Los advertidos

Los advertidos Resumen y Análisis Tercera parte

Resumen

Amaliwak y su familia intentan timonear la canoa, pero la embarcación está entregada al fluyente intenso de las aguas, y esquiva mágicamente los picos de montañas y volcanes que van desapareciendo. Amaliwak cree que ha llovido por más de veinte días. Por fin, la lluvia cesa y el gran mar se calma. Amaliwak se echa a descansar.

Después de tres días de sueño, Amaliwak se despierta por el ruido de un golpe blando. Han chocado con una embarcación extraña, de un tamaño parecido al de la enorme canoa, que parece hecha de bambúes y de juncos, y que tiene un velamen cuadrado. Sale de la escotilla un anciano de baja estatura, que le dice a Amaliwak que aten los cabos para encontrarse. Habla en un idioma extraño, pero los sabios de aquel entonces entienden todos los idiomas. Los hombres arriman los barcos y se abrazan. El anciano pequeño y de tez amarillenta dice venir del Reino de Sin. Lleva en su barco un mundo de animales desconocidos para Amaliwak. Al preguntarse uno al otro qué es lo que están haciendo, ambos responden que están salvando a la especie humana y a las especies animales. Las mujeres del hombre de Sin comparten su licor de arroz, y todos juntos pasan la noche bebiendo, evitando los asuntos difíciles de resolver.

Al amanecer, escuchan el golpe de otra embarcación que ha dado con las suyas. Se trata de un arca. De allí sale un hombre muy anciano que empieza a recitar unas palabras inscritas en pieles de animales, contando que “Iaveh” le mandó construir el arca, que luego destruyó la vida con el diluvio y que acordó la salvación de los suyos para repoblar la tierra. Amaliwak escucha a aquel anciano presuntuoso dictar todo lo que a él y al hombre de Sin también les ha sido revelado.

El anciano del arca se llama Noé. Es buen bebedor, como los otros, y comparte con ellos su vino. Así, los hombres empiezan a simpatizar. Noé propone hacer algo para saber si todavía hay vida vegetal en el mundo, por lo que arroja una paloma al cielo que, después de un rato, regresa con una rama de olivo. Amaliwak hace lo suyo lanzando al agua un ratón, que vuelve con una mazorca de maíz, y el hombre del país de Sin envía un papagayo, que vuelve con una espiga de arroz. Ahora que la vida ha recobrado su curso, los advertidos esperan las órdenes de sus dioses.

Análisis

La tercera parte de “Los advertidos” narra el encuentro de Amaliwak con los héroes de otros mitos del diluvio. Este encuentro ocurre en un momento de calma, posterior al diluvio y anterior a la instancia en que cada elegido deberá repoblar la tierra. Amaliwak no está seguro de cuánto tiempo ha transcurrido –el narrador omnisciente dice que ha hecho el “mal cálculo” de que pasaron veinte días–, por lo que esta transición bien podría situarse en un momento de suspensión temporal.

El primer encuentro es con el hombre de Reino de Sin, que representa la versión china del mito del diluvio. El primer indicio de la región geográfica lo da la embarcación, que es un barco de bambú asiático. Las otras referencias culturales son el licor o vino de arroz y la espiga de arroz con la que vuelve el papagayo, si bien esta ave no es característica del este asiático, sino de América Central y del Sur, lo que acaso indica que el encuentro entre advertidos se da en la región geográfica de Amaliwak. El hombre de Sin podría estar haciendo referencia al mito de la inundación de Gun-Yu de la dinastía Xía, que cuenta el intento de Gun, y luego de su hijo Yu el Grande, de controlar un gran diluvio (ver sección “Los mitos del diluvio reversionados por Carpentier”).

Amaliwak se sorprende con la llegada de la extraña embarcación, en la que hay un hombre que ha recibido las mismas órdenes divinas que él ha recibido. No obstante, los personajes rápidamente entablan amistad, compartiendo sus bebidas típicas: el licor de arroz del asiático y la chicha del americano. En un principio, la llegada de Noé, el héroe de la versión judeocristiana del mito del diluvio, ocurre en otros términos. Parece que Noé se cree superior a los demás, por la forma en que recita sus escrituras con aires de importancia, tratando de imponer su versión del diluvio como la única verdadera. El hecho de que Amaliwak halle al anciano “harto presuntuoso” podría interpretarse como una crítica, desde el punto de vista americano, a la hegemonía de la versión bíblica del diluvio en la cultura occidental.

Pero Noé también comparte su bebida, el vino, con los otros advertidos, y pronto nacen las simpatías. Esto demuestra que los personajes optan por la celebración compartida antes que por la sospecha o la conversación sobre asuntos serios. Ante la curiosidad que produce el encuentro, se inclinan por la fraternidad y por el entendimiento mutuo, en vez de por la discordia. Sus diferencias culturales se presentan como superficiales, porque lo que varía son los tipos de bebidas o las plantas que cada animal le trae a cada uno. La conversación y la convivencia les revelan sus semejanzas a pesar de la diversidad de sus procedencias, lo que invita a una reflexión sobre la posibilidad de establecer diálogos inteculturales incluso en situaciones adversas. Será en la cuarta parte del cuento cuando la aparición de otros advertidos dé paso a las dudas y a los cuestionamientos, que se profundizarán con el mandato divino de alejarse y separarse.