“Al fin vas aprendiendo la manera de hablar sin andar bajo muchas nubes” (p. 42) (Metáfora)
Esta frase se la dice el Dictador a Patiño una vez que este demuestra comprender lo que aquel le está contando. Con la figura de las nubes, el Dictador metaforiza el usual estado de confusión, de falta de entendimiento y lucidez que suele caracterizar al secretario. En la medida en que las nubes suelen nublar la vista y dificultar la claridad, la idea de que se encuentran sobre la cabeza de Patiño expresa su dificultad para ver y comprender.
“Las sombras de tus ojeras han crecido: dos bolsas-de-carbón bajo el fuego de tus ojos derraman lluvia de tizne sobre tu impersonal-persona” (p. 75) (Metáfora)
En esta frase, El Supremo describe las ojeras de la Andaluza y usa para ello una metáfora: las ojeras son dos bolsas de carbón; es decir, dos bultos oscuros bajo los ojos. Además, el brillo y la emoción que expresan los ojos de la Andaluza son presentados como un fuego. En suma, la conjunción de esas ojeras con los ojos, de los carbones con el fuego, da lugar a un metafórico derramamiento de lluvia de tizne, esa sustancia pringosa que deja el humo de una combustión y queda adosado a las superficies. Con toda esta construcción metafórica en torno al carbón y el fuego, El Supremo alude a las ojeras que caracterizan al rostro de la Andaluza.
“Tres alacranes. Cuatro escorpiones. Los que sean. A voluntad. Entrelazan sus colas, sus pinzas. Secretan sus jugos venéficos. Agitar bien el frasco. Ponerlo al sereno, hasta que los bichos se serenen del todo. El veneno se vuelve entonces bebedizo benéfico. Tomarlo en ayunas, bien de madrugada. Dosis homeopáticas” (p. 323) (Metáfora)
Esta cita se produce mientras El Supremo enumera sus estrategias para detener las amenazas extranjeras a Paraguay. Para referirse a los enemigos de la Patria, usa la metáfora de los alacranes que intentan, con sus colas, pinzas y veneno, atacarlo y derrotarlo, pero él logra dominarlos. Continuando con la metáfora, para representar el modo en que procede con sus enemigos, El Supremo dice que mete a los alacranes en frascos, los agita hasta que se tranquilizan y su veneno se convierte en una pócima que él emplea como antídoto y energizante. Así, representa la manera en que logra neutralizar el accionar de sus contrincantes y termina usando su conspiración a su favor, en beneficio para su gobierno: “Me han querido usar. Yo los he usado a ellos” (p.323).
“La alucinación en que yaces te hace tragar los últimos sorbos de ese amargo elixir que llamas vida, mientras vas cavando tu propia fosa en el cementerio de la letra escrita” (p. 494) (Metáforas)
Mientras conversa con El Supremo, el Sultán emplea esta metáfora para representar el estado del Dictador: la vida es como un elixir del que Francia bebe -en estado alucinatorio- intentando no morir. A la vez, mientras intenta prolongar sin éxito su vida, la insistente escritura del Dictador se vuelve, metafóricamente, un cementerio, su propia sepultura. Como El Supremo no acepta su muerte y no se entrega a ser enterrado, intenta prolongarse en vida a través de la escritura; pero como su muerte es inevitable, esa escritura será a la larga una sepultura, la evidencia de su muerte en vida.
“Sigue el hilo conductor sobre el laberinto horizontal-vertical de los folios” (p. 512) (Metáfora)
El perro Sultán se vale de la metáfora del laberinto para representar la escritura del Dictador. La usa para aludir al modo en que, en un intento por prolongar su vida y evitar la muerte, el Dictador se entrega a una escritura en la que pronto se extraviará, perderá el rumbo. A través de una referencia al mito de Teseo y Ariadna, el perro le aconseja al Dictador valerse de un hilo conductor para orientarse en ese laberinto. En el mito griego, Ariadna le regala un ovillo de hilo a Teseo para que este pueda hallar la salida tras acabar con la vida del Minotauro que habita en el laberinto.