Seis personajes en busca de autor

Seis personajes en busca de autor Metáforas y Símiles

“Cada uno de nosotros, señor, exteriormente, ante los demás, se reviste de dignidad; (...) como una lápida sobre una fosa, esconde y sepulta ante nuestros propios ojos toda traza y hasta el recuerdo de la vergüenza" (Padre, Primera Parte, p. 124) (Símil)

En este fragmento, el Padre remite a uno de los temas fundamentales de Pirandello: la crisis de la identidad o la multiplicidad de personalidades que habita en cada uno de nosotros. En este caso, como consecuencia de la oposición entre lo que uno es y lo que uno aparenta para los demás y para sí. La comparación la realiza mientras se justifica con el Director acerca de sus visitas a la casa de la proxeneta Madama Pace. Lo que intenta expresar con esta imagen es que todas las personas cometen acciones que las avergüenzan pero, al igual que una lápida esconde al putrefacto cadáver, simulamos nuestros errores y pecados a los demás y a nosotros mismos.

En su ensayo El humorismo, Pirandello desarrolla la idea de que la mirada ajena repercute en nuestro comportamiento llevándonos a disimular algo que no somos, a parecer en lugar de ser: en donde creemos ver un yo único, hay en realidad un yo múltiple. La posibilidad de una identidad única e inmutable se vuelve -tal como desarrollamos en la sección Temas- un imposible.

“Y viven eternamente sin embargo: porque, vivas semillas, tuvieron la fortuna de hallar una matriz fecunda (...)” (Padre, Primera Parte, p. 124) (Metáfora)

En este diálogo, el Padre utiliza la metáfora de las semillas para referir a personajes famosos de la literatura (como Sancho Panza) que deben su existencia eterna en el arte a que tuvieron la fortuna de nacer en la fantasía de un autor que supo alimentarlos y hacerlos crecer. Esta metáfora hace ver a los personajes literarios como elementos orgánicos y autónomos que solo precisan de la atención y el cuidado para vivir -incluso independientemente de su creador- una vez paridos al mundo material.

Pirandello también relaciona los elementos de la fantasía con los de la naturaleza en el “Prefacio” de la obra, cuando da cuenta del proceso de escritura de Seis personajes en busca de autor. Allí, explica que el personaje “se le insinúa al autor en la fantasía hasta convertirse en una criatura viva” (85), del mismo modo que una primera célula de vida se origina en el interior de la madre hasta el día en que nace como una persona. Pese a ello, la tragedia que lamentan estos seis personajes se debe, justamente, a una falta de interés de su autor en llevarlos a la vida.

“Sería muy cómodo que cada personaje largara su monólogo, o que, por las buenas, como si se tratara de una conferencia, desembuchara delante del público todo lo que se le ocurriera” (Director, Segunda Parte, p.152) (Símil)

El Director asimila las largas exigencias que una y otra vez suelta la Hijastra a los monólogos que realizan los oradores que participan de una conferencia. Aunque podemos encontrar distintas modalidades de conferencias, lo cierto es que este género discursivo suele caracterizarse por una toma de la palabra más o menos extensa en la que uno o varios participantes u oradores expresan sus respectivos puntos de vista, argumentan ideas, o bien desarrollan una exposición en calidad de especialistas sobre un determinado tema.

Antes de este símil, el Director critica a la Hijastra por hablar mucho y creer que su parte del drama es la única importante. Luego, desarrolla la idea de que en el teatro se deben integrar todos los personajes “en un cuadro armónico y representar lo que es representable” (151). La comparación, dicho esto, le sirve para contraponer los deseos de la Hijastra de protagonizar el drama con las necesidades de la representación escénica, en la que cada elemento debe mostrarse en relación con los demás, “y con ese fragmento dar entender, sin embargo, toda la vida que permanece oculta” (152).

Como anteriormente vimos, es habitual en Pirandello que aquellas reflexiones que parecen referir solo al orden del teatro dirijan también una crítica a nuestra propia concepción de la realidad. En este punto, las críticas del Director remiten a la imposibilidad de la percepción individual y subjetiva de poder dar cuenta de la vida compleja y múltiple. La realidad, así vista, no se hace presente en el fragmento de experiencia que cada uno posee, sino que se muestra en la acumulación de esos fragmentos.

“¡Y yo con ella, dése cuenta, yo, qué horror, con mi cuerpo infectado a su lado (...)!” (Hijastra, Tercera Parte, p.161) (Metáfora)

Mientras le describe al Director la casa donde vive con su madre y hermanos luego de la muerte del secretario, la Hijastra destaca la belleza del jardín en el que jugaba con la Niña. En ese momento, utiliza la imagen del cuerpo infectado como una forma de dar cuenta de su integridad mancillada al haber sido obligada a prostituirse con Madama Pace para sostener económicamente a su familia. La idea de la ‘infección’ remite al campo semántico de la suciedad y la enfermedad, otras formas comunes de dar cuenta de la caída en el pecado, la bajeza moral o la pérdida de la virtud.

Cabe destacar que la metáfora utilizada por la Hijastra proporciona un contraste frente a la caracterización de la Niña, quien, “con sus bracitos cariñosos e inocentes” (162), opera como representante de la pureza. Por otro lado, también es preciso mencionar que la idea de la culpa y la pérdida de la virtud femenina -tema por demás presente en la historia de la literatura occidental- contiene presupuestos misóginos en tanto concibe la sexualidad y el honor femeninos solo en relación con un fin reproductivo: la maternidad.

“¿Cree que se puede vivir frente a un espejo que, no contento con inmovilizarnos en la imagen de nuestra propia expresión, nos la ofrece además como una irreconocible mueca de nosotros mismos?” (Hijo, Tercera Parte, p.166) (Metáfora)

Esta pregunta, realizada por el Hijo al Director hacia el final de la obra, sintetiza una de las principales críticas de Pirandello a la pretensión de representación realista del teatro: es imposible capturar la realidad mutable y cambiante de la vida mediante las formas fijas del arte. La imagen del espejo, en este sentido, representa la angustiosa mímica que reciben los personajes de las actrices y actores que irán a imitarlos en escena.

En esta situación, el Hijo rehúsa participar del ensayo, ya que cree que la obra es un imposible debido a que tanto el Director como “sus actores lo único que hacen es fijarse en su apariencia” (166). Al igual que en toda la obra, los límites entre lo que es real y lo que es ilusión son difusos, y lo que aplica para la representación lo hace también para la vida. En este segundo sentido, el espejo que solo capta la apariencia refiere también a la imposibilidad que tenemos las personas de acceder a un conocimiento total -el ser- de nuestros semejantes.

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