La Casa Grande y la Casa de Arriba (Símbolos)
En el Cortijo, además de los espacios dedicados a los criados, como la casa de Paco y Régula, se encuentran la Casa Grande, donde reside la clase media, esto es don Pedro y doña Purita, y la Casa de Arriba, donde reside la clase alta, de los señores.
Los nombres de ambas casas simbolizan la superioridad de esas clases por sobre la clase baja de los criados. Mediante la utilización de un adjetivo que remite a su dimensión, la Casa Grande alude a una grandeza que sitúa en una posición ventajosa a Pedro y Purita, en contraste con la miserable y pequeña casa que les toca a Paco y su familia. Por encima de ella, como su nombre lo indica, la Casa de Arriba corresponde al estrato social más alto del Cortijo. Nuevamente, la novela recurre a la espacialidad como una manera de representar las tajantes jerarquías sociales que articulan las relaciones entre las personas del Cortijo.
El anillo del Obispo (Símbolo)
Con motivo de la Comunión del señorito Carlos Alberto, la Señora Marquesa acude al Cortijo acompañado del Obispo. Los recibe Régula, cuyo aspecto bajo contrasta ostensiblemente con la riqueza y opulencia de los recién llegados. Ella no conoce el protocolo y comienza a ensayar ridículos intentos de saludo, hasta que la Señora le indica que la tradición es besar el anillo del Obispo. El objeto simboliza la santidad pero, sobre todo, el poder y la superioridad moral del Obispo. Y el beso que Régula se ve obligada a darle simboliza el respeto y la sumisión.
La orden de Iván para que Nieves le quite las botas (Símbolo)
El hecho de que Iván llame a Nieves a su habitación, luego de que en la cena la miró lascivamente, y la obligue a arrodillarse a sus pies y quitarle las botas simboliza su poder, que se manifiesta en exigencia de respeto y sumisión. En primer lugar, convocarla a su habitación privada supone obligar a la niña a ingresar en un ámbito íntimo del señorito. En segundo lugar, el hecho de tener que arrodillarse ante él simboliza la posición desventajosa de ella frente a la superioridad de Iván, que la mira desde la altura. Además, las botas de Iván, aquellas con las que va de caza, simbolizan su virilidad y fuerza, asociadas a la caza. Por último, con ese pedido, Iván obliga a Nieves a desnudarlo, con lo cual sugiere así el deseo de un encuentro amoroso con ella.
La muerte de Iván (Símbolo)
La muerte del señorito Iván representa una venganza por parte de Azarías ante el despecho del señorito al matar a su milana. Sin embargo, simboliza también algo más profundo: la expurgación de los pecados de todos los señoritos, es decir, de todas las injusticias cometidas por la clase alta que él representa. La mirada piadosa que el narrador va construyendo sobre Azarías, caracterizándolo como un niño inocente, frente a la mirada condenatoria que dedica a Iván, orientan la lectura en ese sentido. Iván, como representante de la clase dominante, condensa la conducta de toda un estrato social que debe pagar por una historia de opresión y maltrato, mientras que Azarías, como representante de los oprimidos y los débiles, actúa como el inocente que limpia los pecados cometidos por los señores.
Según esta lectura, el asesinato de Iván no es un crimen sino una limpieza: simboliza la expurgación de los crímenes y pecados de los poderosos y tiranos, la reparación de toda una historia de explotación que, en la novela, según el título lo indica, se remonta a la matanza de los inocentes perpetrada por Herodes en el relato bíblico.
El bando de zuritas que atraviesa el cielo al final de la novela (Símbolo)
Luego de que Iván muere ahorcado en el árbol, Azarías mira hacia arriba alegremente y, en eso, una bandada de pájaros atraviesa el cielo: "y, en ese instante, un apretado bando de zuritas batió el aire rasando la copa de la encima en que se ocultaba" (155). Con esto se cierra la novela, lo cual pone el acento sobre la relevancia de esa imagen en el desenlace. El bando de zuritas surcando el aire es símbolo de la libertad en la que ha quedado la naturaleza ahora que Azarías se ha encargado de eliminar a Iván, el cazador. Si durante la última jornada de caza, Iván se vio frustrado por no encontrar bandadas de pájaros para cazar, el hecho de que, luego de su muerte, esos pájaros vuelvan a aparecer en el cielo simboliza el libre desarrollo de la naturaleza y sus especies, emancipadas ahora del dominio que las sometía.
Esta imagen funciona además para matizar el horror de la imagen anterior, que mostraba a Iván agonizante, con lo cual el narrador busca demostrar, una vez más, las ventajas que trae la merecida muerte de Iván. Ahora que él ya no está al acecho, las aves pueden volar nuevamente en libertad.