La importancia del arte en la sociedad
El viaje de Dioniso al inframundo tiene un claro y único objetivo: rescatar a un buen poeta del Hades y llevarlo a la tierra de los vivos para salvar a Grecia de su decadencia actual. Esta premisa ilustra con claridad la enorme importancia que se le da al arte en Las ranas. Mucho más que un mero entretenimiento o una actividad que apunta a deleitar los sentidos, en la obra de Aristófanes el arte es presentado como una herramienta didáctica que enseña a los ciudadanos a vivir ética y civilizadamente. En este sentido, los poetas, como Esquilo y Eurípides, son mucho más que artífices de la belleza; son instructores, guías, faros a los que el pueblo debe seguir para elevar su espíritu y su moral.
Desde su premisa, Las ranas postula que la decadencia griega se debe a que, tras la muerte de Eurípides, no ha quedado vivo ni un solo buen poeta. Lo que Dioniso deberá decidir en el inframundo es qué tipo de poeta se precisa para salvar la ciudad: ¿un poeta moderno, como Eurípides, o un poeta clásico, como Esquilo? ¿Cuál será el héroe que, con su pluma, salve la nación?
La decadencia de Grecia
Aristófanes escribe Las ranas en un periodo de profunda decadencia en Grecia. La nación se encuentra en medio de la larga Guerra del Peloponeso contra Esparta, conflicto bélico que comienza en el año 460 a.C. y termina en el 404 a.C. Esta guerra genera severos problemas económicos y políticos: la democracia se pone en tela de juicio, y los gobernantes son acusados de corrupción, de hacer negociados aprovechando el conflicto bélico y de engañar al pueblo con su demagogia.
A lo largo de Las ranas, Aristófanes se burla una y otra vez de estos demagogos, señala sus malos actos y eleva la voz para condenar su corrupción. Deja en claro que los viejos valores, que han hecho de Grecia una gran nación, se han perdido, y que la moral democrática ha llevado a la nación a su decadencia.
Democracia vs. aristocracia
La democracia comienza a regir en la Antigua Grecia en el año 411 a.C., seis años antes del estreno de Las ranas. Si bien hoy este sistema político es considerado, al menos en Occidente, el más adecuado y justo, por entonces la democracia era aún algo nuevo, y despertaba todo tipo de resquemores y rencillas. Los casos de corrupción, la demagogia y el mal uso de los fondos públicos (dedicados fundamentalmente a la guerra en lugar de al bienestar cotidiano del pueblo) no contribuían al afianzamiento de la democracia en la Antigua Grecia. El descontento general hacía clamar al pueblo por el regreso del sistema anterior: la aristocracia.
Bajo este otro sistema político, Grecia había sido gobernada por un conjunto de personas de familias de alta alcurnia. Estos gobernantes no eran elegidos por el pueblo, sino que eran personas de poder económico que, bajo el argumento de ser los que mejor preparación tenían, se autoproclamaban líderes de la nación.
Entre aquellos que desdeñan a la democracia y claman por un retorno de la aristocracia se encuentra Aristófanes. Esta posición antidemocrática y pro-aristócrata aparece en Las ranas de dos maneras. Por un lado, hay ataques constantes, satíricos y mordaces contra gobernantes demócratas de la época. Por otro lado, Aristófanes opone ambos sistemas políticos a través del arte: según los estudiosos, el conflicto planteado en la obra entre Esquilo y Eurípides es una expresión poética del conflicto que existía en la Grecia de aquel tiempo entre los valores de la vieja y la nueva política. La poética de Esquilo está ligada a los valores aristocráticos clásicos, mientras que la poética de Eurípides se vincula íntimamente a los “nuevos” valores democráticos.
La esclavitud
A través de la desigual relación entre Jantias y Dioniso, Aristófanes pone sobre las gradas la cuestión de la igualdad entre los hombres. Si bien en la época en que se representa Las ranas la esclavitud está totalmente naturalizada en la Antigua Grecia y, por lo tanto, no puede plantearse que Aristófanes fuera un abolicionista (recién en 1822 se abolirá la esclavitcud en dicho país), la obra deliberadamente pone el foco en los excesos que cometen los amos sobre los esclavos.
A lo largo de gran parte de la pieza, el público es testigo de los crueles tratos que Dioniso le propina constantemente a Jantias. Con mucha habilidad, Aristófanes construye situaciones cómicas alrededor de estos excesos, mientras que, con sutileza, expone la crueldad reinante. No solo es Dioniso quien hace sufrir a Jantias, sino que Aqueronte y Éaco también lo maltratan por su condición. Este último, incluso, pretende torturarlo, tal como era usual hacerlo con los esclavos en la época. Cabe destacar que Aristófanes osa darle voz a los esclavos en el episodio en que el servidor de Plutón conversa con Jantias, y ambos comentan las penurias que deben soportar en su día a día.
Recordemos que, además de ganar el festival de las Leneas, Las ranas le vale a Aristófanes un elogio público y una condecoración como reconocimiento por los versos que les dedica a los hombres atenienses que carecían de derechos. Sin dudas, Aristófanes no puede ser considerado un abolicionista, pero sí es cierto que, para su época, es un adelantado en términos de derechos humanos y empatía para con el prójimo.
Arte clásico vs. arte moderno
Este tema está íntimamente ligado a la oposición entre aristocracia y democracia. En Las ranas, el arte clásico aparece representado por Esquilo, y el arte moderno, por Eurípides (recordemos que este último fallece un año antes de la presentación de la obra, mientras que Esquilo muere cincuenta años antes).
Tal como hemos visto previamente, cada uno de los poetas representa asimismo un sistema político: Esquilo, la aristocracia, y Eurípides, la democracia. Estas correspondencias políticas tienen su base en la estética de cada uno de los autores. A lo largo de la obra (y, sobre todo, en el final), Aristófanes pondera a la aristocracia por sobre la democracia, y al arte clásico por sobre el arte moderno. ¿Qué viene primero? ¿El arte o la política? Imposible saberlo: arte y política aparecen como dos esferas inseparables. Veamos, entonces, cuáles son las características que representan a cada tipo de arte.
En primer lugar, el arte moderno de Eurípides se caracteriza por el uso de un lenguaje simple, accesible para el público, mientras que las obras de Esquilo tienen un lenguaje solemne y refinado. En segundo lugar, en las obras de Esquilo prevalecen los grandes temas por sobre los asuntos cotidianos, y lo social y religioso por sobre lo individual. En Eurípides, por el contrario, los asuntos personales se imponen sobre los sociales. El amor, la fraternidad y la tragedia individual pesan más que el heroísmo o la moral religiosa y social. En consonancia con las temáticas de las obras, los personajes de Esquilo y Eurípides son muy diferentes. En las obras de Esquilo, los personajes son héroes, dioses o grandes hombres de moral intachable. En Eurípides también hay personajes de esta índole, pero se muestran sus flaquezas, sus debilidades humanas. También, tal como le reprocha Esquilo en el concurso, entre sus personajes hay prostitutas y hombres de mala vida.
Como resultado de todo esto, las obras de Esquilo suelen dejar grandes moralejas y enseñanzas sociales, mientras que las de Eurípides apuntan más a conmover a los espectadores que a instruirlos. La decadencia de Grecia lleva a Aristófanes a loar el arte clásico por sobre el arte moderno, y ver en sus viejas enseñanzas y valores el faro que puede rescatar a la nación.
La sexualidad
En Las ranas, la heterosexualidad y la homosexualidad aparecen representadas de maneras opuestas.
La sexualidad entre hombres y mujeres es presentada sin ningún tipo de censura ni pudor. Por ejemplo, el coro dionisíaco invita a Dioniso y Jantias a ir a bailar con ellos, asegurándoles que, entre los fieles, hay una mujer que está danzando con los senos fuera del vestido, y el dios del vino y su esclavo se excitan y divierten con la idea. Algo similar sucede cuando estos llegan a la casa de Éaco y la criada invita a Jantias (que está disfrazado de Heracles) a almorzar con bailarinas vírgenes recién depiladas. Tal como sucede en las comedias del llamado "Teatro de revista" (que aún hoy siguen vigentes), el sexo entre hombres y mujeres aparece aquí representado como un acto jocoso, festivo y carnavalesco.
De manera radicalmente opuesta aparece representada la homosexualidad. A lo largo de la obra, el sexo entre hombres es denostado una y otra vez. Aristófanes se mofa de varios de los políticos de su época, como Clístenes y Alcibíades, sugiriendo que estos tienen relaciones homosexuales. Estas mofas no solo tienen el objetivo de divertir al público, sino que Aristófanes presenta a la homosexualidad como una de las consecuencias de la corrupción moral y ética que ha traído consigo la democracia.
La comedia griega
En la primera escena de la obra, Jantias le pregunta a Dioniso si puede decir malas palabras o tirarse gases para hacer reír al público, tal como suele hacerse en las comedias. Dioniso, indignado, le prohíbe que haga cualquiera de esas cosas argumentando que tales comedias son de mal gusto.
Así, Aristófanes pone a la comedia griega bajo la lupa desde el comienzo de la obra. A lo largo de la pieza, el autor utiliza de manera recurrente el recurso de la metateatralidad para burlarse de la comedia de su época y criticar a otros comediógrafos importantes, como Frínico, Licis y Amipsias. Es decir, desde la comedia Aristófanes se burla de la comedia. Estas burlas siempre recaen sobre la vulgaridad del lenguaje de los otros comediógrafos y su búsqueda efectista de las risas del público. Es interesante destacar que Las ranas es representada por primera vez en las Leneas, festival teatral que se llevaba a cabo todos los años en Atenas (precisamente, en honor a Dioniso). En dicho evento, la obra de Aristófanes gana el primer lugar, superando, justamente, a Las musas, de Frínico.
Crátino es otro de los comediógrafos mencionados en Las ranas, aunque este es el único que no es burlado, sino loado. Este comediógrafo venció a Aristófanes en el festival teatral de las Grandes Dionisias del año 423 a.C. En esa ocasión, Aristófanes quedó en segundo puesto con su obra Las nubes, y el primer puesto se lo llevó Crátino con La botella. Aristófanes admira a este autor por su uso elevado del lenguaje. Crátino volverá a ser loado por Aristófanes en su obra Los caballeros (424 a.C.), en la que lo menciona como a una de las personas que ha forjado la grandeza de Atenas.