La oscuridad de la noche
Es recurrente la descripción de la noche de la ciudad como un momento sombrío y siniestro, de oscuridad plena, en el que acechan el peligro y el crimen. Con la imagen de la oscuridad de la noche llevándose los últimos destellos de sol, los personajes sienten miedo y desesperanza, y suele ser siempre en ese contexto que Fagin y su pandilla urden los crímenes. Un ejemplo claro en el que el escenario nocturno acompaña lo siniestro de la escena se presenta en el encuentro que tienen Bumble y su esposa con Monks: "La luz incierta que la linterna suspendida de la viga derramaba sobre sus cabezas, intensificaba la palidez y la expresión inquieta de sus rostros. Cercados de oscuridad por todas partes, más que seres de carne y hueso parecían fantasmas".
La suciedad de la ciudad
La ciudad de Londres es constantemente descrita como un espacio sucio, repugnante, que en definitiva resulta muy hostil. La suciedad es configurada mediante distintas imágenes visuales asociadas a lo gris y lo destruido ("sucio y desolado", "calles cubiertas de lodo, la niebla era muy densa"), imágenes olfativas ("aire impregnado de olores nauseabundos"), auditivas ( “Algunos chiquillos gritaban y chillaban”), táctiles (“humedad penetrante y pegajosa”). Toda esa suciedad del ambiente simboliza la criminalidad, la corrupción y los comportamientos viles que allí se desarrollan.
El aspecto triste de Oliver
Mientras es víctima de Fagin y sus compañeros, el narrador abunda en descripciones del aspecto demacrado, triste y enfermizo de Oliver, azotado por el hambre y las malas costumbres de vida. En varias ocasiones, incluso, esa tristeza es asimilada a la de un moribundo: “La inquietud, la tristeza y el cansancio de la cautividad incluido comunicado a su rostro la palidez de la muerte (...) tal como se ofrece a nuestra vista en el momento en que la vida acaba de extinguirse". Es notorio cómo el contexto repercute en ese aspecto, pues en la medida en que Oliver entra en contacto con adultos que lo cuidan y lo quieren, su aspecto mejora y recobra su vitalidad.
La naturaleza del campo
En la novela, el campo es construido, por oposición a la ciudad, como un espacio idílico en el que se exaltan las virtudes del paisaje, la fertilidad de la naturaleza y la vida pacífica que allí se tiene. El narrador abunda en descripciones del entorno, en una profusión de imágenes visuales, olfativas y auditivas: “sitio risueño, cubierto de verdura”, “cubriéndose ya los árboles de follaje y entreabriendo sus pétalos las flores”, “contemplando el sol del horizonte y el puro azul de los cielos", “las flores embalsamaban el aire con sus perfumes deliciosos".