El departamento de Delia y Jim
En el comienzo de la historia, el narrador propone que “echemos una mirada” al hogar de Delia y Jim, al que describe como “uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana”, que podría pasar como un lugar “para alojar mendigos”. Luego, menciona algunos elementos del espacio que nos permiten visualizar la situación de pobreza del matrimonio: en la entrada, hay “un buzón al cual no [llega] carta alguna” y un “timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal”, lo que indica que el aspecto exterior de su departamento genera rechazo a simple vista. También menciona que el cartel con el nombre “Señor James Dillingham Young” se está borrando. Por último, el narrador describe algunos muebles precarios de la casa: un sofá “miserable”, una alfombra “raída” y un espejo de cuerpo entero que apenas cabe “entre las ventanas de la habitación”.
La vista externa desde el departamento
Después de llorar un rato por solo haber juntado un dólar con ochenta y siete centavos, Delia mira hacia afuera por la ventana y ve “un gato gris que [camina] sobre una verja gris en un patio gris”. Esta imagen del exterior nos habla del entorno monótono y apagado en el que vive la pareja. Asimismo, la imagen subraya la tristeza y la decepción de Delia por no haber podido ahorrar lo suficiente para comprarle a Jim un regalo navideño apropiado. No obstante, también podemos realizar un contraste entre el mundo exterior hostil y el mundo interior del vínculo cálido y cariñoso de Delia y Jim, puesto que su amor puede trascender el espacio visual y metafóricamente “gris” en el que viven.
El aspecto de Delia luego del corte de pelo
Tras cortarse el pelo para vender su hermosa cabellera, Delia se riza el pelo para intentar arreglarlo. Como resultado, su cabeza queda cubierta “por unos rizos pequeños y apretados que le [hacen] parecerse a un encantador estudiante holgazán”. A esta descripción se suma la que realiza la propia Delia, que, al observarse en el espejo con “ojos críticos”, dice que parece “una corista de Coney Island”. Estas comparaciones denotan la transformación visual de Delia, cuya belleza femenina se ha disminuido con la pérdida de su posesión más valiosa. La imagen de su nueva apariencia condensa, así, las consecuencias inmediatas y tangibles de su sacrificio.
El aspecto de Jim
Cuando Jim regresa al departamento después de trabajar, el narrador describe brevemente su aspecto: “Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes”. Esta descripción caracteriza a Jim como un joven agobiado por las dificultades económicas y por las responsabilidades que tiene como el hombre de la casa. Su abrigo gastado, su delgadez y sus manos desprotegidas describen esta desfavorable situación económica. De esta manera, el narrador demuestra cómo la pobreza puede materializarse en la apariencia física de un individuo.