"¿Encontraría a la Maga?".
Con esta pregunta retórica que Oliveira se hace a sí mismo comienza Rayuela. Cabe aclarar que si leemos la novela siguiendo el Tablero de dirección, el capítulo 1 es el segundo, y que ni en este capítulo ni en el anterior, el 73, se identifica al protagonista de la historia por su nombre, Horacio Oliveira. En ese sentido, esta cita resulta interesante debido a que el protagonista se presenta a sí mismo a partir de su rasgo más característico: la búsqueda, y prescinde de su nombre, como si, de alguna forma, quisiera destacar su pulsión de búsqueda por encima de una simple etiqueta como "Horacio Oliveira".
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".
Esta cita es una de las más famosas de Rayuela. En ella Oliveira da cuenta de cómo era la dinámica de los encuentros con la Maga. Tal vez la popularidad de esta cita esté relacionada con que sintetiza la sensación que tienen las personas cuando se enamoran: si bien quizás no estaban buscando enamorarse, cuando eso ocurre, queda la impresión de que había algo predestinado entre ellas. Así y todo, con esta frase Horacio busca reflejar el carácter lúdico y excéntrico que tenía su relación con la Maga.
"Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito".
La historia de Rayuela se sitúa en la década del 50, en una París de posguerra. La humanidad en su conjunto estaba todavía tratando de asimilar las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, la corriente filosófica del existencialismo adquiere mucha popularidad. Uno de los postulados existencialistas dice que la existencia precede a la esencia, lo que equivale a decir que el ser humano nace sin un propósito concreto que justifique su existencia. En ese sentido, si nacemos huérfanos de sentido, la propia existencia es un absurdo. En esta cita, Oliveira retoma este concepto existencialista del absurdo de la existencia y propone combatirlo viviendo absurdamente, es decir, aceptando la naturaleza absurda de la propia vida y entregándose a ella. Cabe mencionar que Cortázar llega a París en 1951 y que, por supuesto, está muy familiarizado con la corriente filosófica del existencialismo.
"¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?".
En varios pasajes de la novela, Oliveira idealiza la dimensión onírica del sueño y plantea la vigilia en términos negativos. Parte de esta idealización con respecto al plano de los sueños está relacionada con la pureza del inconsciente y con un sentimiento de liberación respecto de la lógica binaria de la razón. Despertar es, justamente, la capacidad de tener esa "exacta conciencia": una perspectiva sesgada respecto de una realidad mucho más profunda de lo que la conciencia nos permite apreciar.
"No se puede querer lo que quiero, y en la forma en que lo quiero, y de yapa compartir la vida con los otros".
En esta cita, Oliveira reflexiona, conversando con un gato negro de la rue Danton, sobre lo inevitable de su soledad. Horacio entiende que su búsqueda es en solitario, que nadie puede vivirla con la intensidad y el compromiso con la que él la vive. Además, sabemos que eso que busca Oliveira es tan abstracto como inalcanzable. Así las cosas, Horacio se condena a sí mismo a una búsqueda eterna y, por ende, a una soledad eterna también. Es interesante también observar que esta frase se la dice a un gato negro de la rue Danton, hecho que pone aún más en relieve su soledad.
"No puede ser que estemos aquí para no poder ser".
Con esta frase que se dice a sí mismo, Oliveira sintetiza parte de esa angustia existencial que tienen las personas por el hecho de haber sido arrojadas al mundo sin ningún propósito. Es decir, qué tipo de vida se puede tener si nacemos envueltos en una sensación de absurdo existencial absoluto. En ese sentido, es interesante marcar que en esta frase Oliveira no circunscribe el significado del verbo "ser" al de "existir", sino que expande la órbita de significancia de ser y lo relaciona con cierto nivel de protagonismo de una persona respecto de su deseo. Dicho esto, Horacio se queja de que ese absurdo existencial sofoque esa voluntad que las personas tendrían que tener para conectarse con su deseo e ir en busca de él.
"Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames".
Está claro que Oliveira tiene una forma retorcida de amar; retorcida no solo desde un punto de vista psicológico, sino también lingüístico. Horacio dice querer a la Maga porque no es suya, es decir, porque tiene que buscarla cada vez; porque sin pulsión de búsqueda solo queda la muerte para él. Él está de un lado (analítico, metafísico, intelectual), ella está del otro (sensible, ingenuo, espontáneo). El amor le exige a Oliveira un sacrificio, un salto que él no está dispuesto a dar. O, en todo caso, la construcción de un puente, pero, como dirá el propio Oliveira unas líneas más adelante: "(...) tu amor (...) no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado" (p. 456).
"Sólo en sueños, en la poesía, en el juego —encender una vela, andar con ella por el corredor— nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos".
En esta cita, Morelli propone tres formas de autodescubrimiento: los sueños, la poesía y el juego. Rayuela, en buena medida, encarna una búsqueda, tanto literaria como filosófica, que se lleva a cabo reflexionando permanentemente sobre la dimensión de lo onírico, apelando muchas veces a un lenguaje desestructurado, poético, y de una manera bastante lúdica. Al mismo tiempo, de las palabras de Morelli también se desprende la idea de que la mismísima existencia de una persona está en duda en tanto carece de sentido. En este absurdo existencial en el que estamos sumidos, hasta la propia existencia se desdibuja.
"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja".
Este fragmento también es uno de los más populares de Rayuela. En él Oliveira narra una situación íntima con la Maga de una forma poética, en la que podemos destacar como recurso la repetición de la palabra "boca". Son varios los pasajes en los que Cortázar decide apelar al lenguaje poético para dar cuenta de algunos momentos íntimos de Oliveira, como si esa intimidad se plasmara mejor en una forma más pura y desestructurada del lenguaje, como lo es la poesía.
"Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose".
En esta cita, Etienne define la esperanza casi como un acto reflejo defensivo de la vida; un sentimiento importado, que no es propio de la razón humana. Y esto es así porque, en términos existencialistas, las personas nacen condenadas al absurdo, sin ningún propósito que justifique sus existencias. No hay esperanza porque no hay sentido. Al mismo tiempo, si consideramos el contexto en el que se desarrolla esta parte de la historia (París, década del 50) podemos comprender un poco más la perspectiva de Etienne: las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial habían dejado un profundo sentimiento de desesperanza respecto de la humanidad.