La novela retrata a un comerciante de carbón y madera llamado Bill Furlong en las ajetreadas semanas previas a la Navidad, en el pueblo de New Ross. Furlong, cuyo carácter bondadoso se debe en gran parte a su educación, fue criado por una madre soltera que, al ser abandonada por su familia, fue acogida en la casa de su empleadora, la viuda Mrs. Wilson. Además de su madre, Furlong recibió el cuidado de Mrs. Wilson y de un granjero llamado Ned, pero el acoso al que se enfrentó en la escuela y en el pueblo, debido a su origen inmoral, aún lo afecta. El misterio de la identidad de su padre también lo persigue hasta la adultez. A pesar de ello, Furlong se centra en ser una buena persona, trabajadora y solidaria, y en mantener a su familia.
Mientras Furlong hace sus entregas a clientes dentro y fuera de la ciudad antes de las vacaciones, encuentra pruebas de abusos en el convento local. Además de participar en servicios religiosos, las monjas del Buen Pastor que dirigen el convento se dedican a otros negocios y servicios. Entre ellos, está el colegio St. Margaret's (al que asisten las hijas de Furlong), una lavandería y una escuela de formación para niñas descarriadas. Una vez que lleva carbón al convento, Furlong atestigua cómo las niñas que supuestamente asisten a la escuela de formación son obligadas a fregar el suelo. Presentan signos de maltrato, como el pelo brutalmente rapado, y de enfermedad. Una chica le pide a Furlong que la ayude a escapar; está tan desesperada por salir de ahí que está dispuesta a suicidarse. La situación perturba a Furlong, pero la presencia intimidante de las monjas lo disuade de toda acción, y decide seguir con su rutina de trabajo. Cuando comparte su vivencia con su esposa, esta le aconseja que se olvide de esos asuntos que no le incumben y se dedique a cuidar a su familia, pero Furlong se entrega a una serie de reflexiones incómodas sobre el sentido de su vida y su vínculo con el prójimo.
Pasa algún tiempo y Furlong hace otra entrega de carbón al convento. Allí descubre que una chica de la escuela de formación llamada Sarah ha pasado toda una noche encerrada en el cobertizo del carbón. Furlong la lleva a la entrada del convento y, mientras esperan a las monjas, la chica le pide a Furlong que pregunte por su bebé de catorce semanas, que le fue quitado. La propia Madre Superiora invita a Furlong a entrar para suavizar la situación y darle su propina de Navidad. Las monjas bañan y visten a Sarah, y la manipulan para que le cuente a Furlong que fue a parar por error al cobertizo después de jugar a las escondidas con sus compañeras. Furlong opone resistencia a los intentos de intimidación de la Madre Superiora, que implícitamente lo amenaza con dejar a sus hijas sin plaza en St. Margaret’s. Con elegancia, Furlong cuestiona los claros prejuicios que la Madre Superiora tiene contra sus internas, prejuicios que a la vez han signado la vida de Furlong, por haber sido criado por una madre soltera.
Después de su encuentro con la Madre Superiora, Furlong asiste a misa con su familia de mala gana, pero se niega a comulgar. Más tarde, Furlong decide visitar a Ned, pero en la casa de los Wilson le informan que Ned enfermó y está convaleciente en un hogar. La mujer desconocida que le abre la puerta de los Wilson le pregunta a Furlong si él y Ned son parientes, lo que hace que Furlong se dé cuenta de que Ned es probablemente su padre. Todas sus reflexiones lo llevan a lamentar no haber intervenido en favor de Sarah en el convento y a avergonzarse por su hipocresía de seguir viviendo como si nada hubiera pasado.
Furlong asiste al trabajo en Nochebuena y paga para que sus empleados cenen en un restaurante local. La dueña, Mrs. Kehoe, advierte a Furlong sobre la connivencia de toda la orden religiosa del pueblo con lo que sucede en el convento, y le aconseja que no se involucre demasiado en esos asuntos, porque podría perjudicar las posibilidades de sus hijas de estudiar en St. Margaret's. Animado por una excitación inexplicable pero instintiva, Furlong se dirige al convento a pie, reflexionando sobre la paternidad, el origen, la identidad, la comunidad y la moralidad. Vuelve a encontrar a Sarah encerrada en el cobertizo y decide llevarla a su casa. Mientras lleva a la chica en andas, y a pesar de las miradas críticas de los vecinos del pueblo, Furlong siente una inmensa alegría por haber hecho lo que creía correcto a pesar de los conflictos que sabe que eso le traerá.