Resumen
Eliézer permanece en Buchenwald hasta el 11 de abril. No tiene nada que decir de estos últimos meses en el campo de concentración porque, tras la muerte de su padre, se volvió indiferente y apático, y solo se ha preocupado por comer. Es trasladado al bloc de los niños.
El 5 de abril, el pase de lista se retrasa y todos saben que algo debe haber sucedido. Después de dos horas, anuncian por altavoz que todos los judíos deben dirigirse al recinto de llamada. Los niños comienzan a acercarse, pero los prisioneros les dicen que vuelvan a sus blocs, advirtiéndoles que los alemanes van a dispararles a todos. En el camino de regreso, se enteran de que "la organización de la resistencia del campo había decidido no abandonar a los judíos e impedir su exterminio". Al día siguiente pasan lista, y el jefe de Buchenwald anuncia que el campamento será liquidado.Diez blocs de deportados serían evacuados cada día, y no se distribuirían más alimentos.
El 10 de abril, los veinte mil prisioneros que quedaban debían ser evacuados, y el campo iba a ser explotado. Sin embargo, suenan las sirenas y la evacuación se pospone para el día siguiente. Nadie ha comido nada durante seis días. A la mañana siguiente, el movimiento de resistencia se enfrenta repentinamente a la SS. La SS huye, y la resistencia se hace cargo del campo. A las seis de la tarde, el primer tanque estadounidense llega a Buchenwald.
Lo primero en lo que piensan los prisioneros recién liberados es en comida. Luego piensan en ropa y en sexo. Nadie piensa en la venganza. Tres días después de la liberación de Buchenwald, Eliézer se enferma gravemente por una intoxicación y pasa dos semanas en el hospital. Tras mejorar un poco, reúne la fuerza suficiente para mirarse en el espejo. No ha visto su reflejo desde la época del gueto. Cuando se mira a sí mismo ve los ojos de un cadáver, y esa imagen no lo ha abandonado jamás.
Análisis
Aunque Eliézer se siente aliviado cuando muere su padre, está claro que se trata de una sensación momentánea de la que luego se lamenta profundamente. Porque después de la muerte de su padre, la vida de Eliézer en el campo de concentración también deja de existir: "No hablaré de mi vida durante esa época. No tenía ya ninguna importancia. Después de la muerte de mi padre, ya nada me importaba". La narración termina abruptamente después de la muerte de su padre porque, para Eliézer, ya no hay más historias que contar. La historia de su vida en Auschwitz y en Buna ha sido la de su lucha, junto a su padre, para sobrevivir. Después de la muerte de este, los detalles se vuelven irrelevantes.
En las últimas páginas de la novela, Wiesel omite algunos detalles del contexto histórico que aclararían la narrativa. Por ejemplo, no explica qué es la organización de resistencia del campo ni nos dice exactamente qué tan cerca están de derrotar a los alemanes. Durante este tiempo, a Eliézer no le importa nada, excepto alimentarse a sí mismo, y probablemente no esté muy al tanto de lo que sucede en la guerra; solo quiere salir del campo de concentración. El lector sabe probablemente tanto sobre el mundo exterior durante esta época como los ocupantes reales del campo, por lo que la omisión de hechos históricos no es tan importante. Los detalles de la liberación no son tan relevantes como el hecho de que los sobrevivientes del campo finalmente puedan escapar del mundo infernal en el que han estado viviendo.
Wiesel comenta que ninguno de los prisioneros piensa en la venganza cuando son liberados. Su tono en este pasaje sugiere que el autor piensa que la venganza debería ser contemplada, pero en el siguiente párrafo describe cómo se enfermó con una intoxicación y el tema de la venganza simplemente desaparece de la narración. Sin embargo, la imagen con la que concluye Wiesel implica que si bien la venganza podría ser necesaria, no hay forma de revertir el daño que los nazis infligieron al pueblo judío:
Quise verme en el espejo que estaba colgado en la pared de enfrente. Desde el gueto no había visto mi cara.
En el fondo del espejo, un cadáver me contemplaba.
Su mirada en mis ojos no me abandona más.
Los nazis transformaron a Eliézer en un cadáver viviente, una sombra de sí mismo, y lo rodearon de muerte y de miseria constante. Mataron a su familia, lo redujeron sus intintosinstintos animales básicos y le negaron su humanidad. No importa qué venganza Eliézer y los demás prisioneros podrían perpetuar contra los nazis, no hay forma de deshacer lo que se ha hecho.