muerte de María. Efraín ha pasado cerca de un año y medio en Inglaterra cuando se entera de que ella está mal. Es interesante destacar una contradicción que se potencia en este momento de la historia. Desde el primer ataque de María, les indicaron evitar el contacto para no exaltar la enfermedad. Sin embargo, ahora ese contacto parece ser lo único capaz de salvarla. Esta contradicción se resuelve un poco más adelante, cuando el padre de Efraín se arrepiente de haberlo enviado a Europa. María ha muerto y el hombre reconoce que sus decisiones han desencadenado esa tragedia. Se echa la culpa de todo. Esto da cuenta del impacto de la autoridad paterna en la novela, pero al mismo tiempo recuerda que el hombre es sensible y bueno.
Efraín emprende de inmediato el regreso. La prisa del joven en ese trayecto hace que por momentos su tono sea un poco autoritario. Les da órdenes firmes a los hombres que lo acompañan. Sin embargo, esto no se presenta como una falta de cortesía sino como un efecto de la desesperación que siente por llegar a tiempo para salvar a su amada. De alguna manera, ejemplifica sus valores como hombre valiente y responsable. Además, no deja de tratar a los trabajadores con cercanía y simpatía. El narrador se detiene en las descripciones de estos personajes populares que lo compañan en el camino de vuelta. Así, en estos pasajes hay elementos costumbristas, como el lenguaje popular de estos personajes, sus tradiciones musicales y sus comidas.
Hacia el final de su camino, Efraín atraviesa una vez más el paisaje natural del Cauca. En contraste con la escena del regreso inicial (Capítulo II), esta vez todo le resulta triste, desesperante. La belleza imponente de la naturaleza acompaña sus sentimientos de angustia y preocupación. A medida que se acerca al destino se pone más nervioso; sus pensamientos adivinan la tragedia. Al llegar a la casa, algunos signos anticipan la muerte de María antes de que la confirmen los personajes y el narrador: Emma viste un traje negro; ella y su madre reciben a Efraín llorando.
Al reconstruir el momento en que se confirma el fallecimiento de su amada, el narrador recurre nuevamente a la personificación de la muerte: la muerte lo hiere como si atravesara un puñal en su cabeza. Es preciso recordar que esta personificación aparece por primera vez en los pensamientos del narrador después del primer ataque de María (cuando dice “Mía o de la muerte”). Así, la figura retórica acompaña la narración del conflicto desde que estalla hasta que se resuelve.
Por otra parte, destaca la presencia de Emma como mediadora entre María y Efraín, entre la muerte y la vida. Es ella quien relata todo sobre los últimos días de vida de la joven a su hermano, ya que este llega demasiado tarde. Enrique Anderson Imbert afirma que se trata de “un recurso novelístico de primer orden: el presentarnos no la muerte de María, sino a Efraín oyendo la historia de esa muerte (LXII). Lo que entristece al lector es la tristeza de Efraín. Isaacs nos ofrece el espectáculo estético de la tristeza, no el de la muerte" (p. 300). Es decir que el foco no está puesto en la narración de los hechos, sino en los sentimientos evocados por el narrador-protagonista. De hecho, el relato de la muerte y el funeral de María es muy breve y sintético. Por el contrario, la novela dedica varios capítulos finales a narrar el sufrimiento de Efraín.
Otra insancia de mediación de Emma es la entrega de objetos que María ha dejado para su enamorado. La joven le entrega cartas, flores secas y el guardapelo. Además, Emma es quien corta las trenzas de su prima justo antes de que muera para entregárselas a Efraín. Él recibe todos los objetos como tesoros que alimentan su dolor. En su sufrimiento se potencia la representación de María en diversos objetos; hay una fetichización de sus vestidos y de las flores del huerto. Para el protagonista, son como restos vivos de su amada. Esto alcanza su máxima expresión cuando Efraín se queda dormido con las trenzas entre sus manos y sueña que se casa con María. Al despertar se da cuenta de que esas trenzas son el “único despojo de su belleza, única verdad de mi sueño” (Cap. LXIV, p. 257).
Por último, la escena final de la novela también se centra en la tristeza y el dolor de Efraín, que visita la tumba de María para despedirse de ella. Así como ha vuelto a usar el recurso de la personificación de la muerte, vuelve a presentar al ave negra. Este pájaro traza una línea a lo largo de toda la novela: indica que la tragedia es inevitable y está siempre presente junto a los enamorados. Luego de despedirse, Efraín parte a caballo y se adentra en la oscuridad de la noche. De esa manera, el final muestra que la vida del narrador queda marcada por la desgracia para siempre. Esta despedida, que cierra la novela, retoma, a su vez, la intertextualidad con Atala, de Chateaubriand. El protagonista de la novela francesa también visita la tumba de su amada y se despide de ella. De ese modo, la novela de Isaacs se cierra con un episodio que combina sus elementos más destacados: la historia de amor con final trágico, el desarraigo de la tierra natal y su pertenencia al romanticismo literario.