Resumen
Jantias habla con un servidor de Plutón. Este afirma que Dioniso es un hombre noble y bondadoso, como lo demuestra el hecho de que no haya castigado a Jantias tras intentar hacerse pasar por él. Luego, afirma que él habría hecho lo mismo en lugar de Jantias, y dice que le encanta hablar mal de su amo a sus espaldas. También adora entrometerse en sus asuntos, escuchar a escondidas y compartir aquello que escucha con extraños.
Jantias le pide la mano al servidor de Plutón para besársela. Luego, le pregunta por el origen del ruido que proviene desde dentro de la casa. El servidor le dice que hace tiempo que Esquilo y Eurípides están discutiendo fervorosamente. Le explica que en el inframundo hay una ley relativa a las artes que dictamina que el mejor artista de cada disciplina recibe manutención y un trono junto a Plutón. Esquilo tenía el trono de los trágicos, sin que nadie lo perturbara, hasta que Eurípides descendió al inframundo y comenzó a enseñar sus dotes oratorias a los rateros, los parricidas y los profanadores de tumbas. En el Hades había una multitud de mala calaña que, de inmediato, consideró que Eurípides era el más sabio entre los poetas trágicos. Este, entonces, pretendió sentarse en el trono de Esquilo. El público de bribones pidió que se llevara a cabo un juicio para determinar quién era el más sabio de los dos. Plutón aceptó la petición popular.
Jantias le hace una serie de preguntas al servidor de Plutón. En primer lugar, le pregunta si, entre el público, no había defensores de Esquilo. Este le responde que siempre lo bueno es escaso. Luego, Jantias le pregunta si Sófocles no pretendió el trono. El servidor le cuenta que Sófocles considera a Esquilo superior, pero que si este es derrotado por Eurípides, entonces sí competirá por sentarse en el trono. Jantias le pregunta cuándo se llevará a cabo el juicio entre los poetas. El servidor replica que está a punto de empezar, y que será admirable, ya que el arte poético se pesará en una balanza. Finalmente, Jantias le pregunta quién juzgará la contienda. El servidor afirma que, dada la escasez de hombres sabios y honestos, Dioniso será el juez.
El coro presenta el juicio. Dice que se suscitarán combates impetuosos que harán enloquecer a los poetas. Habrá discursos empenachados, sutiles artificios y palabras atrevidas.
Análisis
El segundo prólogo consiste en una breve escena que brinda una transición entre la primera parte de la obra (el viaje de Dioniso al inframundo) y la segunda parte (el concurso entre Eurípides y Esquilo).
Aquí, Jantias aparece por última vez en escena acompañado de otro esclavo, el servidor de Plutón. Al igual que en el episodio de entrada, el segundo prólogo apunta fundamentalmente a divertir al público y reflexionar sobre determinada situación. En el episodio de entrada, Jantias y Dioniso critican a los malos comediógrafos; aquí, Jantias y el servidor de Plutón tienen su momento para enorgullecerse de ser malos servidores.
Durante toda la obra, los espectadores han visto a Jantias morderse la lengua y sufrir el maltrato de Dioniso. Este es su momento. Los servidores se unen entre sí para jactarse del desprecio que sienten por los dioses que los someten constantemente. Dice el servidor de Plutón: “Me parece que estoy en el grado más elevado de la iniciación mistérica, cuando, en secreto, puedo hablar mal de mi amo” (p. 250). Si bien hoy el desprecio de los esclavos por sus amos puede parecer una obviedad, este segundo prólogo, además de ser cómico, era bastante transgresor para su época. En las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides suelen aparecen servidores, y estos siempre cumplen su papel sumisamente: ayudan a sus amos, los protegen fielmente y lloran si algo les sucede, como si ellos solamente fueran una extensión de sus amos. Las ranas, entre broma y broma, les da entidad y vida propia a los servidores, y pone sobre las gradas la idea de que estos no son devotos a sus amos, sino todo lo contrario.
Luego de burlarse de Plutón, el servidor da información relevante sobre lo que sucederá en la obra. Les informa a los espectadores acerca de la pugna que existe en el inframundo por el trono de mejor poeta trágico entre Esquilo y Eurípides, y cuenta que Plutón ha decidido armar una competición en la que Dioniso será juez.
De acuerdo a ciertos críticos, el viaje de Dioniso al inframundo puede considerarse un viaje desde la irresponsabilidad y la jarana a la responsabilidad y el deber. Si bien Dioniso va al Hades para cumplir una tarea importante, su actitud no se corresponde con la importancia del acto que pretende realizar. Dioniso cree que llegará al inframundo y simplemente se robará a Eurípides. Pues no: para llevarse a un buen poeta trágico del Hades, Dioniso deberá enfrentarse a diferentes humillaciones y amenazas, y luego deberá actuar como un dios. Tendrá que juzgar a los mortales y pensar seriamente en el bien de su nación. En este viaje al inframundo, Dioniso se regenera de la misma manera en la que Grecia deberá regenerarse bajo la guía de Esquilo, cuando este vuelva a la tierra de los mortales.