Cosas pequeñas como esas

Cosas pequeñas como esas Ironía

Los abusos en el convento (Ironía dramática)

En los tres primeros capítulos de la novela, antes de que Furlong descubra los abusos en el convento, el lector ya intuye y anticipa los crímenes que allí se cometen. La dedicatoria de la novela, dirigida a quienes sufrieron el sometimiento de las lavanderías de la Magdalena, ya echa pistas sobre el asunto. Mientras que la comunidad de Furlong solo ha escuchado rumores al respecto, el lector ya tiene más herramientas para establecer que esos rumores son ciertos. Por eso, hasta que Furlong no atestigua en primera persona el sometimiento de las muchachas del convento, los abusos allí pueden leerse como un ejemplo de ironía dramática.

Las monjas del Buen Pastor explotan niñas y mujeres (Ironía situacional)

Las monjas encargadas del convento se llaman "monjas del Buen Pastor". Hay varios pastores en la Biblia, pero el Buen Pastor se refiere específicamente a Jesucristo. Esto se basa en un pasaje del Evangelio de Juan en el que Jesús dice: "Yo soy el buen pastor: el buen pastor da su vida por las ovejas". Jesús mismo se relacionó con prostitutas y otras personas consideradas marginales en su sociedad. En ese sentido, sería esperable que, si las monjas se asignan ese nombre, sean consecuentes con los valores que ese nombre evoca. Pero las monjas en la novela, por el contrario, frustran esa expectativa. Lejos de encarnar la bondad, la generosidad y la empatía con los marginales, las monjas explotan a las niñas y mujeres que viven en el convento y utilizan su mano de obra para llevar un negocio de lavandería y mantener el lugar impecablemente limpio.

Eileen elogia la bondad de las monjas cuando Furlong recibe la propina de Navidad (Ironía dramática)

Luego de la reunión con la Madre Superiora, Furlong entrega a su esposa Eileen el sobre con la propina de Navidad. Al ver el contenido del sobre, la mujer exclama sobre las monjas "Qué buenas que son" (61). Sin embargo, ella desconoce el trasfondo de esa reunión entre su marido y la monja. El lector sabe que el sobre con propina no es inocente, sino que simboliza, por un lado, el intento de extorsión que la Madre Superiora hace con Furlong, para que no denuncie los abusos del convento, y también el riesgo que Furlong y su familia corren en caso de que a él se le ocurra avanzar con la denuncia. Pero Eileen no sabe que la propina llega en ese contexto y únicamente valora la aparente generosidad de las monjas. Así, la apreciación de Eileen resulta una ironía dramática, puesto que el lector sabe que la mujer está equivocada, dado que la propina no encuentra su origen en la bondad.

Furlong descubre que Ned, quien siempre estuvo a su lado, era el padre que buscó toda su vida (Ironía situacional)

A lo largo de la novela, la identidad desconocida del padre de Furlong desempeña un papel importante en su vida. Aunque el hombre se esfuerza por centrarse en el presente, los recuerdos de su infancia como huérfano de padre le provocan angustia, en tanto se enfrenta a la forma en que ciertas personas de la comunidad lo han discriminado.

Furlong siempre creyó que su padre era de mejor estirpe que su madre, especialmente a raíz de lo que Ned le decía. Sin embargo, en la novela, Furlong es advertido por una desconocida que trabaja en la casa de los Wilson de que él y Ned tienen un parecido notable y parecen parientes. Así, el personaje descubre que ese hombre que estuvo con él toda su infancia, cuidándolo y haciéndole regalos, es probablemente el padre que siempre buscó y echó en falta. Todo lo que Furlong buscó desde chico, incansablemente, estuvo al lado suyo todo el tiempo y desempeñó un papel activo en su formación. Este giro argumental inesperado es un ejemplo de ironía situacional.