Señales que precederán al fin del mundo

Señales que precederán al fin del mundo Resumen y Análisis Capítulos 5-6

Resumen

Capítulo 5: El lugar donde el viento corta como navaja

La gente que vive en la frontera es híbrida, mezcla de culturas, tradiciones, hábitos: los fronterizos conservan aspectos de la identidad mexicana, pero además han adquirido mucho de la identidad gabacha. A su vez, hablan una lengua mezclada y esto le resulta cómodo a Makina. Siente que ella también es la mezcla de diferentes mundos. Reflexiona al respecto y llega a la conclusión de que las distintas lenguas entienden y crean el mundo de diferentes maneras.

Makina se dirige a la dirección escrita en el papel que le ha dado el viejo del bastón. Recorre calles laberínticas que conectan una ciudad con otra; a medida que avanza, el cielo se pone colorado y el aire se vuelve helado. Debe preguntar ocho veces hasta encontrar el sitio adecuado. Cuando llega a cada dirección indicada, pregunta por su hermano, pero nadie le responde. La protagonista recuerda los breves recados enviados por su hermano para avisarle a la familia que está bien.

Makina llega al lugar donde supuestamente está el terreno de la familia y encuentra un espacio hueco, lleno de máquinas excavadoras que vacían la tierra: "Lo que hubiera habido ahí lo habían arrancado de cuajo, lo habían expulsado de este mundo, ya no existía" (48).

Capítulo 6: El lugar donde tremolan las banderas

Makina llega al octavo páramo, donde está segura de que encontrará a su hermano, y se encierra en un cajero automático para protegerse del frío. Allí, se queda dormida hasta que un gabacho pelirrojo, enorme y con olor a tabaco la mira y la insulta llamándola "bolsa de escoria" (50). La protagonista se da cuenta de que el hombre quiere golpearla o violarla. Entonces, sale del cajero sin darle la espalda para evitar que él le haga daño. Está amaneciendo. Makina pasa por un restaurante y vuelve a ver al hombre que la tocó en el autobús. Él la mira, asustado, pero luego le dice que se llama Simón y conversan. Ella le cuenta que busca a su hermano y se adentran en un restaurante. Una mujer blanca, delgada y con expresión dulce le dice que conoce a su hermano.

El hermano de Makina ha estado en ese mismo lugar un año antes. Ha dormido en el restaurante durante algún tiempo y luego se ha ido con una mujer gabacha de mucho dinero que buscaba un empleado. La mujer del restaurante le pide a Simón que lleve a Makina hasta la dirección de la mujer gabacha. Antes de irse, la protagonista le pregunta cómo la ha reconocido. La mujer responde: "Me contó que tenía una hermana que nomás de verla se notaba que era entendida y leída" (52).

La muchacha llega a una casa rosada, grande y hermosa. Toca el timbre y le abre la puerta un hombre negro, pequeño, con anteojos y una bata púrpura. Makina se sorprende y le dice al hombre que esperaba que la recibiera otra persona. Le cuenta que busca a su hermano. El hombre le cuenta que la familia de blancos adinerados que vivía allí se ha mudado a otro continente. Ella se desespera. Está agotada; siente que no tiene fuerzas para seguir buscando. El hombre le dice que no se vaya, pues todavía hay un miembro de la familia en la ciudad.

Makina camina hacia la base militar de la zona. En el camino ve que se celebra un casamiento gay en un edificio decorado con banderas de muchos colores. La conmueve la emoción de los participantes, pero no entiende cuál es la importancia del ritual de matrimonio. En su experiencia, las parejas se separan y los hombres abandonan a sus familias: para ella, el casamiento no es algo deseable. Pondera que lo importante de esta ceremonia para las personas no heterosexuales puede ser la igualdad de derechos. Finalmente, la joven llega a un edificio lleno de otro tipo de banderas "muy alineadas y todas de un solo tamaño" (56). Allí se encuentran los soldados.

Análisis

La cuarta región del Mictlán es el Itzehecáyan, 'el lugar del viento de obsidiana'. Se trata de una sierra fría, con un viento excesivo que lastima los cuerpos de los muertos. En el relato de Herrera, la referencia a esta región se construye sobre todo gracias a imágenes sensoriales en torno a la baja temperatura. A lo largo de estos capítulos, la protagonista siente cada vez más frío, a medida que el ambiente se pone helado. Así, mientras continúa buscando a su hermano, la muchacha debe "surcar en solitario el frío" (47), un frío "cada vez peor, que la hurgaba con insolencia" (48). Y al comienzo del capítulo 6, se encuentra refugiada en un cajero automático para protegerse de la "borrasca gélida" (50).

Además, el Itzehecáyan es una zona desierta, vacía, tal como el terreno que Makina encuentra cubierto por excavadoras. Estas máquinas, curiosamente, llevan a la máxima potencia el vaciamiento del lugar. Un hombre que dirige la obra asegura que "aquí no había nada antes" (48), pero las excavadoras continúan quitando tierra, como para despojarla por completo. El sitio es descrito como "una pura oquedad" (48). Por lo demás, en esta región, según el mito, hay ocho montañas, y en Señales que precederán al fin del mundo leemos: "Ocho veces preguntó antes de dar con el sitio y cada vez la pobre respuesta era un páramo que la metía en otro páramo" (46), de manera tal que Makina parece desplazarse en una serie de ocho puntos altos y desolados, semejantes a los de la mitología.

Por su parte, la quinta región, el Paniecatacoyan, es el lugar donde los cuerpos flotan y se voltean como banderas. El viento gélido es también una característica de este nivel del inframundo, por lo que ambas regiones (y ambos capítulos) están estrechamente conectados. En el plano literal de la novela, el capítulo 6, titulado “El lugar donde tremolan las banderas”, culmina con la llegada de Makina a una base militar donde, a continuación, encontrará a su hermano. En ese trayecto, la protagonista encuentra dos grupos de banderas. Primero, las banderas de colores del orgullo LGBT, que decoran un edificio donde se casan varias parejas de gays y lesbianas. El matrimonio entre personas del mismo sexo aparece como una característica positiva de la cultura occidental, ya que Makina se emociona al ver la felicidad de estas parejas. Aunque no logra comprender por qué les importa tanto oficializar el casamiento, dado que ella misma tiene una concepción bastante negativa del matrimonio y la familia, concluye que la ceremonia puede ser relevante porque garantiza la igualdad de derechos: "quieren tener los papeles, cualquier clase de papeles, aunque sea tan sólo para parecerse a los demás, será que la gente se cansa de ser distinta" (56).

Si bien este episodio se centra en los derechos de las personas no heterosexuales, la cuestión de la desigualdad ante la ley afecta también a las personas migrantes. El segundo grupo de banderas que encuentra Makina parece simbolizar esa diferencia entre estadounidenses y migrantes. Las imponentes banderas de Estados Unidos que colman la base militar funcionan, pues, como signo de la violencia y de la exclusión propias de una lógica estatal que produce constantemente diferencias entre ciudadanos legales y personas clasificadas como migrantes ilegales. De acuerdo con la lógica del poder dominante, las vidas de los primeros deben ser protegidas, mientras que los segundos son tratados como amenaza y, en consecuencia, criminalizados, marginalizados y castigados. A Makina, que pertenece al segundo grupo, estas banderas le recuerdan que es entendida como una especie de invasora.

A pesar de que, tal como remarcan esas imponentes banderas, la protagonista se encuentra en territorio legal estadounidense, la región fronteriza es una zona de mezcla, de hibridez, de cruces. De hecho, las líneas iniciales del capítulo 5 describen en detenimiento este tipo de mezcla de culturas, tradiciones, etnias, nacionalidades y lenguas. Los habitantes de la frontera "son paisanos y son gabachos" (45), es decir, mexicanos y estadounidenses, en simultáneo y con la misma intensidad. Hablan en inglés, en español y en lenguas indígenas. Tienen costumbres ancestrales, de matriz indígena, y conocimientos contemporáneos propios de la cultura occidental. Así, la novela resalta la importancia de la frontera como tema, y retoma su definición como espacio geográfico y simbólico donde México y Estados Unidos se separan y, a la vez, se encuentran. Cabe resaltar que la identidad de la protagonista, como la de aquellos que encuentra en la frontera, es también una identidad mezclada, y por eso Makina se siente cómoda entre esas figuras híbridas que hablan varias lenguas y combinan elementos de diferentes mundos.