Cosas pequeñas como esas

Cosas pequeñas como esas Símbolos, Alegoría y Motivos

El camino (Motivo)

En la novela, el dilema moral que se le presenta a Furlong es representado en varias ocasiones mediante el motivo del camino: las reflexiones del protagonista giran en torno a la pregunta por el camino que debe tomar, ya sea acatando las normas sociales y callando los abusos del convento, ya sea actuando según lo que le dictan sus valores. En otras palabras, el camino simboliza las difíciles decisiones que Furlong tendrá que asumir de cara a lo que sabe.

La primera vez que aparece este motivo se da luego de que el protagonista atestigüe la presencia de muchachas en situación de explotación en el convento. Distraído, Furlong se pierde en el camino que lo lleva a casa y, al preguntarle a un anciano que se cruza cuál es la ruta que debe tomar, el anciano le responde que ese camino lo llevará a dónde él quiera. Con ello, el camino asume una carga simbólica, ligada al rumbo que los acontecimientos tomarán a partir de lo que él decida hacer con la nueva información que tiene. Según lo que el anciano sugiere, el trazado de ese camino depende de la voluntad de Furlong.

El motivo del camino vuelve a aparecer inmediatamente antes de que Furlong regrese por última vez al convento para rescatar a Sarah. En ese momento de máxima tensión, en el que se chocan su coraje y su instinto de supervivencia, se exacerba la duda por cuál es el camino correcto que debe tomar. Inmerso en ese dilema, Furlong observa el curso del río y envidia la facilidad y la libertad con la que el agua sigue el camino indicado. El lector comprende, entonces, que Furlong también querría poder avanzar con determinación por el camino que, en el fondo, sabe que es el indicado.

El reflejo (Motivo y símbolo)

A lo largo de la novela, Furlong percibe constantemente reflejos de sí mismo y del paisaje que lo rodea, y estos le hacen plantearse los significados más profundos de su vida. El reflejo funciona como un modo de reparar en las distintas perspectivas sobre las cosas, y también como un lente para reflexionar sobre la realidad.

Los reflejos son tanto reales como simbólicos. Por ejemplo, cuando Furlong ve las luces de la ciudad reflejadas en el río, en el capítulo 5, piensa en cómo las cosas siempre se ven mejor desde la distancia. Con esta perspectiva, Furlong reflexiona sobre su infancia y su educación, y recuerda a las personas que lo criaron. Sus cuidados y su amabilidad atraviesan el tiempo para influir en las decisiones de Furlong en el presente.

Por otra parte, el reflejo también le sirve a Furlong como un modo de pensar su identidad y su lugar en el mundo. Furlong ve su propio reflejo en varias ocasiones, lo que lo lleva a plantearse qué tiene que hacer para que la imagen que el espejo le devuelve sea fiel a sí mismo y no le devuelva una imagen que le genere rechazo. En el capítulo 5, cuando los abusos en el convento vuelven a confirmarse, se ve a sí mismo en las ollas inmaculadamente limpias del convento, aquellas a las que las muchachas explotadas han sacado brillo. En el capítulo 7, mira su reflejo en el espejo del barbero, lo cual lo lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que Ned sea su padre, reflexión que antecede su decisión de volver al convento para rescatar a Sarah.

Así, hacia el final de la novela, el personaje comprende que, ante el dilema moral que lo aqueja, necesita tomar una decisión que le permita mirarse al espejo sin avergonzarse de lo que ve. Con ello, el reflejo simboliza la imagen que Furlong tiene de sí mismo y de quién quiere ser. Cuando comprende que no puede vivir con la hipocresía de llamarse cristiano y no ayudar a Sarah, Furlong decide actuar. Para poder enfrentarse a su reflejo, Furlong desafía la conformidad tácita que su comunidad sostiene con las instituciones religiosas y obra de acuerdo a los valores que aprendió y defiende.

La propina de Navidad (Símbolo)

Cuando Furlong descubre que Sarah ha pasado la noche encerrada en el cobertizo de carbón del convento, la Madre Superiora insiste en que entre a tomar el té. En realidad, obliga a Furlong a entrar para suavizar la situación y asegurarse de que no tomará medidas contra el convento. Después de dejar claro que las monjas tienen el poder de revocar el derecho de las hijas de Furlong a estudiar en St. Margaret's, la Madre Superiora le da al protagonista una propina navideña. Aunque Eileen comenta en el capítulo 6 que las monjas nunca dejan pasar el año sin enviar algo, lo que indica que esta propina es una tradición anual, este año tiene un significado adicional: simboliza el poder de las monjas sobre la familia de Furlong y el riesgo económico que enfrentarse a ellas puede depararles.

La leche en los pechos de Sarah (Símbolo)

Cuando abandona el convento luego de su charla con la Madre Superiora, Furlong se despide de Sarah en la cocina y repara en cómo la leche materna brota de sus pechos, manchando su blusa. La leche derramándose simboliza la intensa añoranza de la muchacha por ver a su bebé y alimentarlo. Además, la leche materna, que no ha llegado a ser bebida y que mancha la ropa de la chica, simboliza la ausencia forzada y dramática de ese bebé que ha sido arrebatado de los brazos de su madre, y cuyo destino se desconoce. Al filtrarse a través de la blusa, la leche representa lo ineludible de esa situación, denuncia ese secreto a voces que la comunidad no quiere revelar.

Las cornejas (Símbolo)

La naturaleza asume un papel importante en la novela como escenario que afecta la vida de los personajes y acompaña sus padecimientos. En esta línea, el cuarto capítulo se abre con una descripción de las cornejas congregadas en torno a New Ross. Las cornejas, como los cuervos, tienen un rico simbolismo, pues representan el misterio, la transformación, la inteligencia, la muerte y el renacimiento. Todas estas connotaciones simbólicas encuentran una expresión en la novela. Particularmente, la aparición de las cornejas coincide con el capítulo en el que Furlong atestiguará los indicios de abusos en el convento. Así, las cornejas anticipan un drama que será revelado, que implica explotación, tortura y muerte, pero también vaticinan una transformación ineludible que se desarrollará en Furlong: a partir de conocer el secreto del convento, el personaje ya no podrá seguir acatando el carácter sumiso que su comunidad le exige, y adoptará una actitud crítica que será determinante para el curso de los acontecimientos.