“Las autoridades parroquiales, movidas por un exceso de magnánima compasión, se llenaron de humanidad y resolvieron enviar a Oliver a una sucursal situada a tres millas de distancia, en la que veinte o treinta chiquillos, contraviniendo la Ley de Pobres, pasaban el día arrastrándose por el suelo” (Capítulo 2, p.14) (Ironía verbal)
El narrador de Oliver Twist hace un uso recurrente del tono irónico para denunciar comportamientos de la sociedad victoriana, en este caso, la violencia institucional de las autoridades de la parroquia. Al caracterizar como un “exceso de magánima compasión” la decisión de enviar a un Oliver desnutrido a una sucursal superpoblada, se trasluce una crítica del narrador a la falta de empatía y la negligencia de los miembros del comité parroquial.
“Cuando el Truhán y su digno camarada Bates, después de haberse apropiado de una manera tan ilegal del pañuelo del señor Brunlow, se mezclaron entre la multitud que perseguía a Oliver, como ya se ha contado anteriormente, lo hicieron para obedecer un sentimiento loable y meritorio, que es el de la conservación de sí mismos” (Capítulo 13, p.85) (Ironía verbal)
El narrador también usa el tono irónico para burlarse de muchos comportamientos y modos de pensar de la sociedad británica de la época victoriana, y repudiarlos. Aquí elogia hiperbólicamente el modo en que los niños abandonan a Oliver y se pliegan al pedido de captura, y en esa hipérbole pone en evidencia la repudiable naturalidad con la que la sociedad defiende el individualismo y el egoísmo.
Oliver cree que Fagin y sus niños producen objetos mientras que el lector sabe que son objetos robados (Ironía dramática)
La bondad e inocencia de Oliver le impiden desconfiar de antemano de Fagin y le hacen creer que los objetos hermosos que los niños le muestran, producto de sus jornadas laborales, son producidos por ellos mismos. El lector, en cambio, se da cuenta del verdadero carácter del trabajo de los niños y comprende que su juego es un simulacro de los robos que hacen. La asimetría entre Oliver y el lector, muy recurrente en la novela, genera un alto dramatismo.
Nancy se niega a traicionar a Fagin, pero el lector sabe que Fagin sí la traiciona a ella (Ironía dramática)
Nancy rechaza la oportunidad que le ofrecen Brunlow y Rosa para salvar su vida porque quiere ser fiel a sus compañeros, en concordancia con cómo cree que ellos son con ella: “no me volveré contra aquellos que habiendo podido… algunos al menos…, volverse contra mí, no lo hicieron, por perversos que fueran” (324). Sin embargo, mientras ella resigna su salvación por lealtad a Fagin, el lector cuenta con más información que el personaje, y sabe que el viejo ya la ha traicionado y ha encargado a Noé que la espíe.