La noche (metáfora)
Como metáfora, Eliézer describe un mundo a su alrededor que es "negro como la noche". La oscuridad cae sobre el mundo del narrador cuando los nazis barren con la esperanza y la humanidad en los campos de concentración. Al final de la novela, el amanecer no trae respiro, sino que solo enfatiza la oscuridad del mundo que lo rodea. En esencia, la noche se convierte en la principal metáfora del holocausto. En un pasaje Wiesel escribe: “Nadie deseaba que la noche pasara rápidamente. Las estrellas no eran sino chispas del gran fuego que nos devoraba. Si ese fuego se apagara un día, no habría ya nada en el cielo, solo estrellas extinguidas, ojos muertos".El ángel de ojos tristes (metáfora)
Aunque las ejecuciones públicas se vuelven habituales en los campos, todos los prisioneros reaccionan a la ejecución de un niño que parece "un ángel de ojos tristes". Es en este momento cuando Eliézer establece una equivalencia entre el niño y Dios: cuando alguien pregunta en voz alta dónde está Dios, Eliézer se responde a sí mismo: "Ahí está, está colgado ahí, de esa horca…". Este momento tiene algunos elementos bíblicos: en el judaísmo, los creyentes creen que Cristo no era el verdadero hijo de Dios y que, en cambio, el verdadero Mesías aún está por llegar, para salvar y liberar a los judíos. Cuando Eliézer sugiere que el ángel de ojos tristes es Dios, alude al hecho de que tal vez hayan matado al Mesías.
Animales (símiles y metáforas)
Eliézer compara en repetidas ocasiones a los prisioneros con animales, mientras su humanidad está siendo constantemente sustraida. Como él mismo afirma, se han convertido en "bestias de presa frenéticas, con un odio animal en los ojos". Compara el grito de un prisionero el de "una bestia herida". El hecho de que los prisioneros lleguen a los campos en vagones de ganado, y que sean conducidos tanto a los carros como a las barracas como manadas, también alude a su creciente degradación y transformación en animales domesticados, que temen a sus dueños con odio ciego, pero que los necesitan, a su vez, para su supervivencia. En un momento dado, Weisel relata que "en algunos segundos, habíamos cesado de ser hombres".
"La sopa sabía a cadáveres" (símil)
Uno de los símiles más conmovedores que describe Weisel tiene lugar el día en el que el ángel de ojos tristes es ejecutado. Ese día, afirma que "la sopa tenía gusto a cadáver". Esta comparación alude al hecho de que Weisel parece consumir la muerte misma, y que la oscuridad de su existencia ha impregnado todos sus sentidos, incluyendo el gusto. La comparación también llama la atención sobre el hecho de que adquirir alimentos puede implicar la muerte. Weisel relata un caso en el que un hombre mató a su propio padre por un trozo de pan, sugiriendo que la vida tenía que ser sacrificada para conseguir comida.
El silencio (metáfora)
El silencio en La noche sirve en gran medida como una metáfora del silencio colectivo y social que permitió que el holocausto continuara durante tanto tiempo. Al principio, Weisel afirma: "Jamás olvidaré ese silencio nocturno que me quitó para siempre las ganas de vivir". En el mundo del holocausto de Weisel, el silencio suponía aceptación. Una de las primeras imágenes relativas a una multitud silenciando las advertencias sobre los males por venir es la del vagón del tren en el que Madame Schächter comienza a gritar, exteriorizando su premonición de que todos encontrarían un final infernal. En pos de la supervivencia colectiva, los prisioneros silencian a Madame Schächter golpeándola, silenciando así también sus protestas por el futuro que les espera.