Resumen
En esta sección nos detendremos en los paratextos de la novela: el título, ¡Que viva la música!; la dedicatoria negada para Clarisolcita; y los dos epígrafes, el de una canción popular y el de una frase de una novela de Malcolm Lowry.
Análisis
El título de la novela está tomado de una canción homónima compuesta e interpretada por Ray Barretto (1929-2006), un músico compositor, intérprete y percusionista estadounidense de origen puertorriqueño. Ray Barretto es una de las grandes figuras de la música salsa, del jazz latino y afrocubano, del boogaloo, del son cubano y de la pachanga. En esta novela, además, es uno de los músicos más escuchados por la protagonista en la segunda mitad de la obra. Los ritmos del tema musical son guagancó y descarga, y la canción está en posición evidenciada, encabezando el álbum también titulado Que viva la música, del sello Fania Records, del año 1972. Esta expresión, en Estados Unidos, en la década del 70, es una toma de posición clara y un festejo y defensa de la música latina, de la salsa. La canción, entre otros versos, sentencia: "Que viva la música criolla", "La música es el arte de expresar / con emoción / los sentimientos sinceros / del corazón", "Que viva la música boricua", "Que viva con voz de negra", "Que viva la música latina por siempre", "Nuestra música / Siempre vivirá". Caicedo, al elegir este título, anticipa la valoración positiva y la celebración que se hará de la música latina y de origen antillano en la novela. Además, exalta la expresión al agregarle los signos de exclamación: es como una especie de grito y reafirmación de lo que Barretto canta. La música es vida, es eterna y es lo que llena de vida a la protagonista, quien, hacia el final de sus memorias, se da a conocer como la Siempreviva. La música tiene un poder transformador en la novela, dionisiaco y vital.
La forma en la que se abre la novela es peculiar. En primer lugar, porque hay una dedicatoria negada o, lo que podríamos llamar, una antidedicatoria: “Este libro ya no es para Clarisolcita, pues cuando creció llegó a parecerse tanto a mi heroína que lo desmereció por completo” (45). Es decir que la novela iba a estar dedicada a una persona llamada Clarisol, pero luego el autor decide no dedicársela porque considera que ya no la merece, y, a la vez, lo explicita en el sitio en el que, usualmente, se colocan las dedicatorias. Inicialmente, dicen, la dedicatoria sentenciaba “Para que Clarisol aprenda” y, al parecer, antes de entregarla para la edición, Caicedo la cambia por la versión que finalmente aparece publicada, dado que la persona en cuestión, como deja ver la frase, ya había aprendido todo lo que esta novela (que poco pedagógica resulta en términos convencionales) podría enseñar.
En primer lugar, esta antidedicatoria anticipa el rol protagónico femenino que se lee en la novela y a la antiheroína que se configura allí; en segundo lugar, prefigura el carácter de crónica de hechos que tiene la narración; en tercer lugar, permite pensar en la posibilidad de inspiración en una persona real. La persona a la que menciona existe, se trata de Clarisol Lemos. Ella y su hermano, Guillermo Lemos, son dos niños de entre diez y doce años cuando conocen, en el Cineclub del Teatro San Fernando, a Andrés Caicedo, quien ya ronda los veinte. Se convierten en amigos inseparables e incursionan juntos en el mundo del sexo, la droga, la literatura y el cine. A Clarisol le dedica (o no) esta obra y la compara con la protagonista de los hechos; a Guillermo le dedica Angelitos empantanados.
Luego hay dos epígrafes. Uno de ellos deja leer “Qué rico pero qué bajo, Changó” y no tiene autor a quien atribuírselo: dice “Canción popular”. Una frase similar a esta, "ee, mira qué rico / y bajo Changó", es parte de la letra de la canción "Cabo E", interpretada por Richie Ray (1945) y Bobby Cruz (1937) y editada en el año 1967. Changó es uno de los veintidós Orishas, de la mitología de la religión yoruba. Es la divinidad del trueno que representa la justicia, la danza y la fuerza viril y es dueño de tambores. La frase refiere al son y al ritmo. En la novela, la protagonista retoma estas palabras, pero invertidas: "qué bajo pero qué rico", para referirse a su situación ante la vida y ante la mirada de los demás, sus antiguos compañeros de estudios.
El segundo epígrafe es una frase del escritor británico Malcolm Lowry (1909-1957), poeta, novelista y también guionista de Hollywood. Lowry es un escritor que, como Caicedo, escribe mucho, pero publica poco en vida. Su obra más conocida es Bajo el volcán (1947). Al igual que Caicedo, también, la mayor parte de sus obras se conoce de forma póstuma. Las causas de la muerte de Lowry no están claras: no se sabe si muere a causa de una intoxicación alcohólica, debido a su adicción, o si se trata de un suicidio perpetuado a través de la ingesta de calmantes, tal como muere Caicedo el mismo día que sale a la luz su novela ¡Que viva la música!. La cita elegida por el colombiano para abrir su obra pertenece, justamente, a una de estas obras póstumas de Lowry, conocida en español como Por el Canal de Panamá, que Caicedo cita y traduce libremente como “Cruzando el Canal de Panamá” (47). Esta obra es un registro ficcional de un viaje y se puede encontrar publicada como uno de los textos que forman parte de Escúchanos, oh Señor, desde el cielo tu morada (1961); luego es editada en formato de libro separado y traducida al español; aunque antes es publicada, como cuento, también de forma póstuma, en The Paris Review, bajo el título "Through the Panama" (1960). La novela tiene como temas el viaje y el alcohol, y el narrador registra todo lo que conoce en su travesía en formato de diario de viaje. La frase que Caicedo elige de esta obra de Lowry es “Con una mano me sostengo y con la otra escribo” (47), que alude a la simultaneidad de la escritura y las experiencias tempestuosas que vive el protagonista sin poder dejar de beber licor en ese camino de degradación que va narrando. De alguna manera, esto prefigura el rol que tendrá la protagonista y narradora de la historia de Caicedo en su relación con las drogas y sus efectos, así como también con la escritura, dado que escribe sus memorias en la época en la que goza del alcohol y la salsa.