Resumen
Capítulo 3: El lugar donde se encuentran los cerros
Lo primero que ve Makina del otro lado de la frontera es una carretera de cemento, pero el paisaje parece vacío, desértico. Luego, al fondo, distingue dos montañas que se chocan. Chucho anuncia que harán una parada para que ella pueda cambiarse. La protagonista ve a una mujer embarazada debajo de un árbol y piensa que es una buena señal, pero, a medida que se acerca, se da cuenta de que, en realidad, se trata del cadáver de un hombre que tiene la panza hinchada por el proceso de putrefacción.
La narración se remonta al pasado. Uno de los primeros novios de Makina vuelve al pueblo tras haber migrado. Trae dos teléfonos celulares y quiere explicarle a ella cómo funcionan. El hombre se comporta de manera arrogante, pero los celulares no andan. Makina, de manera burlona, le hace notar que allí no hay señal. Él se avergüenza y ella lo trata con ternura.
La protagonista y Chucho avanzan. En el camino se cruzan con una camioneta negra y el conductor los mira muy mal. Chucho habla por teléfono con un policía; le avisa que el hombre de la camioneta es un ranchero y está armado. Llegan a una choza, donde Makina se cambia de ropa. Ella se sorprende por lo cómoda que se siente con Chucho: no tiene miedo de cambiarse con él en la misma habitación. No se siente culpable, pero siente que está dejando atrás a su novio. Se disponen a salir y Chucho le advierte que la situación puede ponerse fea. En ese caso, ella debe partir hacia el paso entre las montañas, dándole la espalda al sol. La muchacha oculta la carta de su madre y el paquete del señor Hache entre sus ropas. Al salir, el ranchero se acerca empuñando un arma y amenaza a Chucho. Llega la policía, Chucho atrapa al ranchero y le dice a Makina que se vaya. Mientras escapa, la policía le dispara y una bala la lastima entre dos costillas. No le duele y le sale poca sangre.
El narrador señala la importancia de los morrales, donde los migrantes llevan amuletos, cartas, instrumentos musicales, abrigos, dinero, navajas, fotos y otros objetos de valor material o sentimental. En el morral de Makina hay una linterna, una blusa blanca y una colorida, ropa interior, un diccionario español-inglés, un dibujo de su hermanita, un jabón, un lápiz labial y algo de alimento para el viaje. Solo lleva estas cosas porque piensa volver a casa pronto.
Capítulo 4: El cerro de obsidiana
Makina llega a un columpio ubicado en el punto alto donde se encuentran las dos montañas. Comienza a nevar. Es la primera vez que la muchacha ve la nieve. Observa un copo de nieve y cree que todo en el mundo es igualmente "irrepetible, precioso y frágil" (38). Se siente un poco desilusionada pero ha perdido el miedo. Del otro lado de las montañas encuentra una camioneta, tal como le ha anunciado Chucho. Durante el trayecto en camioneta, piensa que debe volver a casa pronto, porque su madre la necesita, y porque su trabajo en la centralita es importante para el pueblo. Siente culpa.
Llegan a una ciudad de construcciones desprolijas de color amarillo. De inmediato, la protagonista identifica a los nacionales, es decir, a los estadounidenses, y luego se siente reconocida por los migrantes trabajadores. La zona de restaurantes le llama la atención por la mezcla de olores y sabores. Todos los que trabajan allí parecen ser migrantes, paisanos como ella. El chofer de la camioneta la deja en una calle vacía, donde alguien la encontrará y le dirá dónde dejar el paquete del señor Hache. En la entrada de un negocio de flores está sentado un hombre con bastón, que le indica que entre al baño para higienizarse. Luego lleva a Makina hasta un estadio de béisbol, donde entregará el paquete. Mientras caminan, el hombre le habla de su hermano. Le dice que el chico está bien, y le da un papel con su dirección.
En el estadio, un muchacho negro conduce a la protagonista por un pasillo. Desde otros pasillos aparecen varios hombres negros más. El primero le dice que no se asuste, que no son peligrosos; apenas han aprendido a parecer peligrosos para sobrevivir. Luego se acerca a ellos un hombre rubio que renguea. Makina no tiene dudas: es el señor Pe, el cuarto duro, que ha huido de la Ciudadcita tras una guerra territorial con el señor Hache. El señor Pe le dice que no tenga miedo y ella le entrega el paquete. El duro le pregunta si no quiere trabajar para él; ella responde que busca a su hermano. Todos los hombres se retiran y Makina se queda sola.
Análisis
En estos dos capítulos se relatan las primeras acciones de Makina tras haber cruzado la frontera. En el plano literal, la joven llega a Estados Unidos y logra entregar el paquete del señor Hache sin meterse en problemas. Ahora bien, retomando la estructura mitológica mexica, la protagonista atraviesa en estas páginas las siguientes regiones del infierno del Mictlán.
El Monamicyan, la segunda región del infierno, se ubica debajo del río Apanohuáyan. Se trata del lugar de los cerros que se juntan, concepto que coincide con el título del segundo capítulo, "El lugar donde se encuentran los cerros", y, en efecto, Makina ve "dos montañas chocando en el fondo del paisaje" (30) apenas llega al lugar. De acuerdo con el mito, estos dos cerros se abren y se cierran constantemente para que los muertos puedan pasar por el medio en los momentos de abertura sin ser destrozados. En el plano literal, ella supera esta prueba cuando la policía atrapa a Chucho y al ranchero y ella sale corriendo. En ese punto, antes de cruzar por entre medio de las dos montañas, debe pasar entre dos patrulleros de la policía: "Makina miró hacia las trocas, luego otra vez a los hombres sobre la arena, luego hacia las montañas, chocando infinitamente frente a ella, y echó a correr" (34).
En el capítulo 3 podemos reconocer varios elementos de la tercera región del Mictlán, el Itztépetl, o 'el cerro de obsidiana'. En este caso, el título del capítulo coincide plenamente con la traducción del nombre mitológico. La obsidiana es un vidrio volcánico que resulta muy cortante. Suele ser de color negro o verde oscuro. Para los mexicas, es un símbolo asociado a la agresividad, al sacrificio, a la guerra y a la tierra, ya que representa que toda transformación es ardua y dolorosa. De acuerdo con el mito, en esta región hay un cerro cubierto por piedras de obsidiana filosas que desgarran los cuerpos de los muertos a medida que estos lo escalan para superar la tercera prueba. Ya en el capítulo anterior se anticipa el desgarro del cuerpo de Makina, dado que es herida por una bala entre dos costillas. Curiosamente, no sangra ni siente dolor. En el plano literal del tercer capítulo, el cerro de obsidiana coincide con el estadio de beisbol donde la protagonista debe entregar el paquete del señor Hache. Este estadio es gigantesco y sus colores son el verde y el negro; parece "un cerro de obsidianas erizado de pedernales, relucientes y afilados" (41).
Es importante observar que, en este estadio, Makina se encuentra rodeada por varios hombres negros. Por un lado, es posible pensar que el color de piel de estos sujetos coincide con la atmósfera general del espacio caracterizado por la obsidiana. De hecho, se los describe como "todos negros, pero unos más negros que otros, unos afilados como si hubieran crecido en un monte airoso, otros inflados cual seres acuáticos (...), tranquilos, suaves pero con claro visaje de cabrones" (41-42). Así, son presentados como seres casi fantásticos, y podemos entenderlos como personajes del inframundo más que como seres humanos. Pero, por otra parte, la novela parece denunciar el racismo contra las personas afrodescendientes, problemática muy extendida en Estados Unidos. Si bien estos hombres tienen un aspecto un tanto atemorizante para la protagonista, el señor Pe aclara: "Que no te austen mis socios (...). No es que sean hijos de la chingada, nomás han tenido que aprender a parecerlo" (42). Es decir, la actitud ruda de estos hombres es un mecanismo de defensa o un modo de adaptarse a su trabajo en el mundo del narcotráfico, lo cual da cuenta de que, con frecuencia, los jóvenes afrodescendientes son marginalizados y criminalizados.
Por último, esta secuencia pone de manifiesto la violencia policial característica de la frontera, cuestión se refuerza hacia el final de la historia, cuando Makina es detenida por un policía. Aquí se produce un tiroteo y, como decíamos, la protagonista recibe un balazo entre dos costillas. Las fuerzas de seguridad en la frontera establecen una diferencia, a través de la violencia, entre ciudadanos legales, cuyas vidas merecen ser protegidas, y personas a las que se clasifica como migrantes ilegales, cuyas vidas son precarizadas y denigradas. Makina pertenece a este último grupo por ser indígena y mexicana, y por cruzar la frontera sin los documentos requeridos por los Estados Unidos.