El amigo de Oliveira se llama Traveler ("viajero" en inglés), pero casi no ha salido de Argentina
Desde que Oliveira regresa a Buenos Aires, Traveler le pide que le hable sobre su experiencia en París, cosa que su amigo nunca hace. A Traveler le encantaría poder viajar, conocer el mundo, salir de la cotidianidad porteña. Pero las circunstancias de vida no le han permitido viajar, hecho que le pesa. Es irónico que el personaje que más quiere viajar se llame Traveler (palabra inglesa cuya traducción al español es "viajero"). Esta ironía incluso es planteada por el propio Oliveira en el capítulo 37:
Le daba rabia llamarse Traveler, él que nunca se había movido de la Argentina como no fuera para cruzar a Montevideo y una vez a Asunción del Paraguay, metrópolis recordadas con soberana indiferencia. A los cuarenta años seguía adherido a la calle Cachimayo, y el hecho de trabajar como gestor y un poco de todo en el circo «Las Estrellas» no le daba la menor esperanza de recorrer los caminos del mundo (...). (p. 245).
Oliveira trabaja en un manicomio cuidando a los internos, pero al final el que actúa como un loco es él
Hacia el final de la novela, Oliveira comienza a trabajar en un manicomio con Traveler y Talita. Horacio está al cuidado de los internos del lugar, lo que supone que él es una persona cuerda. Es irónico que Oliveira termine actuando como un loco, meciéndose en la ventana de su habitación del manicomio, amagando con tirarse. Él, que entró a trabajar allí para cuidar de las personas con trastornos psicológicos, termina actuando como un interno más.
La Maga es la última persona en enterarse de que Rocamadour está muerto
Oliveira descubre que Rocamadour está muerto y se lo cuenta a Gregorovius y a Etienne. Llega un punto en que la mayoría de los integrantes del Club de la Serpiente que están en lo de la Maga saben que el bebé murió, pero nadie se anima a decírselo a la madre. Es irónico que la Maga sea prácticamente la última en enterarse de que su hijo murió, después de transcurridas varias horas desde que la mayoría ya lo sabía.
Oliveira se siente más lejos de su país cuanto más cerca está
Oliveira regresa a su Buenos Aires natal y comienza a experimentar una sensación de lejanía respecto de su país, peor que la que sentía cuando estaba en París. De alguna forma, el hecho de estar de regreso acrecienta su nostalgia respecto de Argentina. Esto aparece de una forma explícita en el capítulo 40:
Al principio Traveler le había criticado su manía de encontrarlo todo mal en Buenos Aires, de tratar a la ciudad de puta encorsetada, pero Oliveira les explicó a él y a Talita que en esas críticas había una cantidad tal de amor que solamente dos tarados como ellos podían malentender sus denuestos. Acabaron por darse cuenta de que tenía razón, que Oliveira no podía reconciliarse hipócritamente con Buenos Aires, y que ahora estaba mucho más lejos del país que cuando andaba por Europa (p. 254).
Es irónico que el hecho de estar en Buenos Aires le produzca una sensación de lejanía respecto de Argentina aún mayor que la que sentía cuando estaba en Europa. Al mismo tiempo, también hay un dejo de ironía en que esa sensación parta de un sentimiento de amor tan profundo como el que Oliveira dice tener por la ciudad.