“Pero de repente, se echó atrás como si hubiera puesto la mano en un hierro ardiendo” (66) (Símil)
El narrador describe con este símil la forma en que Kovaliov reacciona al darse cuenta de que no puede cortejar a una dama que ha visto en la catedral porque no tiene nariz. Por un instante, el encanto de la dama le hace olvidarse del asunto por completo, pero apenas recuerda que está desnarigado, reacciona bruscamente, como si hubiera tocado un metal caliente.
“Un enjambre de gente llenaba la avenida Nevski; las damas formaban un torrente de flores que fluía por la acera desde el puente Politseiski hasta el de Anichkin” (66) (Metáfora)
En “La nariz”, Gógol no solo cuenta una historia absurda; también nos ofrece imágenes que describen la vida social de San Petersburgo. Aquí utiliza la metáfora de un “enjambre de gente” para dar una idea de la gran cantidad de personas que transitan por la avenida Nevski, y describe a las damas como un “torrente de flores”, imagen que acompaña a la del enjambre, como si las personas fueran abejas que viajan hacia el néctar que emana de la belleza femenina.
“En esto asomó por la puerta la cabeza del barbero Iván Yákovlevich, pero con tanto miedo como un gato recién vapuleado por robar tocino” (86) (Símil)
Para describir el miedo del barbero cuando llega a la casa de Kovaliov para afeitarlo tras el incidente de la nariz, se lo compara con un gato que ha sido golpeado por robar un tocino. El símil enfatiza la intensidad del temor y de la culpa que siente Iván Yákovlevich por haber sido incriminado por la pérdida y fuga de la nariz de Kovaliov.
“Iván Yákovlevich le puso el paño, y en un santiamén, valiéndose de la brocha, le convirtió la barba y parte de los pómulos en esa crema con que se suele obsequiar a la gente en las fiestas onomásticas de los comerciantes” (87) (Símil)
Este es un símil que describe la acción de Iván Yákovlevich al enjabonar la cara de Kovaliov. La espuma de afeitar se compara con la crema que se sirve en las celebraciones de los días de los nombres de los comerciantes, lo que le agrega a la descripción de la escena un costado costumbrista, al evocar imágenes de la vida cotidiana y de las celebraciones de la época.