Cien años de soledad

Cien años de soledad Resumen y Análisis Capítulos 15-16

Resumen

Capítulo 15

Luego del incidente en el baño, Fernanda obliga a Meme a enclaustrarse en el mismo convento al que fue ella de chica, a muchos kilómetros de Macondo. Las mariposas amarillas la persiguen durante los largos días que dura el viaje. Desde que oyó el disparo y el grito de agonía de Mauricio en el jardín, Meme no vuelve a pronunciar palabra y sigue pensando en él hasta el día de su muerte.

Nuevamente en Macondo, Fernanda se entera de que su cuñado, José Arcadio Segundo, estaba incitando a la huelga a los trabajadores de la compañía bananera. Ahora las autoridades lo buscan y se desconoce su paradero. Aunque Aureliano Segundo está determinado a rescatar a Meme, Fernanda lo convence de que irse fue una elección de ella. También envía una carta a Roma para avisarle a su hijo José Arcadio que su hermana ha muerto. Luego, cuando la casa vuelve a la normalidad, comienza a intercambiar correspondencia con unos “médicos invisibles” (339) a quienes consulta sobre un desprendimiento de útero que padece. Sin embargo, su conservadurismo le impide llamar las cosas por su nombre y los médicos la aconsejan como si sufriera dolencias intestinales.

Meses más tarde, una monja llega a la casa y sorprende a Fernanda con un niño que transporta en una canasta: es Aureliano Babilonia, el hijo de Meme y Mauricio. Fernanda le oculta a todos la procedencia del niño e inventa que lo encontraron en la canasta flotando en el río. Luego esconde a Aureliano en el antiguo taller del coronel y no lo deja salir de allí.

Cuando Aureliano Babilonia cumple un año, la tensión entre la compañía bananera y los obreros estalla. Los obreros piden condiciones dignas de trabajo: un mejor servicio médico, viviendas decentes, y que les paguen con efectivo en lugar de los vales que deben cambiar por comida a sus propios empleadores. Las autoridades consiguen apresar a José Arcadio y un coronel exiliado de la revolución mexicana, llamado Lorenzo Gavilán, pero logran salir al poco tiempo. Cuando los trabajadores elevan los cargos al gobierno de Macondo, las autoridades, confabuladas con los empresarios, consiguen eludir una y otra vez la demanda. Finalmente, cansados de que los hagan perder el tiempo, los trabajadores elevan los cargos a los tribunales supremos. Sin embargo, vuelven a burlarse de ellos al decir que la compañía bananera no tenía trabajadores a su cargo, sino que reclutaba temporalmente a los empleados, por lo que no tenían la responsabilidad de hacerse cargo de sus obligaciones como empleadores.

La respuesta enfurece a los obreros y se declara la huelga. Las plantaciones comienzan a echarse a perder y los trenes de carga quedan parados en sus carriles. El gobierno manda tres regimientos de soldados a Macondo para que establezcan el orden y vuelva a iniciarse el ciclo de cosechas. Cerca de tres mil huelguistas son convocados a la plaza central para discutir los términos de la reincorporación. Allí, un capitán lee un decreto oficial donde se establece que los huelguistas son una “cuadrilla de malhechores” y faculta al ejército a “matarlos a bala” (346). Cuando los trabajadores se rehúsan a irse de la plaza, el ejército abre el fuego sobre ellos, con sus familias y niños. En medio de la masacre, José Arcadio Segundo recibe un disparo y se desvanece.

Cuando despierta, José Acadio Segundo advierte que está acostado en un tren de carga sobre todos los cadáveres de los que han sido asesinados en la plaza. El destino del tren es el mar, donde piensan tirar a los muertos. José Arcadio Segundo logra saltar del tren y camina de regreso por las vías, rumbo a Macondo. Mientras camina, una lluvia torrencial que no se detendrá por años comienza a caer del cielo.

Una vez en Macondo, todas las personas con las que habla sobre la masacre de los tres mil huelguistas descreen de su historia. Piensan que los trabajadores simplemente se cansaron de la situación y volvieron a sus pueblos. Al llegar a la casa de los Buendía, José Arcadio Segundo se establece a escondidas de Fernanda en la habitación de Melquíades, gracias a la ayuda de su madre, Santa Sofía de la Piedad.

La versión oficial de los días subsiguientes es que los trabajadores se marcharon en caravanas pacíficas. Por las noches, luego del toque de queda, oficiales del ejército cazan a los subversivos que lograron escapar y se los llevan a “un viaje sin regreso” (352). Un día van a la casa de los Buendía y, luego de revisar toda la casa, llegan al cuarto de Melquíades, donde se esconde José Arcadio Segundo. Cuando ingresan a la habitación, no logran advertir la presencia de José Arcadio en la cama, quien está protegido “por la luz sobrenatural” (355) del ambiente. Desde entonces, José Arcadio no vuelve a salir de la habitación. El diluvio sigue arrasando con Macondo, mientras él se dedica a descifrar los pergaminos de Melquíades y repite a toda hora, y aunque lo crean un loco, que fueron tres mil los asesinados por el ejército.

Capítulo 16

El diluvio detiene toda actividad en Macondo, comenzando por la compañía bananera. Aureliano Segundo, que se había quedado en lo de Petra Cotes desde el enclaustramiento de Meme, se encontraba por casualidad junto a su esposa cuando comenzó a llover, y decide no moverse de allí hasta que escampe. La humedad es tal que la casa entra en un periodo de deterioro constante, lo que lleva a Aureliano a ocuparse por primera vez del mantenimiento del lugar. Su dedicación lo lleva a perder los kilos que había ganado a fuerza de juergas y banquetes en lo de Petra. Fernanda, desconcertada por la presencia de su esposo, teme que intente “deslizarse hasta su dormitorio” (360) y descubra allí que se encuentra incapacitada para el amor, motivo que incrementa su intercambio de cartas con los médicos.

Tres años después de la llegada de Aureliano Babilonia, Aureliano Segundo se entera de la existencia de su nieto cuando lo encuentra corriendo desnudo por un corredor, con una dotación semejante a la del primer hijo de Úrsula, José Arcadio. Lejos de enojarse, dedica su tiempo libre a contarles historias inventadas y enseñarles a leer, a él y a Amaranta Úrsula.

Pasado un tiempo, llega la noticia del fallecimiento de Gerineldo Márquez y ven su lamentable cortejo realizado a tientas por las calles inundadas. Úrsula lo despide decidiéndose a morir cuando termine la lluvia. El lamentable estado del pueblo lleva a Aureliano Segundo a preocuparse por Petra Cotes y sus animales, y se dirige a su casa a visitarla. Cuando llega, encuentra a su granja de animales reducida a una mula escuálida y a su amante, envejecida, quien lo recibe diciendo irónicamente: “¡A buena hora!” (364).

En casa de los Buendía la situación de miseria es similar, lo que impulsa a Fernanda a realizar una queja constante e ininterrumpida que se sostiene y aumenta a lo largo de los días. Finalmente, Aureliano Segundo se las arregla para que no vuelva a faltar la comida en la casa.

En medio del desastre, los únicos felices son Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula. Ellos se entretienen torturando animales y atormentando a la envejecida tatarabuela Úrsula quien, poco a poco, ha perdido el sentido de la realidad y pasa el tiempo desvariando y reviviendo antiguos recuerdos de su familia.

Para sostener la precaria economía de la casa, Aureliano Segundo intenta sonsacarle a Úrsula el paradero de las bolsas de oro que encontró en la estatua de San José. Pero ella sigue firme en esperar a que el dueño del dinero se presente para devolverlo. Ante la negativa, Aureliano Segundo empieza a excavar en toda la casa durante semanas, intensificando el estado de deterioro del lugar al extremo. Su búsqueda implacable para encontrar el oro se interrumpe finalmente cuando la lluvia cesa, luego de más de cuatro años de diluvio. Entonces, se entera de que Petra Cotes está iniciando una nueva rifa con la única mula viva que le quedaba.

Análisis

A lo largo del Capítulo 15 vemos desarrollarse la narración de las injusticias cometidas por la compañía bananera, así como la violencia estatal que, promovida por los intereses económicos de la compañía, se ejerce sobre los obreros de Macondo.

La narración de la masacre de las bananeras en Cien años de soledad se inspira en un hecho real de la historia colombiana que posee una gran similitud con los sucesos de la novela. A principios del siglo XX y facilitada por la creación del ferrocarril, se estableció en el partido de Magdalena, Colombia, la compañía estadounidense de producción de banano, United Fruit Company. Si bien su aparición impulsó un rápido crecimiento en la región, el trato inhumano con sus trabajadores derivó en una gran huelga realizada a finales de la década de 1930. Como consecuencia, se produjo la intervención del ejército colombiano, que derivó en la matanza de muchos de los huelguistas. Durante los meses posteriores a la masacre, los medios oficiales minimizaron lo ocurrido y hasta negaron la matanza ocurrida.

Más allá de la importancia que posee el Capítulo 15 desde el momento en que presenta una denuncia a los males y las consecuencias humanitarias del progreso, la referencia histórica que introduce merece un análisis aparte. En Lo barroco y lo real maravilloso, Alejo Carpentier vincula el origen de lo real maravilloso en la novelística latinoamericana a “ciertos hechos ocurridos en América” (1987:114). Para él, muchos de los acontecimientos históricos producidos en el territorio poseen en sí un potencial literario debido a lo inaudito y excesivo de sus circunstancias: “Aquí, todo lo insólito es cotidiano” (1987, 115). Esta característica de lo real maravilloso hace posible la narración de sucesos históricos reales en una novela plagada de elementos maravillosos, sin que se produzca una disonancia entre el carácter -real o imaginario- de dichos sucesos. Para Carpentier, lo real y lo maravilloso se encuentran de hecho entrelazados en el territorio latinoamericano.

La narración de la masacre de las bananeras ofrece ricas y variadas imágenes para expresar la violencia militar dirigida contra los huelguistas. El ejército se presenta primero como un “dragón multicéfalo” que impregna “de un vapor pestilente la claridad del mediodía” (343). Aquí, la presencia amenazante del ejército se ofrece bajo la metáfora del dragón, el tradicional monstruo medieval que expide fuego por sus fauces. Más adelante, los huelguistas que huyen de los disparos se muestran del siguiente modo: “Un torbellino gigantesco que poco a poco se reducía a su epicentro porque sus bordes iban siendo sistemáticamente recortados en redondo” (347). En este caso, la imagen alude a la retirada desesperada de los trabajadores y sus familias mientras el ejército los rodea, haciéndolos caer uno a uno.

Sin embargo, ninguna imagen ejemplifica mejor la violencia militar que aquella que observa José Arcadio Segundo cuando viaja en el ferrocarril luego de la matanza: “Veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo” (348). Aquí, tanto la repetición del adjetivo ‘muerto’ -que focaliza lo mórbido de la imagen- como la comparación que los iguala al ‘banano de rechazo’ -es decir, como basura a ser descartada- sintetizan la violencia y el desinterés del gobierno macondino.

Luego de la masacre, la violencia del Estado se perpetúa a partir del borramiento de la injusticia de la memoria del pueblo de Macondo. Aquí, uno de los temas a considerar es el del conocimiento, presentado como la oposición entre el recuerdo de la masacre y la amnesia colectiva.

Este olvido masivo, a su vez, viene acompañado por un prolongado diluvio que permite dos niveles de análisis vinculados al tema de lo sobrenatural: por un lado, debemos recordar que los dueños de la compañía bananera tienen la capacidad de incidir sobre el clima como si estuvieran “Dotados de recursos que en otra época estuvieron reservados a la Divina Providencia” (261). De este modo, podríamos considerar que ese largo diluvio no es más que otra manifestación de sus poderes sobrenaturales para mantener la calma luego de la matanza.

Por otro lado, el diluvio se suma a otras referencias realizadas a la tradición judeocristiana en la novela. En este caso, el paralelismo se produce con el gran diluvio universal presente en Génesis bíblico, en el que Dios castiga los pecados de los hombres enviando un diluvio que acaba con la tierra. Por fuera del diluvio que acosa Macondo, la llegada del hijo de Meme y Mauricio Babilonia también presenta una referencia al imaginario judeocristiano. Esta se presenta en el momento en que Fernanda del Carpio le dice a todos que el niño ha llegado en una canasta a través del río, al igual que lo hizo el profeta Moisés en los textos bíblicos.

Para finalizar, cabe mencionar el modo en que el tema de la soledad comienza a arraigar en otros integrantes de la familia Buendía: el Capítulo 15 narra la última aparición de Meme luego de que su madre la enclaustre en un convento de monjas, donde muchos años después morirá “de vejez, con sus nombres cambiados, y sin haber dicho nunca una palabra” (337). En el caso de Úrsula, su envejecimiento la lleva a un estado de desvarío donde permanece perdida y abandonada a su suerte, lidiando con las travesuras de los pequeños Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula, quienes juegan con ella como si fuera un muñeco. José Arcadio Segundo, por último, no vuelve a salir del cuarto de Melquíades desde la masacre de las bananeras y solo mantiene un contacto con su madre, Santa Sofía de la Piedad.

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