La máquina del gobierno (Alegoría)
Thoreau concibe al gobierno como una máquina impersonal y deshumanizada que opera de manera insensible. La máquina del gobierno es un sistema que, por su funcionamiento, permite la injusticia, como si fuera parte de sus fricciones y engranajes. Por esta razón Thoreau propone que, en vez de convertirnos en parte de la maquinaria, debemos actuar para desgastar y romper la máquina: “transformemos nuestra vida en una fricción que detenga la maquinaria” (31).
No pagar impuestos (Símbolo)
Thoreau encuentra en el rechazo a pagar los impuestos un acto simbólico de desobediencia civil, en cuanto es una forma de protestar contra las medidas injustas del Estado. Él sabe que no puede garantizar que aquellos impuestos que sí paga no se destinen a financiar la esclavitud o la guerra, pero entiende que pagar la totalidad de los impuestos representa, simbólicamente, ser leal a un gobierno que considera injusto. No obstante, al pagar ciertos impuestos que benefician a su comunidad, como los que se utilizan para arreglar carreteras o subvencionar la educación, demuestra que su desobediencia es selectiva y que tiene un propósito claro. En este sentido, Thoreau utiliza el pago de impuestos como una forma de confrontar al Estado y a sus representantes para que revisen y modifiquen las medidas injustas.
La cárcel (Símbolo)
“Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo es también la prisión” (33). Thoreau convierte su paso por la cárcel de su pueblo, en la que reside una noche por no pagar el impuesto de empadronamiento, en una forma de demostrar que se puede encarcelar el cuerpo, pero no la mente y el espíritu. Por eso afirma que la cárcel no es un lugar de castigo, sino de reafirmación de la propia autonomía moral. De esta manera, la cárcel simboliza tanto la opresión y el castigo que ejerce el Estado sobre el individuo como el lugar de la verdadera libertad para quienes actúan de acuerdo con lo que les dicta su conciencia.
El hombre que se ahoga en una tabla (Alegoría)
“Si le he arrebatado injustamente la tabla a un hombre que se ahoga, debo devolvérsela aunque me ahogue yo” (24). Thoreau emplea esta alegoría para cuestionar la filosofía de la conveniencia de Paley, que, para el caso hipotético aquí propuesto, creería más importante salvar la propia vida que realizar una acción justa.
En esta alegoría, el hombre que se ahoga simboliza a cualquier persona que esté padeciendo una injusticia; la tabla representa los medios para conseguir que esa injusticia se revierta; el acto de arrebatarla implicaría perpetuar esa injusticia, dejando prevalecer el propio beneficio, y el de devolverla, la acción de priorizar la justicia y el bien común, incluso si eso implica un sacrificio personal. De esta manera, Thoreau sostiene que siempre se debe anteponer el sentido de lo justo a la conveniencia personal, y que el gobierno debe actuar de igual modo, siguiendo el criterio moral superior de la justicia.