-
1
Usando ejemplos del texto, ¿qué transmite Wiesel sobre la naturaleza humana en los campos de concentración? ¿Dónde traza (si es que lo hace) la línea entre la humanidad y la barbarie?
Al principio, Eliézer indica que no se necesita mucho para desarmar completamente los pilares básicos de la civilización. Incluso cuando los judíos son deportados de Sighet, revela Eliézer, las parejas comienzan a tener sexo abiertamente en el vagón del tren. Mientras más tiempo pasa en los campos, Eliézer va describiendo cómo los hombres se van convirtiendo en bestias. El mejor ejemplo es aquel en el que unos obreros arrojan pan al vagón del tren donde se apiñan un montón de judíos hambrientos, y se produce una lucha en la que el hambre es más importante para el cuerpo de lo que las relaciones humanas son para la mente. Así, un hombre mata a su propio padre por un pedazo de pan. Así lo describe Eliézer: "Se arrojaban unos contra otros, se pateaban, se despedazaban, se mordían. Bestias de presa frenéticas, con un odio animal en los ojos; una vitalidad extraordinaria se apoderó de ellos volviendo más punzantes sus dientes y sus uñas". Eliézer no teme siquiera describirse a sí mismo como una bestia: "Como una bestia salvaje, me abrí paso hasta el caldero de café".
-
2
Discuta la lucha que establece Eliézer con su fe a lo largo del libro. ¿Cómo es su relación con Dios al principio, y cómo después de su paso por los campos de concentración?
Al principio, Eliézer es muy devoto y dedica sus estudios al misticismo y a la oración. Aunque nunca pierde totalmente su fe en Dios, durante su tiempo en los campos de concentración se vuelve resentido y desconfiado respecto a Él. Más que negar su existencia, Eliézer cuestiona sus motivaciones. Así, luego de pasar un tiempo en los campos, Eliézer le pregunta a Dios:
¿Qué eres Tú, Dios mío, comparado con esta masa dolorosa que viene a gritarte su fe, su cólera, su rebeldía? —pensé rabioso—. ¿Qué significa Tu grandeza, Señor del Universo, frente a toda esta flaqueza, frente a esta descomposición y esta podredumbre? ¿Por qué turbar aún sus almas enfermas, sus cuerpos tullidos?.
-
3
A lo largo de la obra, Eliézer separa a veces su mente y su cuerpo. ¿Qué ejemplos puede mencionar de esto, y qué transmite el narrador al describirse de esta manera?
El ejemplo más fuerte de cuando Eliézer se separa de su cuerpo es durante la marcha de la muerte en la nieve, en la que describe su cuerpo como algo que simplemente lo sostiene, contra su voluntad de liberarse del dolor y el sufrimiento. Como dice él mismo:
Maquinalmente ponía un pie delante de otro. Arrastraba este cuerpo esquelético que todavía resultaba tan pesado. ¡Si hubiera podido librarme de él! A pesar de los esfuerzos que hacía para no pensar, sentía que éramos dos: mi cuerpo y yo. Y yo lo odiaba.
Otro momento en el que aparece esta separación de mente y cuerpo es cuando tanto uno como el otro temen un golpe en la cabeza similar al que el guardia le había dado a su padre: "No me moví. Tenía miedo, mi cuerpo temía recibir también el golpe".
-
4
Aunque hay muchas imágenes de prisioneros luchando por vivir, también hay otras, más desconcertantes, de prisioneros tan apáticos que su deseo de morir es más fuerte. ¿A qué atribuye Eliézer esta apatía, y cómo describe la "voluntad de vivir" de los prisioneros?
Frecuentemente, Eliézer atribuye la muerte de los presos no solo a circunstancias extremas sino también a momentos de apatía en los que los presos simplemente se rinden. La mayoría de las veces, Eliézer atribuye la pérdida de la voluntad de vivir de los prisioneros a dos factores principales: la pérdida de la fe en Dios, por un lado, y la muerte de su familia, por el otro. La evidencia más temprana de esto es el incidente de Akiba Drumer, cuando Eliézer le miente y le dice que su familia está bien:
—Lo único que me conserva con vida —tenía costumbre de decir— es saber que Reizl y mis pequeños viven todavía. Si no fuera por ellos, no resistiría.
Una noche vino hacia nosotros con el rostro radiante.
—Acaba de llegar un transporte de Amberes. Mañana iré a verlos. Seguramente tendrán noticias…
Y se alejó.
No lo veríamos más. Había tenido noticias. Verdaderas noticias.
Cuando Eliézer cree que su padre, que se ve débil y helado después de la marcha, puede estar muerto, dice: "De pronto se hizo en mí esta evidencia: ya no había razón para vivir, no había razón para luchar".
-
5
Discuta la evolución de la relación entre Eliézer y su padre a lo largo de la obra. En un momento hay una inversión de roles. ¿Cuándo sucede y cómo lidia Eliézer con esto?
A lo largo de La noche, Weisel describe cómo las dificultades del campo de concentración cambian efectivamente los roles de padre e hijo a lo largo del tiempo. La relación padre-hijo se tensa por primera vez cuando Eliézer comprende enseguida la inminencia de la deportación y le pide a su padre "que vendiera todo, que liquidara todo y que nos fuéramos". Antes de ser deportado, el padre de Eliézer se niega a considerar un certificado de emigración para Palestina, amparándose en su edad:
—Soy demasiado viejo, hijo —me respondió—. Demasiado viejo para comenzar una vida nueva. Demasiado viejo para volver a partir de cero en un país lejano….
Al comienzo de la obra, es en esta instancia donde la diferencia de edad entre Eliézer y su padre parece ser la más amplia; a partir de entonces, las dificultades reducen este abismo hasta que, al final de la pieza, hay un intercambio de roles casi total.
Si bien hay algunas instancias en las que el padre de Weisel cuida a su hijo (le da incluso raciones extra de pan), hacia el final Eliézer comienza a asumir cada vez más responsabilidades en lugar de su padre, hasta que la presión de que su padre dependa tanto de él se vuelve casi insoportable.Tras la marcha a través de la nieve, el padre de Eliézer se enferma de disentería y depende completamente de su hijo para sobrevivir. La última palabra que sale de sus labios, antes de morir, es "Eliézer". Eliézer se siente emocionalmente adormecido ante la muerte de su padre, y le da culpa sentirse de alguna manera agradecido por esa muerte:
No lloré y me hizo daño no poder llorar. Pero ya no me quedaban lágrimas. Y, en el fondo de mí mismo, si hubiera hurgado en las profundidades de mi conciencia débil, tal vez habría encontrado algo parecido a esto: "¡Al fin libre!…".