“Fingiendo dormir cambió de posición para eliminar toda dificultad, y entonces sintió la mano sin la venda negra buceando como un molusco ciego entre las algas de su ansiedad” (Capítulo 8, p.168) (Símil y metáfora)
Esta escena ocurre cuando finalmente se consuma la tensión sexual entre Amaranta y su sobrino Aureliano José. La conciencia de que el acto sexual es algo prohibido -no solo por su carácter incestuoso sino también por la edad de Aureliano José- los lleva a encontrarse cuando todos duermen en la habitación a oscuras de Amaranta. A ello se debe el símil que muestra la mano de Amaranta como un ‘molusco ciego’, es decir, como una mano sin dueño -lo que la libra de la culpa del acto- que bucea a ciegas en la habitación oscura. Por su parte, Aureliano José finge dormir mientras su ‘ansiedad’, presentada bajo la metáfora de las algas, permite la entrada y se enlaza a la mano de su tía.
La imagen es particularmente relevante ya que presenta el problema del incesto, recurrente en Cien años de soledad, y lo vincula asimismo al tópico de la pederastia, también frecuente en varias instancias de la novela.
“Un frío interior que le rayaba los huesos y lo mortificaba inclusive a pleno sol le impidió dormir varios meses” (Capítulo 9, p.194) (Metáfora)
En sus últimos años comandando la revolución de los liberales, el coronel Aureliano Buendía permite la fusilación de un líder aliado que hacía que su poder peligrara. Al día siguiente, se despierta “sobresaltado, pidiendo a gritos una manta” (194), aquejado por un frío interior del que no puede librarse. Ese frío interior, que lo acompañará hasta el día de su muerte, representa metafóricamente el vacío interior que la guerra, la traición a sus ideales y la soledad dejan en el coronel Aureliano. Implica, a su vez, una transformación en la lógica de los tradicionales relatos del viaje del héroe en la historia de la literatura. En la tradición literaria, el viaje del héroe produce una transformación interior positiva en el personaje. En el caso de Aureliano, aunque su regreso a Macondo está rodeado de un aura de gloria, su transformación interior es completamente negativa y el frío que lo aqueja es un síntoma de ello.
“Extraviado en la soledad de su inmenso poder, empezó a perder el rumbo” (Capítulo 9, p.195) (Metáfora)
Mientras se narra la realidad del coronel Aureliano Buendía en uno de los momentos más gloriosos y reconocidos de su carrera militar, esta metáfora espacial presenta la mirada subjetiva del propio coronel respecto a su situación: el poder, el reconocimiento y la gloria no son sino la contracara de una soledad infranqueable. Este sentimiento lo hace dudar acerca del sentido que lo llevó a partir a la guerra en un principio y produce que se sienta perdido. El carácter solitario del coronel no hará sino acrecentarse con el correr de los años y lo acompañará hasta el día de su muerte.
“—Ahí viene —alcanzó a explicar— un asunto espantoso como una cocina arrastrando un pueblo” (Capítulo 11, p.256) (Símil)
De esta manera se presenta la llegada del primer ferrocarril a vapor que llega a Macondo. La frase la pronuncia una habitante del pueblo que se encontraba en el momento cerca de las vías. La comparación con la cocina se debe fundamentalmente al vapor que expulsa la chimenea de la locomotora para mantenerse en movimiento, mientras que el pueblo que arrastra refiere a los sucesivos vagones que se encadenan tras ella. Es posible considerar, a su vez, que la imagen del pueblo arrastrado funciona como una anticipación de las migraciones masivas que, luego de la llegada del ferrocarril, recibirá Macondo.
El símil es interesante ya que pone en relieve el desconcierto que causa en los habitantes de Macondo la llegada de una tecnología inaudita hasta el momento. En este sentido, la llegada de la locomotora es uno de los acontecimientos más importantes ligados al tema del progreso.
“—¡Dónde está! —preguntó alarmada. —¿Qué? —¡El animal! —aclaró Amaranta. Úrsula se puso un dedo en el corazón. —Aquí —dijo.” (Capítulo 13, p.288) (Metáfora)
Este diálogo se produce entre Úrsula y Amaranta, luego de que la primera insulte a los gritos tras recordar tantas tristezas y esfuerzos vanos a lo largo de su vida. El grito le hace pensar a Amaranta que a su madre la ha atacado un alacrán. Cuando le pregunta, Úrsula responde metafóricamente al decir que tiene un animal en el pecho. Ese animal, entonces, representa toda la angustia y frustración acumulada que siempre se ha reprimido Úrsula, en su voluntad de mantener a la familia a flote. Cabe mencionar que la presencia de los alacranes en la novela tiende a asociarse a cuestiones negativas y, en su grado máximo, a la muerte.