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¿Cómo definirías la relación entre Oliveira y la Maga? ¿Cuáles son los rasgos que cada uno aprecia más del otro? ¿Cuál es el factor desencadenante de su separación?
En principio podríamos decir que la relación entre Oliveira y la Maga es intensa y traumática. En los primeros capítulos de la novela, nos encontramos con descripciones sumamente poéticas que realiza Horacio respecto de cómo era estar con la Maga. Hace referencia a cómo no se buscaban sabiendo que iban a encontrarse por las calles de París, cuenta también con una fuerte impronta de erotismo poético ciertos momentos de intimidad con ella, y plantea prácticamente todas las situaciones con ella de una manera idealizada. La Maga, por su parte, admira de Oliveira su capacidad intelectual, esa facilidad que tiene con las palabras y todo el bagaje cultural que despliega fundamentalmente cuando se reúnen con los miembros del Club de la Serpiente. En ese sentido, ella se siente disminuida muchas veces que nombran a algún escritor o filósofo y ella no lo conoce. Horacio entiende que, más allá de que el nivel intelectual de la Maga no está a la altura del suyo ni del resto de los miembros del Club, ella posee otras cualidades incluso más importantes, por ejemplo, esa sensibilidad que la mantiene a salvo del laberinto de la lógica; o bien, esa transparencia intuitiva que la vuelve capaz de nadar en esos ríos metafísicos mientras Oliveira solo puede mirarlos como desde un puente. A Horacio le gustaría ver a través de los ojos de la Maga, ya que entiende que ella tiene una perspectiva mucho menos analítica, más desprejuiciada, más pura de la vida.
A pesar de esta suerte de admiración de Oliveira por la Maga, lo cierto es que sus actitudes hacia ella son bastante despreciables. Muchas veces la trata de tonta, la engaña con Pola y la deja sola en el momento más difícil de su vida: cuando muere Rocamadour. Este episodio es clave en la novela, ya que no solo es el factor desencadenante de la separación definitiva entre Oliveira y la Maga, sino que también determina el rechazo de casi todos los miembros del Club de la Serpiente hacia él, y, posteriormente, el regreso de Horacio a Buenos Aires.
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¿Qué lugar ocupa el lenguaje en Rayuela? ¿Cómo problematizan la cuestión del lenguaje los diferentes personajes? ¿De qué forma Cortázar refleja esa voluntad de deconstruir el lenguaje en esta novela?
El lenguaje ocupa un lugar central en Rayuela, hasta el punto de ser uno de los temas fundamentales que se tratan en la novela. En ese sentido, el lenguaje no es un mero instrumento que se usa para contar la historia; no es un medio sino un fin en sí mismo. En relación con esto, son frecuentes las reflexiones sobre el lenguaje en general, y sobre el lenguaje literario en particular, por parte de diversos personajes.
Oliveira, por ejemplo, entiende que el lenguaje es un sistema que se rige bajo esa lógica binaria del pensamiento tradicional y que, por ser un convencionalismo social, no tiene la capacidad de alcanzar la verdadera esencia de aquello que nombra. Este dilema acompañará a Oliveira durante toda la novela, generando una progresión delirante hasta llevarlo a la locura. Gregorovius, por su parte, es más afín a lo tradicional y comprende que sin lenguaje no hay hombre, es decir, que el orden que propone el lenguaje, incluso a pesar de su rigidez, es lo que hace que las personas se entiendan y puedan vivir en sociedad.
Sin dudas, el personaje que más reflexiona sobre el lenguaje es Morelli. El viejo escritor habla permanentemente de la necesidad de destruir el lenguaje, de hacerlo implosionar y renovarlo. Sin ir más lejos, critica con dureza su propia obra por juzgarla un producto desabrido de esa tradición del lenguaje, sin riesgo, un lenguaje demasiado literario. En ese sentido, la crítica hacia el lenguaje literario se basa en un automatismo irreflexivo en el que se utiliza el lenguaje como simple vehículo de una trama y no como un fenómeno en sí mismo; un lenguaje desaprovechado, estéril.
Cortázar da cuenta de esta voluntad de deconstruir el lenguaje, por ejemplo, incluyendo en la novela un lenguaje inventado por la Maga y Oliveira: el gíglico. Los personajes se inventan ciertas palabras para construir un universo lingüístico propio y que, a partir de la sonoridad de estas palabras inventadas, se desprenda la idea que ellas pretenden reflejar. En ese sentido, podemos apreciar la intención de proponer un uso lúdico del lenguaje. Por otro lado, en el capítulo 36, nos encontramos con muchas palabras que ortográficamente van sin la letra "h", con "h", por ejemplo: "Y aunque Holiveira desconfiara de la hebriedad, hastuta cómplice del Gran Hengaño (...)" (p. 235).
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¿Por qué podemos decir que Rayuela es una "antinovela" o, como prefería llamarla el propio Cortázar, una "contranovela"?
Rayuela es una "antinovela" o "contranovela" desde el momento en que Cortázar busca a través de ella discutir las formas tradicionales del género. En ese sentido, el autor escapa a esas leyes estéticas preestablecidas y busca un estilo propio, nuevo, libre de toda atadura normativa. Parte de esa búsqueda tiene que ver con "escribir mal", es decir, alejarse todo lo posible del academicismo y de esa forma romper con la tradición. Sin ir más lejos, en varias oportunidades Cortázar ha definido su estilo como "antiliterario".
También podemos concebirla como "antinovela" o "contranovela" a partir de que Cortázar despliega explícitamente una crítica muy dura hacia la literatura tradicional, demasiado acomodada en un uso estéril y desabrido del lenguaje. Dicho de otra forma, Rayuela ataca la literatura desde su centro con el objetivo de renovar el género novela. Para llevar a cabo esta tarea, apela a lo que podríamos considerar un "antilenguaje", es decir, a un uso lúdico, descontracturado, por momentos anárquico, del lenguaje. De alguna forma, el lenguaje se vuelve un vehículo de denuncia a partir del cual el autor de Rayuela pretende dar cuenta de una suerte de atrofia que viene sufriendo el lenguaje literario.
Cortázar pretende de su literatura una sinceridad interminable, un reflejo puro de esa realidad caótica en la que estamos sumidos. Ahora bien, si la realidad se percibe como un caos, o, en términos más existencialistas, como un absurdo, la única forma de expresarla es caótica y absurdamente, dos formas que están muy presente en la manera de narrar de Cortázar en Rayuela.
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El juego de la rayuela tiene una carga simbólica muy fuerte en esta novela. No solo le da el título, sino que también propone reflexiones sobre el ser humano y su forma de transitar la vida. ¿Por qué Cortázar pudo haber elegido este título para su novela? ¿Qué simbolismos tiene el juego de la rayuela en general? ¿Y en esta novela en particular?
Cortázar propone la lectura de esta novela como un juego, es decir, saltando de un capítulo a otro, sin respetar el orden cronológico de las páginas. Esto ya se puede apreciar desde el título, que, justamente, hace referencia al juego de la rayuela en el que se debe saltar de un casillero a otro, con el objetivo de llegar a ese "Cielo" final. De esta forma, podemos intuir que el título que elige Cortázar es un gesto anticipatorio, una insinuación de lo que nos vamos a encontrar ya dentro de la novela.
Por otro lado, el juego de la rayuela tal y como lo conocemos hoy en día proviene del Renacimiento y se inspiró en la Divina Comedia de Dante Alighieri. En relación con esto, podemos decir que la rayuela absorbe parte de la simbología que tiene la Divina Comedia y, en ese sentido, alude a un viaje introspectivo en el que es necesario atravesar diferentes pruebas para alcanzar un estado de paz y armonía.
Ahora bien, en el texto de Cortázar, la rayuela también simboliza el proceso lúdico que esa introspección demanda; introspección que, en buena medida, se llevará a cabo a través del lenguaje, de un uso descontracturado y audaz del mismo. Asimismo, la rayuela da cuenta de la desorientación del hombre respecto de su destino, incluso de su propia existencia. Oliveira va saltando de un lugar a otro (de París a Buenos Aires), de un personaje a otro (de la Maga a Pola, de Pola a Talita), de un estado a otro (de la razón a la locura), como un niño haciendo equilibrio en un pie por los diferentes casilleros de una rayuela, de su vida, buscando ese "Cielo" abstracto. A propósito de este "Cielo", está claro que, en el caso de Horacio, representa ese imposible detrás del cual está corriendo permanentemente; eso que busca, aun sin saber bien qué es.
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¿Qué relación puedes establecer entre Morelli y Cortázar? ¿Qué puntos de vista respecto de la literatura tienen en común?
Muchos expertos no han dudado en afirmar que Morelli es el álter ego de Julio Cortázar. Y es que hay tantos puntos en común sobre la concepción que tienen ambos respecto de la literatura que sería difícil no pensarlo. Quizás el punto de encuentro más concreto entre el autor de Rayuela y su personaje esté en la necesidad de discutir la tradición literaria, en particular la del género novela. Y los dos coinciden en que hace falta una renovación que debe partir de una deconstrucción profunda del lenguaje literario. Morelli la lleva a cabo a partir de una autocrítica, por momentos feroz, respecto de su propia obra; Cortázar, por su parte, convierte a Morelli en embajador de sus ideas, haciéndolo decir lo que él mismo públicamente ha pronunciado en más de una oportunidad. De la misma forma que Morelli busca un lenguaje menos literario, más puro y librado de las imposiciones de la tradición, Cortázar escribe una novela plagada de juegos del lenguaje, de fragmentos "antinovelísticos", desafiando la estructura canónica del género. También podemos decir que tanto Morelli como Cortázar abogan por una novela que no se contente con un orden cerrado, que instale la situación en los personajes y no a la inversa; una novela que no sea descriptiva a la manera de un guión de cine.
Por último, cabe mencionar que tanto Morelli como Cortázar plantean un tipo de narrativa que requiere un esfuerzo solo realizable por un lector dispuesto a participar y a sufrir la experiencia existencial que refleja (o debería reflejar) el autor en su obra; es decir, una narrativa en la que el lector llegue a hacer suyas las necesidades del autor. En ese sentido, si se logra esto, el lector podrá ser copartícipe de la experiencia por la que pasa el novelista, intención que el propio Cortázar ha manifestado que buscaba con Rayuela.