"Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra" (p. 21) (Metáfora y Símil)
A partir de este fragmento en el que Oliveira compara el desengaño de creer haber visto a la Maga con un "silencio ensordecedor", "una pausa filosa y cristalina que acababa de derrumbarse tristemente" y, finalmente, con "un paraguas mojado que se cierra", entendemos que existe una idealización poética respecto de lo que representa encontrarse con Lucía en medio de París. Para reflejar la pesadumbre que produce un desencuentro entre ellos, Cortázar utiliza diversos recursos literarios como el oxímoron ("silencio ensordecedor"), la metáfora ("pausa filosa y cristalina)" y el símil ("como un paraguas mojado que se cierra"). A partir de esta progresión de sensaciones que nos brinda Oliveira, podemos representarnos la dinámica de lo que le ocurría cada vez que veía una mujer parecida a la Maga: siendo la "pausa filosa y cristalina" como un momento de vértigo puro, de suspensión del tiempo, frente a la posibilidad de que, efectivamente, sea la Maga; y luego la decepción, el desengaño, el vaciamiento de ese vértigo ilustrado en esa imagen decadente del paraguas mojado que se cierra.
"Más de una vez la vi admirar su cuerpo en el espejo, tomarse los senos con las manos como las estatuillas sirias y pasarse los ojos por la piel en una lenta caricia" (p. 29) (Símil y Metáfora)
En este fragmento, Oliveira relaciona la imagen de la Maga tomándose los senos con estatuillas sirias; este símil da cuenta, por un lado, del nivel estético que hay en la postura corporal de la Maga y, por otro lado, de lo universal de su gesto. Al mismo tiempo, Horacio completa la escena con una metáfora en la que le atribuye a los ojos de la Maga la capacidad de ser extraídos de la cavidad ocular para que ella se acaricie el cuerpo con ellos.
"Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura" (p. 51) (Símil y Metáfora)
Una vez más, Oliveira recurre al lenguaje poético para referirse a una situación de intimidad con la Maga. En primer lugar, le atribuye a su pelo una condición que no le es propia: profundidad. A través de esta metáfora busca darle una textura más poética al simple hecho de estar acariciándole el pelo. Luego, compara la sensación del beso con una boca llena de flores o de peces, es decir, cosas hermosas y vivas. A partir de este símil, Horacio quiere trasmitir la idea de que los besos entre él y la Maga constituyen una experiencia poética, imposible de explicar a través del uso convencional del lenguaje.
"Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua" (p. 51) (Símil)
Oliveira continúa desplegando lenguaje poético para referirse a situaciones íntimas con la Maga. En este ejemplo, asocia el temblor de Lucía cuando lo besa con la oscilación del reflejo de la luna en el agua. Este símil propone una textura sumamente poética que busca reflejar la concepción idealizada que tiene Oliveira de esos momentos con la Maga.
"Era el tiempo delicuescente, algo como chocolate muy fino o pasta de naranja martiniquesa, en que nos emborrachábamos de metáforas y analogías, buscando siempre entrar" (p. 53) (Símil y Metáfora)
En este fragmento, Oliveira continúa rememorando momentos pasados con la Maga. Primero habla de ese tiempo como de algo tan delicado e inestable como chocolate muy fino o pasta de naranja martiniquesa. A partir de este símil, Horacio busca reflejar cierta cualidad etérea de ese tiempo. Luego construye una metáfora dándole justamente a la palabra "metáfora" la propiedad de embriagar. Oliveira utiliza esta metáfora para dar cuenta de lo mucho que charlaban con la Maga.