Las ranas

Las ranas Símbolos, Alegoría y Motivos

Las monedas y los ciudadanos (Alegoría)

Sobre el final de la parábasis, el coro afirma que en la ciudad ateniense solo se valora a los ciudadanos de mala calaña, y se deja de lado a aquellos que son nobles, prudentes, justos y honrados. Luego, a través de una alegoría, compara esta situación con el uso de las monedas: se afirma que en la ciudad no se utilizan las monedas de oro y buena cuña, sino las de cobre: viejas y de mal cuño.

La balanza (Símbolo)

La balanza es el símbolo más característico de la justicia, y de esa forma la introduce Aristófanes en Las ranas. Aparece sobre el final de la obra, en el concurso entre los poetas. Dioniso, quien oficia de juez, se siente incapaz de decidir con justicia cuál de los dos poetas es el vencedor. Entonces recurre a la balanza. Pesa allí los versos de los poetas y, obedeciendo el dictamen del artilugio, da como vencedor a Esquilo.

El comandante de la nave (Alegoría)

Dioniso llega al inframundo disfrazado de Heracles. Cree que, así, obtendrá beneficios. Sin embargo, las cosas no le salen bien: el dios del vino es acusado de haberse robado a Cancerbero y de haber saqueado despensas.

Para no ser castigado, Dioniso intercambia sus ropas con Jantias. Esta actitud mezquina y artera es loada por el coro a través de una alegoría en la que se compara a Dioniso con alguien que ha navegado mucho y se sitúa siempre a sí mismo en el lado menos sumergido de la barca (es decir, alguien que sabe sacar provecho propio incluso en las peores circunstancias).

Los poetas y las fieras (Alegoría)

La contienda entre Esquilo y Eurípides es tenaz. Los poetas se atacan entre sí con argumentos mordaces y sátiras punzantes. El coro, a través de la siguiente alegoría, los compara con fieras salvajes: "Terrible, ciertamente, será la cólera que sentirán los tonantes poetas cuando vean a su adversario de acerada lengua aguzar sus dientes (...). Erizando las crines, la cabellera que cubre su velludo cuello y frunciendo un terrible entrecejo, lanzarán, con rugidos, palabras enclavijadas" (p. 251).