Walton se encuentra en una colina de césped. Aparenta más ser una casa muy bonita que un hospital. En la puerta, la enfermera las hace esperar hasta que se presente el Dr. Gordon. Esther está desconcertada porque la casa se ve normal a pesar de que está llena de locos. El salón está bien diseñado y ve a los pacientes moviéndose alrededor. "Había una uniformidad, como si hubieran permanecido durante mucho tiempo sobre una plataforma, fuera de la luz del sol, bajo cerniduras de un polvo fino y pálido". Capítulo 12, pág. 15-16. Ella nota que algunos de los pacientes se mueven en forma extraña. Un hombre cuenta varios mazos de cartas. Una mujer está jugando con cuentas de madera. Una chica mira a Esther y rompe algunas hojas de partituras por la mitad.
El Dr. Gordon la lleva lejos y ella quiere preguntar cómo será el tratamiento pero su voz no le responde. Escucha a una mujer gritando. La mujer tiene el pelo largo y está siendo arrastrada por una enfermera a través del pasillo. Esther es conducida a una habitación vacía. Las ventanas llevan barrotes. La enfermera le quita sus ganchos de pelo le desabrocha el reloj de su muñeca. Ella se recuesta en la cama y le colocan placas de metal en la sien. Ella cierra los ojos y hay un sonido estridente. Su cuerpo se retuerce y siente que sus huesos se están desgarrando. Ella se pregunta qué hizo para merecer este tipo de castigo a su cuerpo.
Ella está sentada en una silla y pensando en temas de estudio de su padre. Su reloj está boca abajo. Mira una lámpara y recuerda una lámpara que rompió de la pared al sentir impaciencia cuando ella era pequeña. Esto dio lugar a un choque como el arco de electricidad azul a través del aire. El Dr. Gordon le pregunta cómo se siente y ella miente. Le pregunta adónde va a la universidad y responde con la misma anécdota le dio en su oficina. Su madre está preocupada por ella, el médico le dice que Esther necesitará más tratamientos de terapia de choque. La chica en el piano muestra su lengua. Dodo Conway las lleva a casa. Esther le dice a su madre que no quiere nada que ver con el Dr. Gordon. Su madre sonríe y dice "Sabía que mi bebé no era así... yo sabía que ibas a decidir estar bien de nuevo". Capítulo 12, pág. 119. Esther busca a tientas en su bolsillo parte de una foto de un artículo sobre una estrella joven que murió. Piensa en Jay Cee y en los padres de Buddy Willard. También piensa en un estudiante de derecho de Yale, quien la llamó puritana y en un profesor de escritura creativa que consideró su cuento artificial. Ella odia a todos ellos. No ha dormido en 21 noches y piensa que la parte más hermosa de la vida es una sombra. En la mañana, se corta el muslo con una navaja de afeitar en la bañera para ver cuánto duele cortarse las muñecas. Sabe que dolerá más tiene más venas. Piensa en los filósofos romanos que se dejaban desangrar hasta morir en un baño con agua tibia, cuando la vida se convertía en algo difícil de manejar.
Ella trata de tomar el metro a la cárcel Deer Island, cerca de una playa a la que solía ir cuando era pequeña. Cuando averigua que no puede tomar el metro allí, rompe a llorar. El encargado de servicio le da indicaciones en el autobús. Ella le dice que su padre está en la cárcel y que ella quiere ir a verlo. Ella va allí y pasea por la playa. Un guardia la grita porque está en terrenos de propiedad de la cárcel. Ella le dice que ella se crió en la zona y coquetea con él. Le pregunta qué tipo de delincuentes se encuentran dentro de la prisión y se siente decepcionada cuando se entera que no hay asesinos. Él le hace una seña con la mano mientras ella se aleja. Ella se sienta sobre un madero cerca de un banco de arena que recuerda de su juventud. Se sienta allí durante mucho rato. Algunas personas la observan porque ella ha estado allí demasiado tiempo. Ella es la única persona en la playa que viste falda y zapatos de tacón. Ella piensa que esto es divertido:
"Me había quitado mis zapatos de cuero de marca después de un rato, pues se hundieron en la arena. Me complacía pensar que ellos estarían allí posados sobre el madero de plata, apuntando al mar, como una especie de brújula del alma, después que yo estuviera muerta". Capítulo 12, pág. 124
Ella se da cuenta que tiene hojas de afeitar pero no un baño con agua tibia. Piensa en alquilar una habitación, pero no puede pensar en algo que funcione. Un niño le dice que la marea está llegando. Ella le dice que se vaya, pero él no lo hace hasta que su madre lo llama. Camina alejándose y va pateando piedras mientras Esther se estremece. Las olas comienzan a cubrir sus pies y ella sabe que es demasiado cobarde para morir en la próxima marea.
Seguimiento del Tema: Confusión 7
Seguimiento del Tema: Relaciones Maternas 6