"Soy rubia. Rubísima. Soy tan rubia que me dicen: «Mona, no es sino que aletee ese pelo sobre mi cara y verá que me libra de esa sombra que me acosa». No era sombra sino muerte lo que le cruzaba la cara y me dio miedo perder mi brillo".
Esta es una de las frases más conocidas de la novela y es la que da apertura a la historia. Son las primeras palabras que aparecen y están enunciadas por la narradora, que se presenta de esta manera.
Lo primero que hace Mona al presentarse es insistir en lo rubia que es su cabellera y lo intensifica cada vez: lo afirma primero cuando dice "Soy rubia"; lo aclara y lo refuerza con el empleo del sufijo "-ísimo/a", que indica un grado superlativo: "Rubísima"; lo potencia aún más con el uso de la expresión ponderativa "Soy tan rubia que...". Su pelo, por tanto, es una de sus características más significativas y que revisten de importancia para su persona, y, también, para los demás, ya que cita a alguien que le prodiga elogios por la capacidad de su pelo de librarlo de una sombra maligna.
Esta frase, además, adelanta los peligros a los que estará expuesta la protagonista, en esa sombra de muerte que la asusta porque atenta contra su brillo personal.
"Fíjese, tener ya en cuenta arma tan revolucionaria como el escándalo".
Esta frase la escribe la narradora cuando está comentando el primer día del periodo de su vida que quiere contar, justo en el momento en el que está relatando que tras haberse levantado tarde y haber faltado a la reunión, está frente a un dilema: no sabe si bañarse para volver a salir o hacerlo así como está y, por tanto, producir escándalo con su facha. Entonces, desde el presente de la narración, se dirige al lector ("Fíjese"), como sorprendida, dándose cuenta de que ya en aquel momento, cuando todavía no había experimentado todo lo que la llevaría a su estado posterior, en el que la exclusión y la otredad respecto al resto de la sociedad, a la convencional, es total, es decir, en el inicio de toda su aventura, es consciente de que el escándalo puede ser un arma revolucionaria. ¿Qué más anticapitalista que la lógica antiproductiva del desparpajo eterno? La transgresión de Mona rompe con todo lo establecido.
"Horrible fue comprobar que un foco de rebelión se gestaba recién coronada, por ese sol, la reina: nada menos que Ricardito Sevilla, el Miserable, el Sempiterno Inconforme".
En su camino en busca de rumba, Mona y Ricardito comienzan a encontrar gente que se va uniendo a ellos. Cada vez son más y el ancho del anden no alcanza para que caminen todos juntos. Ella se siente una reina y está emocionada por ello: es el centro de atención, dado que ya todos están al tanto de lo que están siendo sus noches y le hacen numerosas preguntas. Pero su poderío lo pone en peligro Ricardito, su amigo, que, celoso ante la atención que prodiga a los demás, comienza a mostrarse silencioso y taciturno. Ella no quiere perderlo: su camisa colabora con su colorido aspecto y, además, es quien le traduce las canciones en inglés: parte de su porte en la noche depende de él.
El mote de reina, además, anticipa lo que deviene luego, al conocer la salsa: la "Reina del Guagancó", como ella se denomina a sí misma.
"Cada vida depende del rumbo que se escogió en un momento dado, privilegiado. Quebré mi horario aquel sábado de agosto, entré a la fiesta del Flaco Flores por la noche. Fue, como ven, un rumbo sencillo, pero de consecuencias extraordinarias. Una de ellas es que ahora esté yo aquí, segura, en esta perdedera nocturna desde donde narro, desclasada, despojada de las malas costumbres con las que crecí. Sé, no me queda la menor duda, que yo voy a servir de ejemplo".
Mona aplica, durante su vida previa a la que se narra en esta historia, un método que le permite obtener el segundo puesto en el ingreso a la universidad y una vida privilegiada. Es consciente del momento preciso en que su vida da un giro total. La libertad de elección, incluso en algo tan sencillo como la asistencia a esa fiesta, produce, de acuerdo con la protagonista, consecuencias extraordinarias, porque cambia de raíz la vida convencional de joven burguesa que llevaba hasta el momento y se involucra de lleno en el frenesí de la rumba perpetua y la inmoderación.
Explicita cuál es una de esas consecuencias: su presente, desde donde escribe estas líneas; lo que los demás consideran una "perdedera nocturna". Y se pone como ejemplo, aunque, irónicamente, su vida, para el común de la gente, sería sinónimo de un mal ejemplo.
Asumirse desclasada, además, da cuenta de que, realmente, con el tiempo, pierde esa vida de burguesa en la que, incluso, se da el lujo de despreciar la labor de las sirvientas que trabajan en su casa: tal vez, la mención a esas malas costumbres tengan que ver con esas características de su forma de vida previa.
"Amigos, mi pelo perdió el brillo. De oro pasó a ceniza. No es el que alguien pudiera ver ahora, mientras narro: este pelo tiene más historia".
El pelo de Mona habla sobre ella: cuanto más rubio y brillante, mayor es el bienestar de la protagonista. En varios momentos se preocupa por la pérdida de brillo, por la opacidad y la oscuridad que lo asolan. En esas ocasiones, ella no se siente bien y, por ello, se anuncia un cambio drástico en sus decisiones. En otros momentos, se refiere al brillo brioso de su pelo y eso la anima.
En esta frase, la narradora quiere poner al tanto a sus lectores de los cambios en su pelo, que no son otra cosa que los cambios en su vida. Considera que tiene una larga vida vivida, un cúmulo de experiencias, y que su historia es digna de ser relatada: su pelo, como su vida, no es solo su presente.
"Me enredé en el pasto, tropecé, me volví mierda, me levanté, la peregrina, no me arreglé el pelo para nada llegando ya a la rumba, la rumba que traigo es para mí no más".
Esta frase se manifiesta en un momento crucial para la vida de la protagonista. En ella se evidencia el momento preciso en el que Mona descubre la salsa en las casas desparramadas en la montaña. Es un momento de profunda transformación y conocimiento. Como anteriormente sucede con el río y con su agua, que supone transformadora, este contacto con la naturaleza (caerse sobre el pasto y revolcarse en la mierda) la convierten en una eterna peregrina: una viajera de las rumbas. Es una especie de bautismo natural o un rito de pasaje hacia la nueva vida que comienza a partir de esa escucha.
"Me inflé de vida, se me inflaron los ojos de recordar cuánto había comprendido las letras en español, la cultura de mi tierra, donde adentro nace un sol, grité descomunalmente: «¡¡Abajo la penetración cultural yanky!!»".
Durante la primera parte de la novela, la protagonista cree que el rock y el inglés son la música de su vida: que hay allí una verdad sobre su identidad y su ser, así como sobre su juventud y su transgresión. Cuando conoce la salsa, se da cuenta de que es esa, y no el rock, la música de su vida. Esta frase, gritada a quien hasta ese momento es su novio, Leopoldo, es la forma en la que se separa de él: lo rechaza y, además, denuncia la penetración cultural que ese extranjero supone sobre su Colombia natal. El nuevo saber le permite rememorar y volver a interpretar su propia historia y, a la vez, la de su ciudad y la de su país. Emerge una consigna política de rechazo y de denuncia. Hay una conciencia política en ella que está despertando.
"Supe que había perdido mi tiempo desandando un camino que ya había ganado cruzando una sola calle. Me sentí desubicada y sin ganas de un Norte que pisaba por pura torpeza. El amor de Adasa quedó en mi corazón. Eché candela rumbo al Sur salvaje, en donde se escucha mi canción".
Mona realiza esta reflexión cuando es echada de la fiesta de su prima, Amanda Pinzón. Cuando los invitados se excitan y bailan al son de lo que Caicedo, en boca de su narradora, llama "sonido paisa", que es la música tropical colombiana de moda en la época, ella los observa horrorizada y comienza a cantar, a viva voz, versos de canciones de Bobby Cruz y Richie Ray encima de la música de la orquesta. Al salir de allí, se da cuenta de que ese lugar, el Norte, ya no es el suyo. Reconoce que se había ido de allí hace un tiempo, cuando conoció la fiesta bembé de la montaña y cuando ganó los aprendizajes de los tres voleibolistas, y que su regreso, ahora, no solo es en vano, sino que significa un retroceso. Por eso decide volver al sur, donde sí está el ritmo nuevo que hace parte de su vida: la salsa.
"El amor de Adasa quedó en mi corazón" es uno de los versos de la canción "Adasa", de Richie Ray y Bobby Cruz.
"¿Cómo se mete de puta una exalumna del Liceo Benalcázar?"
Esta frase del final del texto condensa, tal vez, la razón de escritura de la protagonista: debe retrotraerse hasta lo que considera el principio de su camino de autodestrucción para explicar el motivo de su presente y sus decisiones desde ese momento en adelante. Aquí va cerrando el texto en el que se narra, detalladamente, la amplia respuesta a esta concisa pregunta.
Es la pregunta que suena en boca de sus antiguos vínculos, los del norte de Cali, que no pueden explicarse los cambios sobre la jovencita.
"Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos amigos. Nunca permitas que te vuelvan persona mayor, hombre respetable. Nunca dejes de ser niño, aunque tengas los ojos en la nuca y se te empiecen a caer los dientes. Tus padres te tuvieron. Que tus padres te alimenten siempre, y págales con mala moneda. A mí qué".
Hacia el final del relato, el texto parece tomar la forma del manifiesto y la narradora, en segunda persona, se refiere al lector y lo aconseja. Los consejos, podrían decir, parecen anti-recomendaciones, ya que se oponen a lo que se esperaría comúnmente. De todas maneras encajan, perfectamente, en el devenir de la protagonista. Se trata de consejos vinculados con la vida, con la obra y con la relación con los padres. La narradora aconseja al lector comportarse siempre como un niño y aprovecharse de las dádivas de los padres.
La búsqueda de conformación de obra recuerda lo esperado por el propio Caicedo y lo que comentan quienes lo conocieron en vida: uno de sus objetivos del escritor era dejar obra, y a eso se dedicó durante su corta pero explosiva vida.