“Un gobierno no es, en el mejor de los casos, más que un vehículo; pero la mayoría de los gobiernos se convierten con frecuencia en un inconveniente y todos han resultado serlo en algún momento” (17) (Metáfora)
Thoreau describe el gobierno como un vehículo porque lo concibe como un medio para que el pueblo alcance sus objetivos. Sin embargo, este “vehículo” se convierte con frecuencia en un “inconveniente”, es decir, en un obstáculo que dificulta el progreso de sus gobernados. La metáfora, así, sugiere que los gobiernos son propensos a ser deficientes y que, como cualquier herramienta, deben ser evaluados por su utilidad y efectividad. Dado que los gobiernos son susceptibles al abuso y a la corrupción, los ciudadanos tienen el derecho a cuestionarlos y resistirlos.
“La mayoría de los hombres sirven así́ al Estado no como hombres, sino como máquinas, con sus cuerpos. […] En gran parte de los casos, no ejercen con libertad ni su capacidad de juicio ni su sentido moral, sino que se rebajan a la condición de la madera, la tierra, las piedras…” (21) (Símiles)
En este fragmento, Thoreau compara a los individuos que obedecen ciegamente al Estado con objetos inanimados, postulando que, al someterse a la autoridad sin cuestionarla, pierden su humanidad y su individualidad. De esta forma, destaca la importancia de actuar haciendo uso de nuestra conciencia, para no convertirnos en meros instrumentos al servicio del poder. Esta serie de símiles se relaciona con la crítica a la obediencia ciega y a la pasividad, tema recurrente del ensayo.
“La noche en prisión fue como viajar a un país remoto que jamás hubiera esperado conocer” (41) (Símil)
Thoreau emplea el símil de un viaje a un país remoto para describir su experiencia en prisión como un descubrimiento inesperado. Desde la cárcel, Thoreau observa su ciudad natal desde una nueva perspectiva, como si fuera un observador externo. Los sonidos de la noche, como las campanadas o los ruidos de una cocina cercana, lo llevan a pensar que nunca había conocido, realmente, las instituciones que conforman su pueblo. Esto lo lleva a reflexionar sobre sus propias ideas y su relación con su comunidad. La cárcel, a través de esta experiencia, deja de ser un lugar de castigo y se transforma en un espacio de reflexión y autodescubrimiento.
"Aquellos que ven más allá y quieren saber de dónde es que la verdad gotea hacia este lago o aquel estanque se ajustan nuevamente el cinturón y continúan su peregrinaje en busca del manantial" (50) (Metáfora)
Thoreau emplea esta metáfora de la verdad como una fuente de agua que alimenta lagos y estanques para imaginar la búsqueda moral del individuo como un peregrinaje hacia este manantial. Quienes no se conforman con las verdades impuestas por la sociedad o por el gobierno, y hacen uso de su conciencia para comprender la realidad en su totalidad, son los que pueden emprender este camino de libertad con determinación y perseverancia, alcanzado de esta manera el discernimiento de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto.
"Un Estado que produjera este fruto y lo entregara tan pronto estuviera maduro, prepararía el camino para otro Estado más perfecto y glorioso aún" (51) (Metáfora)
Esta metáfora plantea la idea de un progreso continuo y evolutivo hacia un Estado que actúa como un facilitador del desarrollo individual en lugar de ser una autoridad opresora. El "fruto" representa a individuos moralmente maduros, que han alcanzado su pleno potencial gracias a un entorno que fomenta la libertad y la autonomía. Al "entregar" este fruto, el Estado reconoce la independencia del individuo, permitiéndole vivir sin interferencias y actuar según su propia conciencia. Este acto de entrega no es una abdicación del Estado, sino, más bien, un reconocimiento de su naturaleza transitoria. En este sentido, el Estado "más perfecto y glorioso" es el que crea las condiciones para que surja una sociedad más avanzada que no dependa de su existencia.