El regalo de los reyes magos

El regalo de los reyes magos Resumen y Análisis Tercera parte

Resumen

Tras recobrarse de su asombro, Jim saca un paquete de su bolsillo y lo pone sobre la mesa. Tranquiliza a Delia: “Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita”, le dice. A continuación, le pide que desenvuelva el paquete, para que entienda por qué reaccionó de forma tan extraña a su corte de pelo.

Delia abre el paquete y lanza “un jubiloso grito de éxtasis”, pero, acto seguido, le sigue “un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos”. Jim le ha regalado unas hermosas peinetas “de carey auténtico” adornadas con joyas. El narrador revela que Delia ha anhelado por mucho tiempo esas peinetas, sin esperar poseerlas nunca, y ahora que las tiene, no puede usarlas por su corte de pelo. Con lágrimas en los ojos, Delia mira a su esposo y le dice una vez más: “¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!”.

Rápidamente, Delia va en busca de su regalo. La cadena resplandece “con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia”. Le cuenta a su marido que recorrió la ciudad entera para encontrarla. Como respuesta, Jim se desploma en el sofá, cruza sus manos debajo de su nuca y sonríe. Luego sugiere que guarden sus regalos de Navidad por un tiempo, ya que son “demasiado hermosos para usarlos en este momento”. Luego revela que ha vendido su reloj para comprar las peinetas de Delia.

El narrador concluye la historia con una alusión a los Reyes Magos, también conocidos como los Santos Reyes o los Sabios de Oriente, las figuras bíblicas que le obsequiaron al niño Jesús oro, incienso y mirra. El narrador afirma que los Reyes Magos inventaron el arte de hacer regalos en Navidad, y luego los compara con Jim y Delia, que “insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa”. Según el narrador, Delia y Jim son los más sabios de todos los que hacen y reciben regalos, a pesar de sus insensatos sacrificios. En las líneas finales de la historia, el narrador concluye: “De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos”.

Análisis

En un principio, podríamos afirmar que Delia es el único personaje plenamente desarrollado de la historia. Seguimos de cerca su búsqueda del regalo navideño perfecto para Jim, así como su primera reacción al corte de pelo o a las peinetas. Por el contrario, antes de verlo llegar, tenemos muy poco conocimiento sobre Jim. Sabemos que posee ingresos limitados, pero no cuál es su empleo o cómo se siente en su trabajo. Nos enteramos de que siente orgullo por su reloj y que Delia lo ama mucho, pero desconocemos cómo corresponde al amor de su esposa. Esta información escasa hace que no podamos predecir cómo reaccionará al corte de pelo de Delia, lo que infunde suspenso en el momento en que se queda perplejo mirando la nueva apariencia de su mujer. En definitiva, no sabemos lo suficiente sobre Jim como para saber con certeza si rechazará o apreciará el sacrificio de Delia.

Pasado este momento, Jim revela su amor por Delia al afirmar que los cambios externos, como un corte de pelo, no pueden amenazar ni disminuir lo que él siente por ella. Al igual que Delia, Jim valora más el amor, el sacrificio y la generosidad que las cosas materiales. Otra forma en la que se manifiesta su amor es a través de la forma cariñosa en la que trata a Delia. Luego de salirse de su asombro, la abraza, y la llama “mi mujercita”, así como Delia se refiere a él como su Jim. De esta manera, Delia y Jim utilizan formas similares de expresar su afecto, lo que ejemplifica la reciprocidad de sus sentimientos y la armonía de su relación.

Los últimos momentos de la historia se cargan de ironía situacional. Por empezar, Jim revela la razón de su desconcierto ante el corte de pelo de Delia: le ha comprado unas hermosas peinetas para su larga cabellera. El narrador nos dice que Delia siempre quiso tener esas peinetas, pero nunca pensó que podría poseerlas. El problema es que, con el nuevo corte de pelo, las peinetas pierden su valor utilitario. Ahí reside la ironía: el regalo de Jim es impresionante y lujoso, pero el sacrificio de Delia no le permite aprovecharlos. La fuerte reacción de Delia, que primero grita de júbilo y luego larga un “histérico raudal de lágrimas y gemidos”, subraya su conmoción, que el narrador describe como propio de su condición femenina. Las reacciones de Jim, por el contrario, muestran su rol como figura masculina que sabe “contenerse” y consolar a su mujer: después del primer desconcierto, abraza a su esposa, y luego, aunque se desploma en el sofá al reconocer que no podrá usar la cadena que Delia le ha regalado, también esboza una sonrisa tranquilizadora.

Como hemos seguido a Delia en esta historia, solo al final nos enteramos de que Jim ha vendido su reloj para comprar las peinetas. Este descubrimiento refuerza la ironía situacional, ya que no esperamos un giro tan repentino en la narración. Tanto Delia como Jim esperaban que sus sacrificios individuales les permitieran ofrecerle al otro un regalo valioso. Pero el momento de intercambio de regalos hace que sus intenciones se vean frustradas. Como Delia ya no puede usar peinetas en su pelo corto y Jim ya no tiene un reloj al que atar la cadena, ninguno de los regalos puede utilizarse para el propósito previsto, haciendo que sus sacrificios hayan sido, en un sentido pragmático, en vano. Este es un resultado opuesto al que Delia y Jim esperaban: si no hubieran sacrificado sus posesiones más valiosas, sus regalos habrían seguido siendo prácticos y utilizables. Pero, paradójicamente, esos regalos no se podrían haber realizado sin estos sacrificios.

En el párrafo final de la historia, el narrador realiza una última digresión narrativa para reflexionar sobre el sacrificio de Delia y Jim, que en un principio juzga tonto e imprudente: “Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un departamento y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa”. Delia y Jim son insensatos porque actúan en contra de sus propios intereses, renunciando a sus posesiones más significativas, desde el punto de vista simbólico y material, por el compromiso de hacerse regalos de Navidad que no pueden costear. Al final de la historia, Delia y Jim se encuentran en la misma situación en la que empezaron, pero habiendo perdido sus más preciadas posesiones. Por eso el narrador los describe como “jóvenes atolondrados”.

Sin embargo, el narrador continúa su reflexión contradiciéndose, al comparar a Delia y Jim con los Reyes Magos, “los más sabios” de todos los que hacen regalos. Aunque los regalos, por el sacrificio, carecen de propósito y valor tangibles, encarnan el profundo amor que Delia y Jim sienten el uno por el otro. Ambos sacrifican desinteresadamente sus posesiones más preciadas con el único fin de hacer feliz al otro, y esa es una expresión de amor que no se puede medir en términos económicos o materiales. Para el narrador, es la generosidad de Delia y de Jim la que ilustra el verdadero valor de sus regalos y del espíritu navideño. Esto quiere decir que el valor del regalo reside en la generosidad del que regala, no en el valor material o utilitario del presente. Por eso, el sacrificio imprudente de Delia y Jim culmina en el regalo más valioso de todos: el amor incondicional y desinteresado, que triunfa sobre las posesiones y pertenencias materiales. En este sentido, Delia y Jim son los “verdaderos Reyes Magos” porque comprendieron el mensaje de amor que reside en la celebración de la Navidad.

Para concluir, cabe destacar el paralelismo entre los actos de Delia y de Jim como representación de la simetría y el equilibrio de su vínculo, lo que lo hace más fuerte y duradero. Antes del clímax de la entrega de regalos, Jim y Delia poseían cada uno, de forma individual, un objeto valioso: la cabellera de Delia es solo de Delia, el reloj de Jim, exclusivamente de Jim. Delia y Jim renuncian a estas pertenencias individuales y, de esta forma, pierden esos objetos que afirmaban su individualidad, pero ganan con esta pérdida la correspondencia de su amor. Esto demuestra que Delia y Jim siguen arcos narrativos casi idénticos, y que el paralelismo de sus sacrificios representa la reciprocidad de su relación. Delia y Jim no necesitan objetos que los individualicen, siempre que manifiesten su amor incondicional y desinteresado.