Resumen
Después de pasar dos horas buscando un regalo adecuado para Jim, Delia halla el objeto perfecto: una cadena de platino, “de diseño sencillo y puro”, para el reloj de Jim. La cadena proclama su valor “solo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto… tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor”. Para Delia, la cadena es distinta a todos los demás objetos que vio ese día, y la falta de ornamentos innecesarios le hace recordar a Jim, que es “valioso y sin aspavientos”, una característica que, dice el narrador, aplica a ambos. El regalo también tiene un valor de utilidad para el joven, que suele ver su reloj disimuladamente para que nadie vea su correa desgastada. Ahora no tendrá vergüenza y podrá consultarlo con más frecuencia. Delia paga veintiún dólares por el reloj y se apresura a volver a su departamento.
De regreso en su hogar, la muchacha se riza el peinado para arreglar el corte de pelo, que la hace ver como un “encantador estudiante holgazán”. Se observa en el espejo y piensa que parece una “corista de Coney Island”. Después de preparar el café y la cena, Delia se sienta en la mesa a esperar con ansiedad la llegada de su marido. Al escuchar los pasos de Jim subiendo la escalera, se pone pálida. Delia, que tiene la costumbre de decir pequeñas plegarias sobre asuntos de la vida cotidiana, reza para que Jim la siga viendo atractiva sin su larga cabellera.
El narrador describe el aspecto de Jim cuando entra en el departamento: con sus veintidós años, Jim parece “delgado y serio”. Necesita un abrigo nuevo y no tiene guantes. Él mira a Delia con una expresión incomprensible en el rostro. Su esposa no sabe si está enfadado, sorprendido, decepcionado u horrorizado, y esto la aterra. La mirada de Jim es fija y extraña.
Delia se acerca a su marido y le explica que se ha cortado el pelo y lo ha vendido para comprarle un regalo de Navidad. Intenta tranquilizarlo diciéndole que crecerá pronto, e intenta entusiasmarlo diciéndole que el regalo que le ha conseguido es hermoso. Jim, todavía desconcertado, solo atisba a preguntar lo evidente: “¿Te cortaste el pelo? […] ¿Dices que tu pelo ha desaparecido?”. Delia le vuelve a explicar que lo vendió y que ya no está más. Luego dice, seria y dulcemente, que alguien podría contar los pelos de su cabello uno por uno, pero que su amor por él es incalculable.
Mientras Jim sale de su primer desconcierto y abraza a Delia, el narrador pide a los lectores que, por diez segundos, dirijamos la mirada hacia otro lado. Luego reflexiona sobre la relación entre el valor material e inmaterial de las cosas: postula que no hay una diferencia sustancial entre ganar “ocho dólares a la semana o un millón de dólares al año”. Termina la reflexión con estas palabras: “Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante”.
Análisis
La segunda sección de “El regalo de los Reyes Magos” profundiza en el tema del valor de las cosas. La elección de la cadena ilustra cómo Delia estima el valor de los objetos priorizando la simplicidad y el sentimentalismo por sobre lo llamativo, la opulencia y lo ornamental. Lo que admira de la cadena es su “diseño simple y puro”, que no necesita de ornamentos vistosos para lucirse. Para Delia, la cadena representa los atributos admirables de Jim, que también es valioso pero “sin aspavientos”. En este sentido, Delia proyecta el valor del aspecto de la cadena sobre la conducta tranquila y modesta de Jim.
En esta parte de la historia, Delia aparece como una protagonista desinteresada y abnegada. Aunque le preocupa que Jim deje de verla atractiva y se pregunta: “¿qué otra cosa podría haber hecho?”, no se muestra arrepentida de haber sacrificado su única posesión valiosa. También aprendemos que no reniega de la situación de pobreza en la que viven. El narrador observa que Delia tiene “la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas”, lo que implica que no reza ni expresa deseos de cambios importantes que alivien su situación económica. Podemos inferir que nunca pide un departamento más cómodo, o que Jim tenga un trabajo mejor pago.
La hermosa cabellera de Delia sirve como símbolo tradicional de belleza y feminidad. Los personajes con que se compara ella misma (el del estudiante holgazán y el de la corista de Coney Island) revelan que su corte de pelo se desvía de los ideales de belleza femenina, dando lugar a una apariencia más masculina o más adecuada a una mujer que no oficia de esposa y ama de casa. A Delia no le importa tanto su aspecto físico ni haber perdido su larga cabellera, pero sí le preocupa que su marido la siga viendo bonita. El miedo de Delia a que el cambio en su apariencia decepcione a Jim revela su interiorización de las concepciones tradicionales de género, por las que las mujeres basan su felicidad y valor en la aprobación masculina de su apariencia física. Esto nos lleva a preguntarnos si la relación de la pareja depende del correcto funcionamiento de los roles normativos de género.
Sin embargo, cuando Delia dialoga con Jim, detectamos que su adhesión a los roles de género es más compleja. Ella no se disculpa por haberse cortado el pelo ni suplica la aceptación o comprensión de Jim. En su lugar, explica el motivo desinteresado que la llevó a hacerlo, mientras le asegura a su esposo que su pelo volverá a crecer rápidamente. Luego, refuerza que su amor por él es más importante que su cabellera: “Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno […], pero nadie podría haber contado mi amor por ti”. En otras palabras, el valor de su amor por Jim sobrepasa el de su larga cabellera. De esta manera, el comentario de Delia vuelve a poner el amor intangible por encima de las posesiones materiales, pero también remarca su capacidad para actuar, su fortaleza y su independencia. Al restarle importancia a su transformación exterior, afirmando su amor por Jim, y al negarse a pedir la aprobación o el perdón de su marido, Delia subvierte su anterior adhesión a las normas tradicionales de género. Ella basa su valía, no en la capacidad de complacer a un hombre, sino en la cantidad de amor y sacrificio que expresa hacia la persona que ama.
A lo largo del relato, se nota mucho la presencia del narrador. Si bien no es un personaje de la historia, tampoco es un observador distante y objetivo. Con frecuencia se detiene en el medio de la acción para compartir sus opiniones sobre los acontecimientos y los personajes de la historia, o para hacer reflexiones sobre la vida y el amor. Por ejemplo, cuando Jim llega al departamento, el narrador interrumpe el relato para describir sus características físicas: “Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes”. Este tipo de comentarios impregnan la historia con imágenes que nos permiten visualizar, por ejemplo, las abrumadoras responsabilidades que soporta Jim como joven cabeza de familia.
Por otro lado, como podemos apreciar en el ejemplo, el narrador despliega un estilo informal y coloquial que se manifiesta en los comentarios que dirige al lector. Otro ejemplo de esto tiene lugar cuando Delia está arreglando su nuevo corte de pelo y el narrador reflexiona: “Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea gigantesca”. Aquí, el narrador admite que el amor y la generosidad de Delia han hecho “estragos” en su apariencia, y ahora ella corre el riesgo de enfadar a la persona que ama. El narrador, así, concluye que el amor es una “tarea gigantesca” que presenta desafíos y momentos de confusión. Además, al referirse a los lectores como “amigos míos”, el narrador nos invita a prestar especial atención a sus reflexiones.
Más adelante, el narrador también reflexiona sobre la relación entre valor y dinero:
Durante diez segundos miremos con discreción en otra dirección, hacia algún objeto sin importancia. Ocho dólares a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.
El hecho de que el narrador diga que su reflexión solo durará “diez segundos” refuerza el estilo conversacional de la historia, ya que esta frase imita las expresiones que se utilizan comúnmente en la narración oral. Por otra parte, cuando nos pide que comparemos ocho dólares a la semana con un millón al año, afirma que el valor de las cosas no está directamente ligado al dinero, y que no hay una diferencia sustancial entre un hombre rico, como el rey Salomón, y uno pobre, como Jim. Si bien no ofrece un medio alternativo de medir ese valor, el narrador nos dice que el desenlace de la historia nos permitirá entender mejor su observación. Este presagio o anticipación alude por primera vez en el relato a los Reyes Magos, indicando la intención de abstraer una lección moral del cuento. También le otorga más suspenso a la reacción de Jim frente al corte de pelo de Delia.