Charles Dickens escribió Oliver Twist, en gran parte, como respuesta a la Ley de Enmienda de la Ley de Pobres de 1934. Esta ley creó muchas de las estructuras de asistencia a los más necesitados que la novela critica fuertemente, y fue muy repudiada por los pobres e incluso por muchos de los que la habían promulgado.
La Nueva Ley de Pobres conformó juntas de tutores que se encargaban de administrar exclusivamente las instituciones de asistencia a los pobres, con lo que esas juntas eran prácticamente autónomas respecto de cualquier control centralizado. En el universo de Oliver Twist, esto repercute negativamente en los pobres, porque las autoridades obran impunemente y abusan de su poder sobre los pobres.
La Enmienda también creó la estructura de los asilos de trabajo, gestionada mediante un test que servía para identificar a quienes estaban verdaderamente dispuestos a someterse a las penosas condiciones y a la privación de la libertad del asilo como aquellos que verdaderamente se merecían la asistencia. Quienes eran ingresados al sistema de asilos eran confinados las veinticuatro horas del día, separados de sus hijos, sus padres y parejas, y sometidos a disciplinas y labores estrictas. Pero la vida en el asilo estaba especialmente diseñada para ser menos deseable que la vida de los trabajadores independientes peor pagos. Debido a esto, muy pocas personas sanas elegían voluntariamente ingresar al sistema, y la gran mayoría de los internados eran ancianos, enfermos o niños.
La Nueva Ley fue eficaz para reducir los costos de la asistencia a los pobres, uno de sus objetivos principales. Si bien ha sido ampliamente denunciada por su crueldad y por ser un ejemplo de la frialdad y el egoísmo de la clase media en ascenso, su impacto no fue siempre terrible: en algunas áreas rurales se adaptó mucho mejor, y fue efectiva no solo en la reducción de costos de asistencia sino también devolviendo cierta independencia a quienes no tenían recursos pero estaban en condiciones de trabajar.