Resumen
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 112
Este capítulo es una nueva morelliana. En ella, Morelli revisa uno de sus relatos y dice que le gustaría que fuera lo menos literario posible. Corrige algunas frases y se pregunta de dónde le viene esa repulsión por el lenguaje literario. En cierta medida, entiende que es más fácil escribir literariamente, pero así y todo, en ese momento de su vida, busca exactamente lo contrario. Morelli concluye diciendo que existe una sola belleza que le puede dar acceso a una realidad absoluta: “aquella que es un fin y no un medio, y que lo es porque su creador ha identificado en sí mismo su sentido de la condición humana con su sentido de la condición de artista” (p. 507).
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 154
Cuando Oliveira y Etienne entran a la habitación del hospital, descubren que el viejo es efectivamente Morelli, el escritor sobre el que tanto hablan en las reuniones del Club de la Serpiente. El viejo Morelli habla de que tiene algunos pocos admiradores, pero que se encargó de que nunca nadie supiera dónde vivía. Agrega que le duele mucho la espalda, y Oliveira y Etienne le preguntan si prefiere que ellos se retiren, a lo que el viejo escritor responde que no, que si ellos se van, a él le va a seguir doliendo de todas formas; y aprovecha que ellos se quedan para fumar un cigarrillo.
Los tres se quedan conversando un buen rato. Morelli le pregunta a Oliveira si es escritor, a lo que Horacio responde que no, que “para eso hay que tener alguna certidumbre de haber vivido” (p. 590). Morelli, por su parte, agrega uno de los postulados fundamentales de la corriente filosófica existencialista: “la existencia precede a la esencia”. Luego el escritor les ofrece las llaves de su casa y les pide que vayan a dejar los cuadernillos sobre los que viene escribiendo en el hospital; les dice que si los ponen en su sitio, él se sentirá mucho mejor. Morelli continúa con las instrucciones: Oliveira y Etienne, después de ordenar los cuadernillos, deben llevarle el material a un editor; cuando Oliveira plantea la posibilidad de que ellos cometan algún error y desordenen los cuadernillos, Morelli le dice que no habría ningún problema, ya que su libro se puede leer como a cada uno le dé la gana.
Oliveira y Etienne dicen que volverán al día siguiente, y Morelli les pide que le lleven cigarrillos. Ya fuera del hospital, Horacio le dice a Etienne que vaya a avisarles a Ronald y Perico que se encontrarán todos a las diez en la casa de Morelli.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 85
Este capítulo es un breve párrafo en el que se reflexiona sobre algunas vidas que terminan de una forma similar a los artículos literarios de revistas: prometen mucho al principio, pero luego, en las últimas páginas, se vuelven pobres y sin gracia.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 150
Este breve capítulo es un comentario aparecido en The Sunday Times de Londres. En él se dice que la Duquesa viuda de Grafton, internada en el Hospital del Condado de York a causa de una pierna rota, ha pasado un día bastante bueno.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 95
En este capítulo se produce una reflexión respecto de algunas notas de Morelli. En una de ellas, por ejemplo, hace referencia al lenguaje como si se tratara de una exclamación surgida de una experiencia interior. Por otro lado, también se hace referencia a que tanto para Morelli como para algunos de sus propios lectores resulta irrisorio escribir una novela prescindiendo de las articulaciones lógicas del discurso. Así y todo, en el caso de Morelli, se da la situación absurda de elegir una narración para fines que no parecen narrativos.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 146
Este capítulo es una carta que un tal M. Washbourn le envía a Observer. En ella, la persona hace referencia a la escasez de mariposas que hay ese año y pregunta a qué se debe.
Del lado de allá, Capítulo 29
Oliveira entra a la habitación de la Maga y se encuentra con Gregorovius, que está leyendo y apenas se sorprende de que Horacio todavía tenga las llaves. Oliveira se prepara un mate y Gregorovius le cuenta que la Maga se ha ido y le precisa algunos detalles de cómo se llevaron el cuerpo de Rocamadour. Horacio sigue convencido de que Gregorovius se ha acostado con la Maga, pero este le asegura que no es cierto. Oliveira dice que ya la va a encontrar y le pregunta a Gregorovius si la Maga hizo alguna referencia a que se iba a matar cuando se estaba yendo. Gregorovius dice que ella se había obsesionado con el asunto de la muñeca (el vudú que le hizo a Pola), y que estaba convencida de que Pola se estaba muriendo por su culpa. Gregorovius decide preparar café para los dos, y Oliveira se pone a leer el diario.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 107
Este capítulo es una anotación escrita por Morelli en el hospital. En ella dice que la mejor cualidad de sus antepasados es que están muertos, y que él espera el momento de heredar esta "cualidad".
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 113
Este capítulo es una conversación entre dos personas; si bien no sabemos a ciencia cierta de quiénes se trata, podemos inferir que son Oliveira y alguno de sus amigos, posiblemente Etienne. La charla no sigue un hilo lógico, aunque sí se hace referencia a Morelli, a los usos de la palabra, a una rayuela y también a la posibilidad de ir a ver a Pola París y hacer el amor con ella.
Del lado de allá, Capítulo 30
Oliveira y Gregorovius se toman el café y conversan sobre el momento del velorio de Rocamadour allí en la habitación. Gregorovius le dice que estaban todos menos Horacio, y que al cajón lo bajaron por las escaleras Ronald, Perico y el relojero del sexto piso. Luego hace referencia a que su madre Adgalle (la herzegovina) le va a gustar vivir allí con él, ya que le interesan los lugares en los que pasaron cosas. Oliveira le pide a Gregorovius que explique por qué su madre es tan receptiva, ya que necesitan hablar para rellenar el silencio.
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 57
Gregorovius le dice a Oliveira que está pensando que, cuando llegue su madre Adgalle, quiere llevarla al Club de la Serpiente alguna noche. Al mismo tiempo, observa que Horacio tiene muy mala cara. Oliveira le dice que eso se debe a que acaba de volver de cuatro partes simultáneas: el sueño de esa mañana, una situación con Pola, la descripción del sepelio de Rocamadour que acaba de hacerle Gregorovius, y una respuesta a su amigo de Buenos Aires, Traveler, que nunca entendió los primeros versos de un poema del propio Oliveira. Luego de escuchar los versos y la explicación que Horacio debería darle a Traveler, Gregorovius dice, petulante, que se trata de una “Experiencia típicamente existencial” (p. 384).
De otros lados (Capítulos prescindibles), Capítulo 70
Este capítulo es un extracto del sermón "Beati pauperes spiritu" de Meister Eckhardt. En él Eckhardt hace referencia al momento en que todavía estaba en su causa primera y no tenía a Dios. De ese momento recuerda que él “era lo que quería, y quería lo que era” (p. 406), que se quería a sí mismo y no quería nada más, y que estaba libre de Dios y de todas las cosas.
Análisis
Como ya hemos dicho, Rayuela es una novela que reflexiona sobre sí misma, es decir, que despliega una serie de consideraciones respecto de su condición de texto literario. En ese sentido, estas varias "morellianas" que aparecen en la tercera sección del libro (De otros lados) van dándole forma a esa concepción que Cortázar tiene de la literatura y, de alguna manera, también van justificando ciertas elecciones éticas y estéticas respecto de cómo está escrita Rayuela. En el capítulo 112, Morelli insiste con la idea de querer escribir de la manera "menos literaria" posible; esto significa romper con una tradición literaria que, a los ojos del hombre y la mujer del siglo XX, parece rancia y estéril. Morelli también hace referencia a una "realidad absoluta" a la que solo se puede acceder entendiendo la belleza como un fin en sí mismo, y no como un medio. En relación con esto, podemos ver reflejado este pensamiento de Morelli en varias partes de Rayuela en las que el propio Cortázar prioriza cierto tratamiento estético del lenguaje por encima del pragmatismo; dicho de otra forma, la trama avanzará de una forma espontánea, por momentos errática, y siempre y cuando no surja el deseo de demorarse en el placer del embellecimiento del lenguaje.
Por otro lado, en el capítulo 154, cuando Oliveira y Etienne descubren que el anciano accidentado es, efectivamente, Morelli, vuelve a ponerse en relieve la angustia existencial que, casi como una larga enfermedad terminal, habita en Horacio. En ese sentido, cuando Morelli le pregunta a Oliveira si es escritor, Horacio lo niega, amparándose en el hecho de que él no tiene ninguna certidumbre de haber vivido. Esta falta de certeza respecto de su propia existencia posiciona a Oliveira en una dimensión imprecisa, sobre todo, incompleta, y le produce una sensación de carencia respecto de todo cuanto lo rodea; de ahí su búsqueda permanente, su necesidad de comunión con la verdadera esencia de las cosas, su guerra contra las palabras por representar ese puente roto entre él y la realidad. Horacio es un hombre partido, fragmentado, roto; y su búsqueda, aunque él mismo sepa que no lo conducirá a ninguna parte, es parte del engaño que lo mantiene vivo.
En el mismo capítulo (154), Morelli les pide a Oliveira y Etienne que vayan a su casa para ordenar unas páginas de un libro y llevárselo armado a un editor.
—Póngale que metamos la pata —dijo Oliveira— y que le armemos una confusión fenomenal. En el primer tomo había una complicación terrible, éste y yo hemos discutido horas sobre si no se habrían equivocado al imprimir los textos.
—Ninguna importancia —dijo Morelli—. Mi libro se puede leer como a uno le dé la gana. Liber Fulguralis, hojas mánticas, y así va. Lo más que hago es ponerlo como a mí me gustaría releerlo. Y en el peor de los casos, si se equivocan, a lo mejor queda perfecto (p. 591).
En este diálogo entre Oliveira y Morelli podemos ver claramente un guiño respecto del juego que propone Cortázar con Rayuela desde el punto de vista de la dinámica de lectura. Morelli diciendo que su libro se puede leer como cada uno quiera representa un claro mensaje por parte de Cortázar respecto de cómo se puede abordar la lectura de Rayuela; y esta supuesta libertad (tengamos en cuenta que, en definitiva, solo se nos proponen dos formas de leer la novela) responde a que la belleza de la literatura es un fin en sí mismo, independientemente de la coherencia de una trama o de cierto pragmatismo que poseía ese estilo tradicional de literatura que él busca desarticular. Tanto para Morelli como para el propio Cortázar, la novela es un territorio de exploración en el que el escritor debe darle rienda suelta a su creatividad, debe ser libre, aunque eso suponga romper con el orden preexistente. Cabe señalar que Cortázar escribe Rayuela en un momento en el que estaban aflorando varias corrientes vanguardistas y el mundo trataba de metabolizar el traumático cambio de paradigma motivado por las dos grandes guerras de la primera mitad del siglo XX.
Al mismo tiempo, también en el capítulo 154, Morelli cuestiona la noción de pureza que maneja Oliveira: "—Hay que tener cuidado —dijo Morelli, cerrando los ojos—. Todos andamos detrás de la pureza, reventando las viejas vejigas pintarrajeadas. Un día José Bergamín casi se cae muerto cuando me permití desinflarle dos páginas, probándole que... Pero cuidado, amigos, a lo mejor lo que llamamos pureza..." (p. 591). Morelli pone en discusión la idea de pureza porque entiende que el lenguaje no alcanza para conquistarla. Resulta interesante pensar que Cortázar, a través de su alter ego Morelli, está tratando de educar a su personaje Oliveira respecto del problema que puede conllevar la idealización de ciertas motivaciones.
Luego, en el capítulo 95, se habla del lenguaje como de una exclamación o grito surgido de una experiencia interior. Nuevamente se plantea el hecho de la escritura como un acto espontáneo, un pleno ejercicio de la libertad, antes que como el sometimiento a las estructuras preexistentes.
Como ya hemos mencionado, Oliveira está sumergido en una profunda soledad. Y esto nada tiene que ver con el hecho de estar rodeado de personas o no. De hecho, tiene bastante vida social (cuando no sale con la Maga, está con Pola, y cuando no está con ninguna de las dos, frecuenta a Etienne o se reúne con el resto de los integrantes del Club de la Serpiente). Está claro que la soledad de Horacio se relaciona con el hecho de sentirse incomprendido. Su sistema de pensamiento es tan abstracto y analítico que, aunque esté rodeado de gente, no logra empatizar con lo que le ocurre al resto. Por supuesto, esto se ve claramente con la muerte de Rocamadour, frente a la cual Oliveira reacciona casi con desinterés. En el capítulo 57, luego de prepararle un café y contarle sobre el velorio del hijo de la Maga, Gregorovius le dice a Oliveira que tiene mala cara. Resulta interesante detenerse en el nivel de compasión que tienen todos los personajes hacia Horacio; fundamentalmente, la Maga. La soledad de Oliveira es tan clara, tan manifiesta, que el resto de los personajes no puede evitar solidarizarse con él, incluso aunque Horacio se comporte de una forma antipática. De alguna manera, todos y todas sienten que Oliveira está condenado a una vida incompleta, a la eterna búsqueda de un absoluto inexistente.
Por último, vale la pena hacer al menos un breve análisis respecto de la actitud de Oliveira frente a la posibilidad de que Gregorovius se haya acostado con la Maga. Por un lado, está claro que su "inquietud" no tiene nada que ver con el amor; o, en todo caso, no con el amor de la forma en que lo conciben la mayoría de los personajes. Horacio varias veces le ha dado a entender a la Maga que él estaba convencido de que ella había tenido relaciones sexuales con Gregorovius; incluso a pesar de que la propia Maga se lo desmintiera. Ahora, en el capítulo 29, hace lo mismo con Gregorovius, aunque este también le asegura que no ha pasado nada entre la Maga y él. Oliveira siempre busca el factor desestabilizante. Tortura a la Maga, y ahora a Gregorovius, como si se tratara de un juego perverso en el que solo busca incomodar o, simplemente, destruir cualquier tipo de expectativa. De hecho, en ningún momento hace referencia a que le molestaría si, efectivamente, la Maga y Gregorovius hubiesen tenido relaciones. No podemos pasar por alto que, más allá de cualquier "patología" psicológica que se le pueda atribuir a Oliveira, la novela está plagada de ejemplos en los que podemos identificar actitudes machistas por parte de Horacio. La insistencia sobre el tema del supuesto encuentro sexual entre la Maga y Gregorovius es uno de ellos: Oliveira naturaliza el hecho de tener una amante y le echa en cara a la Maga su supuesta infidelidad con Gregorovius. Aquí podemos ver una clara asimetría respecto de la concepción que tiene Horacio sobre las relaciones sexuales por fuera de la pareja: el hecho de que él tenga una amante es algo "normal" que la Maga debe aceptar; por el contrario, la mera sospecha de que ella se haya acostado con Gregorovius motiva que Oliveira la torture psicológicamente, como si fuera un acto de traición. Esta actitud de Horacio vuelve a poner de relieve su perspectiva machista respecto de la posición que ocupa la mujer en la pareja.